“Por esto se habla de boicotear las escuelas del Estado y formar escuelas libres, sin local si es posible, en el medio de la naturaleza, gozando del sol, donde los niños corran y canten como las aves y vivan sanos como las flores de los campos”.
(Manuel Márquez, 1922)
Por obra de los comentarios ignorantes y malintencionados de la gran prensa, de la televisión, de los libros y de toda autoridad, resulta tremendamente difícil dar a entender que el anarquismo no es sinónimo de terrorismo, sino un ideario social que busca la íntegra liberación de los individuos y que para concretar aquel anhelo existe toda una heterogénea red de ideas, espacios y propuestas prácticas. Los anarquistas anhelan el fin de la explotación y de la autoridad coercitiva en todos sus sentidos. Por lo mismo, se estima que la ignorancia y la desigualdad del desarrollo intelectual también es una traba a vencer, en tanto el desnivel cultural crea jerarquías que pueden degenerar en la dependencia o, en el engaño de unos sobre otros. Así las cosas, la cultura vendría a ser una trascendental herramienta para la liberación.
Hoy por hoy, la educación es una demanda universal, nadie ignora su importancia en la vida social y, de hecho, en su nombre se han desarrollado no despreciables agitaciones estudiantiles en los últimos años, aunque las demandas clásicas –“mas y mejor educación”- son más antiguas que el hilo negro. Ahora bien, para la mayoría de los sectores movilizados, la solución al problema pasa por un rol más activo del Estado en la materia, puesto que hoy el sector privado ya no tiene contrapeso. Nosotros, en cambio, invitamos a crear alternativas fuera de los espacios otorgados por la institucionalidad gubernamental, lejos de su tutela y libres de los prejuicios autoritarios, competitivos y nacionalistas, de sus salas de clase.
Históricamente, el anarquismo ha puesto un interés prioritario en el cultivo de la educación, puesto que ésta, según los mismos, es un espacio y una herramienta para la liberación. “Combatiendo la ignorancia derrotareis al fascismo” anunciaban sus carteles en la guerra civil española. En este sentido, y gracias a la contribución de variadas experiencias, ha sido posible la configuración de un cuerpo teórico y práctico en donde se agrupan las ideas educacionales de los anarquistas. Ese sistema de propuestas se conoce como la Pedagogía Libertaria, la cual busca, a grandes rasgos, la creación de espacios de educación, en donde la enseñanza esté libre de autoridades coercitivas, facilitándose así el conocimiento en función a las aspiraciones y capacidades de los educandos, en donde se eliminen el castigo y los premios, reemplazando el dogma social actual de la competencia por las prácticas de solidaridad, buscándose al mismo tiempo la armonía con las demás especies animales y vegetales y con la tierra misma. Aspiraciones que, dentro de la lógica antiautoritaria, deben vivirse de forma autónoma frente al Estado, sostenidas mediante la autogestión, y con el objetivo prioritario de contribuir al desarrollo interno e integral de cada participante, es decir, lejos de la lógica privada y estatal que solo crea técnicos o ciudadanos adiestrados en la sumisión.
Uno de los hitos más importantes en el desarrollo de las ideas pedagógicas libertarias fue la experiencia y las enseñadas aportadas por la Escuela Moderna fundada por Francisco Ferrer, en Barcelona y en los primeros lustros del siglo XX. Aquella iniciativa surgió para desplazar la hegemonía quela Iglesia Católica tenía sobre el sistema educacional español. Situación que repercutía, segúnla Escuela Moderna, en que los niños sólo asimilaban prejuicios religiosos y patrióticos en los colegios, en lugar de abrir sus mentes a la ciencia y a un conocimiento experimental, en laboratorios o en excursiones al aire libre. Los chicos y chicas debían conocer las causas de los males sociales para luego combatirlos. Había que enseñar historia de la religión e historia de las guerras, para luego combatir ambas situaciones. Hay que mencionar que en aquellos días la identificación dela Iglesia y los sectores poderosos de la región española era demasiado evidente.
Uno de los principales problemas vistos en la propuesta de la EscuelaModerna, era el peligro de que las ideas políticas de sus promotores actuaran como nuevas barreras de prejuicios para la educación de los educandos. Así por ejemplo, el educador local Cesar Godoy, escribe al respecto (y en su calidad de exiliado de la Dictadura Ibañista, 1927-1931): “La Escuela Libre debe estar expuesta a todos los vientos de renovación, pero no puede ocupar una posición beligerante en el campo social. Entiéndase bien: no puede, sin amenguar la personalidad del niño, catequizarlo en nombre de ningún ismo, sea este anarquismo, liberalismo, socialismo o catolicismo”.
En la región chilena y durante las primeras décadas del siglo XX, los anarquistas fueron un vertical actor en los movimientos de reivindicación social. Y en su actuar no podían dejar de lado sus ideas sobre pedagogía libertaria. Quisiéramos reseñar algunas de aquellas ricas experiencias para darlas a conocer y para ver si algún compañero o compañera se anima a investigarlas con su necesaria detención.
