Rusia acaba de ser la solemne sede de la Copa Confederaciones, para ahora convertirse en apenas un año, la sede del Mundial 2018. Por lo mismo, toda su ciudadanía ya se está preparando. El mercado se prepara para los millones de turistas, así también el comercio sexual.
Como todo país, tiene prostitución. Y es una de las más consolidadas, por así decirlo, del mundo. En Rusia se mueven miles de millones de rublos que se gastan en servicios sexuales.
Pero la realidad es que no es sólo una industria de millones y nada más. Últimamente hay activistas y organizaciones que defienden el derecho a la mujer. Aunque en Rusia la prostitución parece estar ampliamente entendida como parte de la sociedad, sin importar que aún sea ilegal en la práctica.
Debido a urgencias económicas, la población de la ex Unión Soviética ha aceptado sin chistar este comercio, con muchas clubes nocturnos, hoteles que se ofrecen explícitamente para la prostitución, entre otros.
Hasta Putin se ha referido al tema con elogios, diciendo que «Las prostitutas rusas son las mejores del mundo». Más allá de todo lo que se pueda estar en desacuerdo, la realidad que se vive en Rusia frente a la prostitución es otra.
La clandestinidad es un riesgo, y siempre hay peligros en el trabajo sexual, pero en Moscú y otras ciudades es más fácil de verlo que en Chile. Según Olga Kyliuchenko, quien trabaja en ello:
«Es común ver que las rusas trabajen como prostitutas, porque la situación económica a veces no es muy buena y son los turistas los que les gusta venir a visitarnos. Somos una atracción y a la vez una fantasía. En mi caso yo cobró 2 mil rublos (60 dólares) por mis servicios y todos los turistas los pagan sin problemas».