Brasil se prepara para abrirse al mundo en grande. Será sede del Mundial de Fútbol el 2014 y de los Juegos Olímpicos el 2016, eventos que implican un reordenamiento urbano de Río de Janeiro, ciudad caracterizada por sus contrastes. Se trata de una transformación radical de esta urbe que puede servir de modelo para el control social en otras ciudades semiperiféricas de los centros capitalistas, según muchos analistas. Es el caso de Eduardo Tomazine Teixeira, máster en Geografía por la Universidad Federal de Río de Janeiro, para quien estamos ante un proceso de periferización de la violencia en la metrópolis carioca, coyuntura que tendrá amplias repercusiones para las organizaciones sociales y la segregación espacial de la ciudad.
Mientras las oleadas de turistas se desparraman por las playas de Ipanema y Copacabana, a sólo un par de cuadras, en las entradas de las favelas que se cuelgan de los morros de la zona sur de la ciudad, se han montado desde el 2008 las primeras Unidades de Policía Pacificadora (UPP).
En junio pasado ya fueron desalojadas unas 400 familias de la favela Metrô Mangueira, cercana al estadio Maracaná. Donde había un barullo de casas, se concretará un estacionamiento; donde antes vivían cientos de personas, transitarán en el futuro cientos de coches.
La gobernación estadual tiene contemplada una intensa renovación urbana en torno a los estadios, ampliación de carreteras y aumento de la plusvalía del terreno. Para esto anunció que se demolerán unas tres mil casas de favelas antes de las Olimpiadas. Sus habitantes serán recompensados económicamente cuando no trasladados a otros lugares.
Se calcula que de los 6.186.710 habitantes cariocas, unos dos millones viven en las más de 620 favelas conocidas. El trato de pax armada con la policía fue roto en diciembre del año pasado, cuando la policía y militares invadieron los complejos do Alemão y Vila Cruzeiro, extensas favelas al norte de la ciudad, con el objetivo de cambiar décadas de economía informal; tráfico de armas y drogas; y el fuego cruzado de narcos, milicias urbanas y la policía.
-¿Cuál es el papel de las UPPs en el espacios urbano carioca?
-El Gobierno del Estado de Río de Janeiro ha declarado muchas veces que las UPPs son las piezas fundamentales para la formación de un ‘cinturón de seguridad’, o un ‘corredor turístico’ en la ciudad, lo que permitiría la valorización inmobiliaria de las áreas más ricas, el proyecto de renovación urbana de la zona portuaria y la realización segura de la
Copa del Mundo 2014 y las Olimpiadas el 2016. Todos estos proyectos envuelven decenas de millones de dólares y son viables sólo por la coyuntura económica favorable por la cual pasa Brasil y el estado fluminense. Para alcanzar dichos objetivos la estrategia del gobierno estadual ha sido ocupar con las UPPs las favelas que se encuentran en las áreas más valorizadas y las que están en las áreas próximas donde ocurrirán los grandes eventos deportivos y otras que ejercen un papel estratégico en la geopolítica del crimen municipal.
-Es decir, se piensa copar el territorio de policías.
-Sí, pero el problema es que Río de Janeiro tiene unas mil favelas, donde residen casi un millón de personas. O sea, implantar UPPs en todas las favelas es algo inviable. Su alcance espacial es limitado y resta saber si las milicias fuertemente armadas que dominaban las favelas hoy ocupadas por policías se desplazarán hacia comunidades periféricas o la pérdida de sus enclaves centrales representará una merma decisiva de sus recursos, su poder de fuego y, consecuentemente, la disminución de su capacidad para dominar el territorio urbano. En mi opinión estamos en vía de un proceso de periferización de la violencia en la metrópolis de Río de Janeiro.
-¿Las UPP no son el cambio de un control armado por otro?
