Tú, como prácticamente todo el mundo, probablemente has escuchado rumores sobre los peligros de los alimentos (si se pueden llamar así), de la cadena de fama mundial de restaurantes McDonalds, pero hasta el momento nadie ha presentado un argumento de peso a favor de su teoría. Por lo tanto, de vez en cuando se puede disfrutar de sus hamburguesas y patatas fritas con tranquilidad.
Pero dos chicos de Australia, mediante un sencillo experimento demostraron que la comida de McDonald no sólo es perjudicial, sino en general que no es apta para el consumo. De vuelta en 1995, a Casey Dean y Edward Nitsu se les ocurrió una idea aparentemente loca, cuando aún eran adolescentes.
Todo ocurrió por accidente , los chicos compraron hamburguesas y una quedó sin ser devorada por los hambrientos adolescentes fue entonces cuando Dean y SIC pensaron: “¿Por qué no dejamos intacta esta hamburguesa y vemos que pasa con ella en 20 años?” Así lo hicieron.
“Dejamos la hamburguesa en una caja y nunca notamos nada a los 6 meses. Luego de los meses vinieron los años. Y así 20 años después, la hamburguesa se ve intacta”
Aunque parezca increíble, los chicos ni siquiera pusieron el bocadillo en la nevera. Lo mantuvieron en una caja de madera normal sin ningún tipo de refrigeración.
Han pasado 20 años y Casey y Dean crecieron, y a decir la verdad, envejecieron un poco pero la hamburguesa sigue siendo la misma de aquél día…
Por otra parte, no les basta con verla su olfato les dice que también huele como si estuviera recién hecha.
Casey Dean y Edward Nitz bromean y se llaman a sí mismos los dueños de la hamburguesa más antigua del mundo.
Cabe señalar que no son los primeros en considerarse como tales. Los islandeses Hertur y Smarason en 2009 compraron una hamburguesa con queso, que mostraron a los ojos del público en enero de este año. Como era de esperarse, en 5 años la hamburguesa tampoco ha cambiado.
¿Pero de qué estarán hechas las hamburguesas? ¿Acaso las embalsaman? Para ser honestos, suena aterrador…
Personalmente, he perdido el apetito. Supongo que nunca más cruzaré alguna puerta de la cadena de restaurantes McDonalds, y lo mismo te deseo a ti, querido lector. Cuéntales acerca de esta provocativo experimento a tus amigos – ellos deben saber qué están comiendo.
Vía Difundir