Una gordita sabe mejor que nadie la importancia de encontrar unos cómodos calzones. Unos nos quedan grandes, otras nos quedan bien pero cuando nos sentamos se nos sale la barrigota pafuera y se nos bajan las bragas por delante, otras nos quedan bien pero cuando nos sentamos se nos salen las mollas culeras y se nos bajan las bragas por detrás. Otras están bastante bien pero tienen la parte del forrillo demasiado estrecha y al final es como si llevases un tanga pero solo por el coño. Otras son demasiado bajas. Otras son demasiado altas. Otras las compramos porque eran reductoras y así nos ponían la baja-barriga en su sitio pero aprietan tanto que solo nos las pusimos para la boda de nuestra prima Almudena y en el cajón se quedaron. Vamos, que de diez bragas que compra una gordita, probablemente solo una sea perfecta para ella.
Yo una vez encontré unos perfectospara mí. Nunca olvidaré ese día. Estaba comprando otras cosas y por casualidad me asomé al rincón de las calzones. Vi unos packs de tres que estaban de oferta y… bueno… no tenían mala pinta. Eran como tres por diez lucas o algo así, nada carísimo, así que pensé “debería probarlas. Mi ojo de buscadora expert me dice que pueden llegar a ser perfectas, y si al final no lo son, diez lucas tampoco me van a sacar de pobre”. Las compré. Esa misma noche me probé unas. ¡EUREKA!
Al día siguiente, aunque la tienda ni me pillaba de camino ni estaba demasiado céntrica, volví a por otro pack. Y… bueno, de esto hace ya cuatro años. Y las seis bragas perfectas (que ya están bastante desperfectas) aún siguen en mi cajón.
Ya eran feas cuando las compré. Vamos, es que ni bonitas ni feas, eran los típicos tirando a grandecitosde estas que tienen la parte del forrillo tan anchas que ni te puedes poner una compresa con alas porque simplemente no da la compresa pa tanta entrepierna. Eran básicas, cada una de un solo color: una morada, otra azul, otra negra, otra roja, otra gris y, por supuesto, la maldita blanca que siempre viene a estropear todos los packs. Como son tan cómodas, la verdad es que esta sí que me la he puesto, pero yo no entiendo quién querría comprarse uno blanco si todas sabemos lo que nos va a durar.
Pues cuatro años después…te puedes hacer una idea de cómo están. Y no es como estos calzones que tenemos todas para momentos puntuales que a lo mejor te las pones una vez al mes, no. Estos se han dado un paseo por la lavadora cada semana de mi vida desde el día que las compré. Vamos, que están destrozado, descoloridosy tienen manchas que ya no salen por mucho que frotes con el jabón Popeye.
Cualquier persona normal las habría tirado ya hace dos años. Pero yo no puedo. Tengo el claro convencimiento de que jamás volveré a encontrar unas bragas como estas. Las he buscado en cada tienda en la que he entrado, y no hay otras como ellas. Es que ninguno ha sido tan perfectos.Las uso con vergüenza, sobre todo para ir al gimnasio, y os mentiría si dijese que no rezo porque no me pase nada y me tengan que ver en urgencias lo añejas que tengo los calzones. Sueño con que un día mi madre abra mi cajón y me diga “¡ por favor, que ya no valen ni para trapos!”, pero sé que eso no pasará porque mi madre, como es muy normal, ya no se preocupa por mi ropa interior.
Sé que debo deshacerme de ellas y darle una oportunidad a todos esos calzones que están fuera esperándome… pero simplemente no puedo. No puedo decir adiós. . Las llevaré puestas hasta que se me desintegren en el culo de un peo fuerte.
Este fue el relato de una amante del movimiento Body Positive. Amen sus rollitos, sus guatitas y todo su cuerpo tal cual es, nadie puede decirles que algo es anormal o que deberían cambiarlo y sobretodo: Compren siempre los calzones que más les gusten y que las haga sentir mejor.