-Sí, aunque no se puede ignorar que la presencia continua del brazo represor del Estado en una coyuntura que no es de dictadura declarada es completamente diferente a la presencia armada de narcotraficantes, quienes imponen su propia ley de manera arbitraria y opresora. Por otro lado, la gran mayoría de la población de Río de Janeiro y de Brasil han mostrado un entusiasmo exagerado y poco crítico respecto a la implantación de las UPPs, como si éstas fueran una panacea para todos los problemas de seguridad pública y, principalmente, como si la presencia cotidiana de un policía armado para 150 ó 200 habitantes en una comunidad no fuese un asuntos problemático.
-¿Sólo los traficantes de drogas son el blanco de la policía?
-Recientemente WikiLeaks reveló una serie de telegramas de la diplomacia de EEUU sobre la actual política de seguridad del Estado de Río de Janeiro, varios de los cuales declaran que hay grandes semejanzas entre el programa de pacificación de favelas y la doctrina de contrainsurgencia de EEUU usada en las ocupaciones de Afganistán e Irak. Tal paralelo es de veras intrigante, pues suscita una pregunta inmediata: ¿Quiénes son los insurgentes en Río de Janeiro? Si bien sabemos que son los narcotraficantes, aunque arremetan contra la ley y dominan importantes espacios en la ciudad, no vislumbran un cambio de régimen político y mucho menos luchan contra el status quo. No son, por tanto, insurgentes.
-Además que su estrategia ha sido de repliegue…
-Desde la implementación de la primera UPP el 2008, no ha habido reacción de los narcotraficantes, quienes huyeron sin resistencia. Ninguna UPP ha sido blanco de ataques hasta ahora, lo que nos lleva a cuestionar si el elevado número de policías dotados en estas unidades es para impedir la vuelta de los narcotraficantes o si, en verdad, su misión es otra.
-¿Quiénes podrían ser sus enemigos?
-Creo que los potenciales ‘insurgentes’ desde el punto de vista del aparato del Estado, son quienes viven en las favelas, la que será confrontada a una elevación de los costos de vida con la regularización de los servicios en sus territorios y la valorización inmobiliaria, sin una contrapartida simétrica en servicios públicos gratuitos y derechos sociales.
-Esta no es la primera vez que la policía ocupa las favelas ¿la estrategia de confrontación ha sido eficaz?
-La novedad de las UPPs es justamente no limitarse al combate, sino que permanecer definitivamente en las favelas de Río. Consideremos que en más de un siglo de existencia de las favelas, nunca hubo siquiera una delegación de policía en estos espacios. La policía hacía sus incursiones violentas e intempestivamente, provocando muchas víctimas inocentes, para realizar detenciones o ejecutar órdenes judiciales; o, incluso, para cobrar dinero de los narcotraficantes, dejarlos operar, vender armas o reprimir a facciones rivales. Evidentemente que la política de confrontación no tenía por objetivo librar las favelas de los narcotraficantes, sino que más bien alimentar la atmósfera de miedo generalizado en la ciudad y permitir el tráfico de armas, la industria de seguridad privada, el mercado inmobiliario de exclusividad (barrios cerrados), y, al fin, mantener a los moradores de las favelas bajo control. En eso, la política de confrontación era extremadamente eficiente. Las UPPs han instaurado ahora una especie de Pax Romana, empujando el enfrentamiento para fuera de sus dominios
EL TRÁFICO POR DEBAJO
-¿Qué papel desempeña Río de Janeiro en el tráfico mundial de drogas?
-La ciudad desempeña en el circuito internacional de tráfico de drogas el papel de espacio de pasaje entre las zonas de producción (Colombia, Perú, Bolivia) y las zonas de consumo (EEUU, Europa). Los narcos asentados en las favelas operan básicamente las ventas al por menor, vendiendo una fracción minúscula de la droga que pasa por la ciudad.
-¿Dónde va a parar el dinero del tráfico?
