Las marchas indignadas se acercan a Bruselas

Con más de 1200 kilómetros de recorrido a las espaldas, las marchas que salieron de España se dirigen a Bruselas

Las marchas indignadas se acercan a Bruselas

Autor: Mauricio Becerra


Con más de 1200 kilómetros de recorrido a las espaldas, las marchas que salieron de España se dirigen a Bruselas. Después de una larga etapa en París, se les unirán personas de otras ciudades de Bélgica, Holanda y Alemania. Ciudadanos de distintas nacionalidades pedirán a las instituciones europeas una mayor democracia.

Desde y hasta Bruselas parten y llegan los estertores de la crisis financiera y la especulación de los mercados, la hipotética salida de Grecia de la eurozona, tasas de paro imposibles de abordar – hasta 23 millones de ciudadanos parados en el continente –  la escalada de los extremismos o el debate, a cuenta gotas, sobre el espacio Schengen.

Todos estos eventos han estado liderados, gestionados y debatidos en despachos oficiales. Pero existe un acontecimiento que marcará en especial este año y, cuyo origen, huye de cualquier oficina institucional: la toma activación de importantes sectores de la ciudadanía y, sobre todo, su abierta manifestación.

Primero, el norte de África y, ahora, Europa. “Si hay algo que nos han enseñado las revueltas en el mundo árabe es, por un lado, el poder del pueblo y, por otro, cómo se ha introducido la idea de la revolución en la agenda política”, afirma Paul Murphy, miembro del grupo Confederal de la Izquierda Unitaria Europea/Izquierda Verde Nórdica en la Eurocámara. “En Europa ha sido distinto. Primero, la gente salió a la calle en España y, después, en otros países”, añade este eurodiputado irlandés que el pasado mes de junio mostró abiertamente su apoyo a los ciudadanos del 15-M en Bruselas.

En efecto, este movimiento se está extendiendo por toda Europa, lejos de la gestión de especialistas en tiempos de crisis, y añadiendo una nota de inestabilidad para las élites políticas dentro de nuestras propias fronteras. Los indignados, que es como se les conoce fuera de España, se acercan a las puertas de los representantes comunitarios dispuestos a demostrar que sus protestas van más allá de una rabieta momentánea. Lo que comenzó como una marcha hacia Madrid, hoy se dirige a la capital Europea.

LAS MARCHAS

Más de mil kilómetros y más de cincuenta ciudades y pueblos recorridos a pie han llevado a los indignados a París, primera gran etapa en este periplo, donde han confluido las distintas marchas que abandonaron este verano España y el sur de Francia.

Como resultado, tres marchas con tres orígenes distintos: la Marcha Meseta (Madrid), la Marcha Mediterránea (Barcelona) y la Marcha Toulouse (ciudad ubicada al sur de Francia). El hecho de que hayan salido tres, y no una, corresponde a la voluntad de “idea de ampliar la extensión del movimiento, ya que uno de los objetivos de las marchas es compartir experiencias con los pueblos por donde pasan”, aclaran a través de un dossier de prensa conjunto publicado por los indignados desde París.

Desde la Puerta del Sol, Badalona o Toulouse, y pasando por ciudades como Aranda de Duero, San Sebastián, Figueres, Burdeos, Dijon, Perpiñán, Poitiers, Tours u Orleans, las distintas marchas se dieron la mano el pasado 17 de septiembre en la ciudad universitaria París (al sur de la ciudad), donde participaron en el Anti Banks Day – jornada internacional de protesta contra el sistema económico y financiero – que tuvo lugar en distintas ciudades del mundo, y el Ágora París, “foro organizado conjuntamente con Asamblea de París”.

Xavi López, de la Marcha Mediterránea, explica por qué decidió unirse a esta aventura: “Queremos dar una difusión del movimiento distinta, directa – del boca a boca – y por todos los pueblos, más que mediante el uso exclusivo de los medios de comunicación”.

Su composición es todo un mosaico de perfiles: profesores, obreros, artistas, cocineros, parados o estudiantes, desde los dieciséis hasta los setenta años. Además de una verdadera Torre de Babel: franceses, portugueses, noruegos, finlandeses, alemanes, de carácter apartidista. “Mucha gente se nos ha ido uniendo a lo largo del camino. De hecho, uno de los chicos que nos acompaña, dejó el trabajo para seguir la marcha hasta París”, puntualiza Xavi.

