Un joven observa la autopista que utiliza cualquier persona que quiera viajar en auto o en moto o en algo-con-ruedas desde Santiago a Mendoza. Está parado al borde del asfalto, a la espera del bus que lo llevará, otra vez, hasta la capital de Chile. De pronto, observa una motocicleta que viene desde el horizonte. Cada vez se acerca más. Cuando ya lo va a cruzar, la máquina detiene su velocidad sobre la berma. Frente a él. El conductor se quita el casco: es un hombre de unos cincuenta años, con una barba incipiente y un poco de grasa acumulada en la pera. El joven se incorpora y el motociclista, que habla con acento ché, lo mira, lo saluda y le pregunta: «¿Sabés qué debo tomar para llegar al Costanera Center?».
Chile es el «nuevo Miami» para los compradores argentinos; así lo definió el diario El Cronista a fines de marzo de este año. Según el Servicio Nacional de Turismo (Sernatur, CL), en 2017 la cifra de visitantes trasandinos fluctuará entre los 3 a 4 millones –es decir, 10 mil turistas al día; en 2016 fueron 2,9 millones en total.
Además, acorde a información de la Cámara Nacional de Comercio, Servicio y Turismo de Chile, las transacciones realizadas por los ciudadanos de ese país entre 2015 y el año pasado aumentó en un 80%. El número decidor de 2016 lo entregó la Confederación Argentina de la Mediana Empresa: las compras minoristas realizadas en Chile por argentinos sumaron, todas, US$830 millones. Y eso solo con tarjetas de crédito y débito.
Welcome to Miami
El joven que está parado en una carretera santiaguina no conoce Miami. Así y todo, cree que no tiene similitudes con Santiago. Lo que sí conoció una, dos y tres veces fue el mall Costanera Center, un proyecto inmobiliario ubicado en Providencia que al comienzo encontró horrendo pero ahora, con el tiempo –ay, el tiempo–, no le desagrada.
Este gigantesco centro comercial, inaugurado en junio de 2012, cuenta con seis pisos de tiendas y varias cadenas supergrandes de retail (a un costado se erige una torre de 62 pisos). H&M, sin ir más lejos, cuando decidió traer sus ofertas colonizadoras a Chile, eligió este megaedificio para instalar el primer local de América del Sur.
El joven sabe la ruta para llegar, y se lo explica al motociclista argentino: «Si sigue derecho se va a cruzar con Américo Vespucio. Tome esa avenida hacia la izquierda, en dirección oriente. Ahí tiene que seguir por el Túnel San Cristóbal y ya está; cruza el río Mapocho y ya llegó al Costanera Center. ¡Ah! Pero no sé cómo lo va a hacer… Para transitar en esas carreteras debe tener TAG, porque acá en Chile las carreteras son privadas, se pagan».
«¿Cómo llego entonces?», pregunta el hombre.
«Váyase por la caletera de Américo Vespucio y después sigue derecho por esa calle hasta avenida Vitacura, arriba del cerro. Por el túnel no podrá transitar a no ser que haya comprado el permiso diario», responde el joven, y se da cuenta de que está hablando como vendedor de la concesionaria; la misma que odia cada vez que pasa debajo de un portal y escucha el sonido del cobro: pip.
«Está bien, gracias», responde el argentino y enciende la moto.
Bienvenidos al mall
Haciendo una cotización veloz, se puede saber que un televisor LED en Chile cuesta en promedio 200 dólares. Hay ofertas que, incluso, alcanzan precios cercanos al billete que inmortalizó a Benjamin Franklin. En Argentina, por su parte, el valor sube considerablemente y llega a un promedio de 650 dólares, según El Cronista. Por eso, este producto es uno de los más cotizados por los vecinos.
«Macri ha logrado disminuir la inflación, pero todavía es alta, 44% el año pasado, ahora del orden del 22% proyectado para 2017», dice Patricio Gajardo, analista internacional y académico de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad San Sebastián.
De todas maneras, aclara que «Chile es más barato que Argentina pero no de una forma extraordinaria. Ahora, entre ir a Miami o ir a Nueva York –que lo podía hacer una determinada elite–, resulta ser mucho más económico. Eso produce una masividad, hay una lógica de gastar cuando se puede comprar. Yo creo que es un tema geográfico».
Ahora habla Carla, mujer argentina que está parada en un pasillo del Costanera Center: «Nos favorece mucho. En ciertas cosas es más barato que Argentina; en ofertas, en ropa, en algunos electrodomésticos, así que conviene venir. En vez de irte tan lejos a Miami, acá es más cerca para nosotros y precios más baratos».
Ahora Camila, en el mismo mall, en la misma mañana: «Estamos en el medio de la ciudad, podemos ver las montañas nevadas. Sumado a eso, los shoppings y las cosas extras que tiene Santiago. Es menos de la mitad que allá (Argentina), venimos con la valija para comprar cosas novedosas y a buen precio».
El joven que sigue parado en la carretera y que se dirige a Santiago mira al motociclista que viaja, en este momento, hacia el otro lado del horizonte. No tiene tiempo para pensar en compras compulsivas; eso será después. Ahora reflexiona que la moto va con un espacio vacío, y que el hombre que la conduce lo podría haber aventado hasta el Costanera Center.