-Buena parte de las rentas obtenidas por el tráfico de drogas es absorbido por el tráfico de armas, operado en gran medida por elementos corruptos de la policía y de las fuerzas armadas. Otra parte es usada para pagar extorsiones de policías y otra fracción es para los asalariados del tráfico, claro que el lucro líquido queda para los ‘dueños del morro’, unos tipos hedonistas que difícilmente tienen una estrategia de lavado de dinero volcado a grandes inversiones. Así, la parte substancial de dinero del tráfico no queda en las favelas, las que acumulan apenas las entropías del tráfico de armas y estupefacientes.
-Hay quienes señalan que la ausencia del Estado en las favelas las mantuvo como un espacio de mayor autonomía ¿Concuerda con dicha afirmación?
-No podemos decir que las favelas eran espacios autónomos, pues antes de ser ocupados por las UPPs había un control nada democrático de los narcotraficantes o de los grupos mafiosos, como las Milicias de Río. El control territorial de las cuadrillas armadas no sólo dictaba sus propias reglas, también imponía cobranzas para el acceso a diferentes servicios como la luz o el gas. Quien no pagaba era amenazado de robo en su casa. Además de eso, hace mucho tiempo existe un mercado inmobiliario casi formal operando en las principales favelas de Río. Claro que de todos modos, el costo de vida en las favelas era innegablemente menor que en los barrios formales, pues sus moradores no pagaban ciertos impuestos y el acceso a diversos servicios era de manera irregular, gratuita o con precios bajo el mercado.
LA TRANSFORMACIÓN DE RÍO
-El Gobierno habla de invasión de servicios públicos, pero la prensa de Río de Janeiro a diario difunde noticias de nuevas inversiones privadas en las favelas ¿No serán entonces los privados quienes terminen modelando las nuevas relaciones dentro de las comunidades?
-Uno de los objetivos explícitos de las UPPs es la formalización de las prestaciones de servicio y, consecuentemente, la cobranza de impuestos y tazas, lo que redundará en la elevación del costo de vida en las favelas. Por ejemplo, hay estimaciones hechas por la Compañía de Energía Eléctrica, Light, según las cuales la conversión de los casi un millón de moradores de las favelas en clientes generaría una ganancia extra de 200 millones de reales (unos 60 mil millones de pesos). Sumemos a eso las cuentas de agua, de TV por cable o del Impuesto Predial Territorial Urbano (IPTU).
-También se ha observado un alza en la valorización inmobiliaria en las favelas ocupadas por las UPPs.
-En la ciudad de Río hay un padrón bastante particular de segregación espacial que mantiene varias favelas en laderas de morros de áreas centrales del municipio, cercadas por barrios de clase media-alta. Algunas están incluso frente a las famosas playas de Copacabana e Ipanema, en medio de barrios carísimos. Con la ‘pacificación’ es bastante probable que los moradores de menor renta de estas favelas intervenidas se vean forzados a buscar residencia en favelas más distantes y más precarias y que quienes tengan rentas mayores a ellos ocupen los espacios que han dejado. Incluso, que una clase media baja acabe por residir en las áreas valorizadas de estas favelas, generando un proceso de gentrificación.
-O sea, asistimos a una transformación radical de la ciudad de Río de Janeiro.
-Sí, es evidente que todo esto provocará una gran transformación de las relaciones en las favelas, para lo cual el poder público debiera contrabalancear el inevitable encarecimiento de la vida con el suministro de servicios gratuitos y de calidad, sean guarderías infantiles, puestos de salud o escuelas; además de emprender una política de generación de empleo y de poner en práctica una serie de dispositivos urbanísticos para evitar que los más pobres se vean obligados a mudarse. Esto no pasa hoy, por lo menos a la misma velocidad que la formalización de los servicios de pago.
POLICÍA Y ACTIVISMOS URBANOS
-¿Qué pasará con conceptos como la autodeterminación y la misma democracia con esta política de ocupación militar y policial de las favelas?