Exceptuando Toulouse, en la que no ha habido mucha participación, el día a día suele ser el mismo en las dos grandes marchas: primero llegan los coches, que negocian con el Ayuntamiento el lugar en el que dormirán, preparan la comida y difunden la llegada del movimiento. Después llegan los caminantes, comen, descansan y empiezan de nuevo con la difusión, por ejemplo, mediante el reparto de documentos, pancartas, pasacalles, o hablando con la panadería del pueblo, porque saben que así llegarán a más gente. Y en cada plaza central, en la mayoría de los casos, un punto de información como el de la Puerta del Sol o Plaza Cataluña. Las tardes las dedican, primero, a una asamblea interna y, después, a una asamblea popular con los lugareños en las que éstos, uniéndose al entusiasmo del movimiento, expresan sus malestares: sanidad, crisis financiera e incluso ecología.

Mapa con las rutas de las marchas hacia Bruselas

La acogida por parte de los ciudadanos suele ser buena: “Nos han mimado, aportado comida y ropa y proporcionado duchas. La gente está indignada”, declara Xavi. Sin embargo, y a pesar de que en ocasiones se les ha unido algún alcalde, las autoridades no siempre han respondido favorablemente. “Algunos Ayuntamientos han aceptado acogernos en las plazas pero en su mayoría han intentado apartarnos del centro del pueblo”, aclara Antonio Pereira, de treinta años y también miembro de la Marcha Meseta, que explica un altercado ocurrido en Montpellier, al sudeste de Francia: “Habíamos hablado con el Ayuntamiento para poner algunas tiendas de campaña como punto de información en la plaza central, pero la policía no nos dejó y hasta que no desmantelamos todas las tiendas, padecimos su acoso y la amenaza de gases lacrimógenos. Tampoco conseguimos otro sitio para dormir, así que lo hicimos al raso. Para eso no tuvimos problemas”.

El Libro de Pueblos es uno de los grandes protagonistas en esta aventura. Se trata de un cuaderno en el que cada grupo ha ido recogiendo las peticiones, reflexiones o sugerencias surgidas al término de las asambleas populares en cada una de las localidades que han visitado. En la mayoría de los casos, las demandas se repiten: malgasto del dinero público, recortes en sanidad y educación o incremento de impuestos. Y otros, algo menos, como el uso de energías renovables. El objetivo de esta iniciativa es el de preparar un compendio de malestares que presentarán ante las instituciones europeas el próximo mes de octubre, cuando las marchas lleguen a Bruselas. Aunque en el caso de la marcha Meseta la presentación será todo un ejercicio de memoria: “En los altercados de Montpellier perdimos el libro”, declara Antonio Pereira.

A lo largo del camino recorrido, han ido contando con comités de apoyo en España, Francia y Bélgica tanto para informar de los avances en el trayecto como para organizar las distintas etapas, a través de reuniones “intermarchas” vía Skype, dos veces a la semana. De echo, estas comunicaciones han sido fundamentales a la hora de escoger la fecha de partida de Francia. “Había que decidir si salíamos todos juntos o por separado, además de hablar con los distintos pueblos” por los que van a pasar, aclara Antonio. Y esto se hace con la ayuda de los 15M de cada ciudad, puesto que hay que prever donde dormirán o si habrá conexión a Internet. En el caso de la capital gala, se han repartido en distintos puntos: “Por ejemplo, la Marcha Meseta se ha estado hospedando en un gimnasio, mientras que nosotros nos hemos repartido en distintos puntos como una galería de arte o una casa okupa”, aclara Antonio, aunque los últimos días de estancia las tres marchas han podido acampar en Bercy, cerca del río Sena.

#PARISNOFEAR

“Con lo que ocurra en París, sabremos cómo actuar en Bruselas”, señala Elsa, del 15M-Bruselas, refiriéndose a aspectos como el alojamiento, las distintas actividades que se desarrollarán a lo largo de la semana del 8 al 15 de octubre y que culminarán con una gran movilización tanto en Bruselas como en otras ciudades o la preparación ante posibles cargas policiales.

Pero si la capital gala fuera un adelanto de lo que podría ocurrir en Bruselas, los indignados podrían verse de nuevo inmersos en espirales de cargas policiales y arrestos, tal y como ha ocurrido en la última semana.

Después de las detenciones que tuvieron lugar el 19 de septiembre, en el que hasta cien personas fueron detenidas y que le valió a Francia la denuncia por parte de algunas élites políticas españolas así como manifestaciones ante la embajada francesa de Madrid, los indignados volvieron a ser detenidos el pasado miércoles 21. Fue durante una asamblea popular entre el edificio de la Bolsa y la agencia de noticias France Presse. “Un grupo de personas marchó tranquilamente hacia el edificio de la Bolsa, donde decidieron organizar una Asamblea Popular. En seguida llegó la policía diciendo que la reunión era ilegal y se los llevó a comisaría”, declara Héctor Huerga, miembro del movimiento que ha participado en la recepción de las marchas en París.

