La verdadera historia tras la muerte de la niña que nadie pudo rescatar del agua y los escombros

Hace un poco más de 30 años, una catástrofe azotó a la localidad de Armero, Colombia: el volcán “el león” hizo erupción y provocó una avalancha de lodo, escombros, piedras, muerte, desaparecidos y destrucción

La verdadera historia tras la muerte de la niña que nadie pudo rescatar del agua y los escombros

Autor: Andrea Peña

Hace un poco más de 30 años, una catástrofe azotó a la localidad de Armero, Colombia: el volcán “el león” hizo erupción y provocó una avalancha de lodo, escombros, piedras, muerte, desaparecidos y destrucción.

Sin embargo, lo que más llamó la atención fue la agonía de una niña llamada Omayra, y cuya agonía, entereza y sufrimiento recorrió el mundo.

El volcán Nevado del Ruíz no había tenido actividad en más de un siglo, pero el 13 de noviembre de 1985 hizo erupción  y arrasó con todo a su paso, incluyendo el lugar donde Omayra vivía con su familia.

Según ha trascendido en redes, Su drama fue descubierto por el socorrista de la Cruz Roja Jairo Enrique Guativonza, en la tarde del jueves 14 de noviembre, casi 20 horas después de que Armero fuera sepultada. Cuentan quienes vivieron el drama que Omayra quedó atrapada al caer en una alcantarilla cuando trataba de huir con su abuela desde el barrio Santander, donde residía, hacia la parte alta de la localidad, mientras detrás avanzaba la avalancha.

El socorrista, luego de varias horas de trabajo, logró romper una plancha de cemento que la tenía atrapada. Pero el destino de la niña estaba marcado hacia la muerte, pues cuando intentó sacarla, notó que sus piernas estaban atrapadas entre palos, pedazos de ladrillos y cadáveres humanos hundidos entre el lodo.

No fueron suficientes los esfuerzos de Guativonza y otros socorristas que con motobomba que trataron de evitar que el agua le llegara al cuello, tampoco el trabajo de varias personas que la alimentaban e hidrataban, mientras los miembros de la Cruz Roja trataban de quitar los obstáculos que la tenían atrapada.

 

Ante la mirada impotente de periodistas, camarógrafos y fotógrafos que mostraron al mundo su imagen de ternura y que pese a su estado nunca entró en desespero, Omayra murió el sábado 16 de noviembre, de pie, con la cabeza apoyada en una tabla de madera y sus ojos ennegrecidos por el cansancio y la espera por una ayuda que era imposible de hacer llegar.

Omayra fue sepultada en el mismo lugar donde murió, pues sacarla de ahí habría significado amputarle las piernas, y su madre se negó a la amputación. Su tumba, actualmente, es un lugar de peregrinación de muchas personas que cada año acuden al lugar para pedirle favores a quien consideran un símbolo de la tragedia y un ángel.


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