-No es posible vislumbrar con exactitud lo que pasará, porque esto depende en gran medida de la movilización de los
propios habitantes de las favelas y de la solidaridad de otros sectores sociales. Una consecuencia perniciosa de la propaganda maniqueísta del Estado y de los grandes medios, que enaltece el papel de la policía como vector de paz y de solución de los principales problemas de la población favelada, es reforzar en estas personas la creencia de que la solución a sus problemas trasciende sus capacidades.
-¿Qué pueden esperar de este proceso los activismos urbanos?
-Para las organizaciones sociales, las UPPs resultan contradictorias: Si antes el control territorial de los narcotraficantes era un obstáculo para la realización de cualquier trabajo de base radical y autónomo, ahora las favelas ‘pacificadas’ cuentan con la presencia cotidiana de los policías, que están allí para combatir la insurgencia. Frente a esto, los activismos precisan adoptar una postura activa y retomar el trabajo de base radicalmente crítico del status de las ‘favelas pacificadas’, lo que obviamente va a llevar a tensionar la presencia de las fuerzas de ocupación. Es preciso pues, que los activismos hagan un amplio trabajo junto a la sociedad civil para controlar la policía, evitar todo abuso y, al fin y al cabo, cambiar la estrategia de tratamiento de la cuestión urbana, desplazando la militarización por una ampliación de la ciudadanía.
-Ante tal tarea ¿Cuál es la importancia de tener una sociedad civil fuerte y bien organizada?
-Es mucho más importante que tener buenos partidos políticos y un Estado eficiente, pues la sociedad civil es la base de toda sociedad democrática. Ninguna conquista popular vino de arriba. Uno de los efectos nefastos de las escalada criminal armada y, sobre todo, de su control territorial sobre los espacios urbanos segregados en los países semiperiféricos, resultado de décadas de neoliberalismo combinado con autoritarismo de Estado, es la creencia generalizada en la sociedad civil, inclusive en amplios sectores de la izquierda, de la necesidad de una policía omnipresente, de un ‘Estado fuerte’. Esto genera que la histórica denuncia de la izquierda del inequívoco carácter de la policía como mantenedora del status quo capitalista acaba pareciendo anacrónica, e incluso, conservadora.
-Pero hoy la presencia policial genera amplios consensos.
-Es claro que en el actual estado de vulnerabilidad de las poblaciones que sufren por décadas la presencia de carteles de tráfico de drogas, pedirles que se rebelen contra las políticas de ‘pacificación’ de las favelas puede sonar reaccionario. Al final, hoy ¿quién substituiría la presencia de la policía? Esto implica que la izquierda tiene un trabajo de larga duración, un trabajo de movilización de la sociedad civil para que ésta se reapropie de sus espacios, teniendo en vista una paz verdadera.
-El gobierno estadual y los medios insisten mucho en que con la policía vendrá la solución a décadas de violencia e, incluso, pobreza.
-Es innegable que después de la expulsión de los traficantes y la permanencia de la policía, la gran mayoría de los moradores de las favelas ‘pacificadas’ están aliviados. Pero, los problemas cruciales de los moradores de los morros no serán resueltos con la instalación de puestos de policía y la regularización de servicios privados, sino que con la participación a través de las asambleas de barrio y colectivos se puede recuperar la participación política. Además, la presencia cotidiana de la policía por más que proporcione vínculos de convivencia, tenderá a desgastarse por la necesidad misma de la policía de garantizar su concepción de orden público, lo que inevitablemente entrará en conflicto con las demandas de los moradores. Cuando la politización madure y cuando las luchas reivindicatorias y por la autodeterminación en las favelas ganen fuerza y organicidad, entonces tendremos la exacta medida de las consecuencias políticas de la pacificación para la vida democrática de la ciudad.
Por Mauricio Becerra Rebolledo
@kalidoscop
El Ciudadano
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