Hasta sesenta personas padecieron controles de identidad y once personas fueron arrestadas hasta el viernes por la mañana, cuando se decidió que su comparecencia ante el tribunal tendrá lugar a finales de octubre.

Ante la cuestión de la intervención policial, Héctor lo razona de la siguiente manera: “Cuando hay visitas escolares o cuando se ven grandes colectivos de turistas no ocurre nada. Sin embargo, a nosotros se nos prohíbe andar juntos por la calle. La ley no es igual para todos. En el hipotético caso de que la presencia de un grupo de personas superior a cien estuviera prohibido en Francia, ¿a caso se podría razonar el uso de gases lacrimógenos o de porras sobre la gente?”.

Un miembro de la comisión jurídica cuenta que en el caso de la primera carga de detenciones “la policía se mojó los guantes con gas para restregarlo en las caras de los marchantes al ver que la cadena humana que habían montado era muy difícil de romper, (es decir) cuando los policías intentan arrancar a manifestantes que están sentados y entrelazados para resistir en el suelo. Que yo sepa no hay denuncia interpuesta, pues en la marcha y en París andamos justos de abogados”.

META: BRUSELAS, CAPITAL DE EUROPA

La marcha Meseta y Toulouse, ahora conocidas como Marcha Norte, salieron ayer de París, mientras que la Mediterránea, rebautizada Marcha Este, lo hará en las próximas horas. Un total de ciento cincuenta personas recorrerán los casi 340 kilómetros que separan ambas ciudades. Y mientras la primera tomará como recorrido la ciudad de Lille (al norte de Francia), la segunda se desviará por Charleroi y Namur (al sur de Bélgica) rumbo a su meta final: Bruselas, donde tienen previsto llegar el próximo 8 de octubre para dar inicio a una semana de foros de debate y acciones en aras de “una democracia participativa, real y directa”. Clausurarán con una gran manifestación el 15 de Octubre, que será cuando se haga entrega del Libro de Pueblos. “Aún no sabemos si lo llevaremos directamente al Parlamento Europeo o si organizaremos una charla a la que invitaremos a políticos para hacerles la entrega” del documento, señala Antonio Pereira.

A lo largo de esa semana no sólo se reunirán las marchas venidas de España y Francia, sino también otras desde otros puntos del continente. Una de ellas es la marcha de Holanda, que saldrá el próximo 11 de octubre para hacer el recorrido en bicicleta, desde Ámsterdam hasta Bruselas, pasando por La Haya y Amberes. También se espera que un grupo de indignados venidos desde Alemania. Según indican en su página web, la marcha alemana saldrá de Aix la Chapelle el próximo 7 de octubre para llegar el 12 del mismo mes.

Para que la acogida sea correcta, los movimiento 15M Bruselas y el grupo bruselense de los Indignados, han trabajado duro durante los últimos meses y se sabe con certeza que los indignados de toda Europa dormirán en el parque Elisabeth, al norte de la ciudad. Sin embargo, la magnitud del movimiento deja en el aire la posible respuesta que las autoridades gestionarán desde sus despachos oficiales.

DSITINTAS MARCHAS:

Marcha Toulouse: partiendo de dicha ciudad, al sur de Francia, esta marcha fue la primera en salir con alrededor de 15 componentes. La idea inicial fue la de dirigirse directamente a Bruselas el 17 de septiembre, no obstante, decidieron ralentizar el ritmo para adaptarse al de las españolas, uniéndose a la Marcha Meseta en la ciudad de Orléans. Un total de 1000 kilómetros, 57 etapas y 50 ciudades y pueblos visitados antes de llegar a la capital gala. La escasez de andantes le imposibilitó realizar asambleas en cada una de las localidades visitadas.

Marcha Meseta: esta marcha fue la segunda en salir de su lugar de origen (Madrid), el pasado 26 de julio. Han recorrido alrededor de 1370 kilómetros

Marcha Mediterránea: habiendo salido de Barcelona, esta marcha ha efectuado entre 1000 y 1200 kilómetros, con una media de 28 kilómetros al día. Entre el 6 y el 9 de septiembre, una parte de sus componentes participaron en las vendimias de Nuits Saint Georges para recuperar fondos necesarios para la marcha.

Marcha Alemania: Saldrán el próximo 7 de octubre para llegar el 12 del mismo mes, recorriendo 137 kilómetros a pié.

Marcha Holanda: partirán de la capital el próximo 11 de octubre para llegar a Bruselas el 15 de dicho mes, recorriendo alrededor de 230 kilómetros. A diferencia del resto de marchas, harán el recorrido en bicicleta.

Georgina Mombo

Periodismo Humano

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