ERNC vs. Energías Renovables: A solo una represa de distancia

Luego de años, centurias de defensa de las fuentes fósiles, hoy se han puesto de moda las renovables

ERNC vs. Energías Renovables: A solo una represa de distancia

Autor: paulwalder

Luego de años, centurias de defensa de las fuentes fósiles, hoy se han puesto de moda las renovables. Carbón, gas y petróleo, sustentos del vigente sistema de vida global que a partir de revolución industrial profundizó su loca carrera contra el planeta, comienzan poco a poco a ser vistos como energías obsoletas, sucias, que es preciso dejar atrás si queremos seguir en la senda de la modernidad, con todo lo que este concepto involucra.  

Sus problemas se enmarcan en dos dilemas clásicos de la humanidad en su inarmónica relación con los ecosistemas. 

La naturaleza como despensa: nos sobregiramos en la extracción de los bienes comunes sin permitir su recuperación para seguir prestándonos servicios y cumpliendo sus funciones esenciales.   La naturaleza como basural: luego de su transformación productiva, nos pasamos de la raya al no considerar las capacidades de carga al momento de disponer de los residuos.  En el fondo: problemas al extraer/problemas al disponer.

Los fósiles no son renovables.  Por lo menos en términos que podamos manejar como especie.  Y sus emisiones saturan el aire local, la atmósfera global.  Son, en términos estrictos, el mejor ejemplo para mutar hacia una matriz energética responsable.

Ante tal disyuntiva, los históricos promotores de este tipo de fuentes y tecnologías se han montado en la ola de la responsabilidad ambiental (no necesariamente socioambiental) y luchan hoy por las energía renovables.  Sin apellido.   

Ahí están las principales fuentes: geotermia, biomasa, el viento, las olas, mareas y corrientes, el agua que fluye por los ríos.  Todas estas son renovables (aunque para el caso de la biomasa de tipo leña todavía se requieren prácticas que aseguren su permanencia en el tiempo) y, nos dicen algunos de sus impulsores, hay que aceptarlas todas. 

Suena positivo, tanto que para alguien poco alertado permanece la duda sobre cuál, entonces, es su diferencia con las renovables no convencionales.  Es simple, lo que separa estas de las ERNC es la escala en el caso de la hidroelectricidad.  En Chile, la Ley General de Servicios Eléctricos, en su artículo 225, señala que solo para la energía hidráulica el techo serán los 20 MW. Es decir, serán ERNC solo las pequeñas centrales.

Este tope no se da tan solo en nuestro país.  En el mundo lo más usual son los 10 MW, en China los 30 MW.

Así las cosas, todo quien plantee que el futuro de Chile está en las energías renovables y se niegue a hablar de renovables no convencionales, está pensando principalmente en grandes centrales de pasada o derechamente represas.

Y esta distinción no es menor.  Tanto así que incluso la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas ha señalado en un reciente informe que “se debe llamar la atención sobre lo inapropiado de considerar la energía hidroeléctrica como un ejemplo de energía renovable, que implica un uso del agua no consuntivo, con escaso impacto ambiental y sobre otros usuarios del recurso.     Lo cierto es que se producen significativas pérdidas (normalmente por evaporación) en las infraestructuras que almacenan el agua para la generación y que su cuantía depende de las temperaturas del lugar donde se ubique el embalse”.

Pero el tema de fondo, al final, no es solo la renovabilidad, relevante pero uno más dentro de la complejidad de los ecosistemas.  Está también la escala (pavimentar el desierto de Atacama con paneles fotovoltaicos no pareciera ser muy responsable), la localización (¿geotermia en lugares sagrados para los pueblos originarios?).  Y si hablamos de sustentabilidad,  el desarrollo económico local y el destino de esa energía también deben ser considerados.  Y, por cierto, las opciones que hagan innecesaria nueva generación.

Porque si alguien cree que la señal que el planeta nos está dando con el calentamiento global se restringe exclusivamente a no emitir gases de efecto invernadero y no comprende que lo que nos está diciendo es que como especie hemos hecho las cosas muy mal en nuestra relación con nuestra propia especie (en términos actuales y futuros) y con las otras, no ha aprendido mucho. Y cualquier alternativa de solución mantendrá el problema, pero con otro nombre.


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