Un niño de 10 años paseaba por el árido desierto de Nuevo México cuando se tropezó y cayó. Este accidente le dio la oportunidad de mirar bien a su alrededor y descubrir un fósil de 1,2 millones de años que resultaron ser los restos de un herbívoro grande, conocido como stegomastodon, que se extinguió hace unos 28.000 años.
«Estaba corriendo hacia arriba y tropecé con una parte del colmillo», dijo Jude Sparks, de 10 años, que se alejaba de su familia para probar un walkie-talkie con su hermano. «Mi cara aterrizó junto a la mandíbula inferior. Miré hacia arriba y había otro colmillo», cuenta Jude.
Al principio, el hermano de Jude pensó que los restos eran de una vaca, aunque pronto se hizo obvio que este no era el caso. Después de ponerse en contacto con el profesor Peter Houde, de la Universidad Estatal de Nuevo México, se logró recuperar un cráneo entero, y la excavación adicional del sitio reveló aún más fósiles escondidos bajo la superficie, los que son muy frágiles.
Tomó meses obtener el permiso para terminar de descubrir todo el fósil, y a partir de ahí el proceso fue un trabajo lento y delicado. Se estima que el cráneo pesa alrededor de una tonelada, pero también es increíblemente frágil en algunos lugares, como una «cáscara de huevo delgada», dicen los investigadores. «Cuando se quitan los sedimentos de los costados, estos comienzan a desmoronarse de inmediato y caen literalmente en pedacitos minúsculos», cuenta Houde. Para contrarrestar esto, los científicos fortalecieron el fósil con químicos específicos durante la excavación.
Tropezar con un fósil de stegomastodon en Nuevo México es un evento bastante raro, pero no es la primera vez que pasa. En 2014, una despedida de soltero terminó en el hallazgo de un fósil casi completo de este animal, que también terminó siendo recogido por el Museo de Historia Natural de Nuevo México. Aún así, se han encontrado sólo unos pocos cientos de fósiles de stegomastodon en todo el mundo, y nadie está seguro de por qué son tan escasos.
El stegomastodon pertenecía a un grupo conocido como gonfotéridos. Esta colección de animales extraños eran primos lejanos a los mamuts y los elefantes modernos. Se cree que el stegomastodon era un tanto extraño, incluso entre su propia especie. Mientras muchos gonfotéridos tenían cuatro colmillos que sobresalían de sus cabezas, los stegomastodons se parecían mucho más a los elefantes modernos, con solo dos.
Vía IFLScience
El Ciudadano