Los anarquistas fundaron ateneos culturales y escuelas nocturnas, centros de estudios sociales y grupos de difusión y distensión cultural tales como las filarmónicas y los cuadros artísticos y teatrales. Dieron conferencias y fundaron variados, dinámicos y muchas veces fugaces, espacios de difusión cultural. Mas, aquel interés por la educación entre los trabajadores no les era exclusivo, de hecho socialistas y reformistas también lo practicaban. Pero hubo particularidades que hacen de aquellas iniciativas anarquistas únicas en su tipo. He aquí una somera revisión de algunas.
En Santiago, entre 1912 y 1916 funcionó el Centro de Estudios Sociales Francisco Ferrer, en cuyo seno convergían artesanos, obreros y estudiantes, a conferencias sobre diversos tópicos: desde la actualidad política hasta temas científicos, pasando por discusiones sindicales, divagaciones sobre Nietzsche, o las no escasas veladas al son de la poesía y la música libertaria. Ahora bien, a pesar del nombre del Centro no se conoce de una experiencia de escuela libertaria en el interior del mismo. De hecho, sabemos que un anarquista originario de la región argentina, llamado Daniel Antuñano, intentó crear una pero la idea no fructificó porque entre los “compañeros” unos consideraron que no había profesores debidamente preparados para tal misión, mientras que otros arguyeron la ausencia de recursos. Después de un tiempo Antuñano se fue a vivir a Viña del Mar participando del Centro Defensa y Despertar de la Mujer y fundando allí, en 1913, un espacio para la libre pedagogía. Manuel Rojas recrea a Daniel en uno de sus personajes novelescos y en su boca pone estas palabras: “Si los camaradas fundan una escuela moderna, por pobre que sea, yo seré el profesor, enseñaré lo que sé y lo que vaya aprendiendo, no un profesor propiamente dicho sino un estudioso mas, uno que estudia al mismo paso que sus alumnos.” Por su parte, desde Iquique los anarquistas de El Surco recordaban un par de años más tarde la pujante actividad de aquel hombre libre: “Y eso que no era un Pedagogo, no era un catedrático; era un simple obrero estudioso como los hay muchos entre nosotros”. Lamentablemente la iniciativa no duró demasiado puesto que su inspirador murió tiempo después –en 1917- atropellado por un tren. De esta experiencia podemos recoger dos ideas fundamentales: primero, no es necesario ser un intelectual o un experto para levantar estos proyectos y, segundo, es fundamental que aquellos sean eficientemente colectivos, para que su existencia no dependa del ánimo, o en caso extremo, de la vida de un solo hombre.
En octubre de 1919 y en una salida al campo, en las cercanías de Santiago, quedó constituida la organización educacional libertaria Generaciones Nuevas. La tesorera de esta iniciativa, Isabel Morales, nos cuenta al respecto: “Esta institución tiene como objetivo principal el instruir a los niños de los compañeros y los trabajadores en general en el entretenimiento y la sana alegría, dando lecciones al aire libre. Se enseñarán declamaciones, gimnasia sueca y canciones de la Escuela Moderna. Se publicará además un boletín de orientación racionalista para que así las madres, puedan educarse e instruir a sus hijos dentro del mayor respeto para con la personalidad de los mismos, sin prejuicios ni falsedades”. No obstante la riqueza de la experiencia, hoy por hoy sabemos que el cuidado de nuestras criaturas no es tarea exclusiva de las compañeras, es una tarea común, una responsabilidad mutua.
En el norte, en Iquique, hubo un peculiar intento de pedagogía libertaria. Entre 1922 y 1923, Justo Goicochea, antes cercano a los socialistas y ahora partícipe de las actividades culturales del Centro Anárquico La Brecha, editó cinco números del periódico La Escuela Moderna. Allí si publicaban temas de carácter científico al tiempo que su redactor ofrecía sus servicios de instrucción cultural y racionalista a los gremios obreros.
Por último, nos gustaría consignar la actuación de Manuel Márquez, maestro primario y activo anarquista, afiliado entonces a los Trabajadores Industriales del Mundo (IWW), quizás la organización anarquista de más renombrada actuación en la región chilena. Aparte de ser un entusiasta seguidor de la pedagogía libertaria, Manuel era profesor, o lo fue hasta que lo destituyeron de su puesto en el pueblito de Victoria, en la actual Araucanía, por publicar el libro Mi Palabra Anarquista (Lux, 1922). Luego de ser despedido, Manuel se hizo zapatero pues aquel oficio, artesanal e independiente, calzaba –a su entender- mejor con sus ideas anarquistas. Tiempo después publicaría A las Mujeres, un folleto orientado a concientizar sobre la causa de la liberación femenina, tarea no fácil en un contexto marcado por el machismo, incluso a veces entre los mismos libertarios. Recordemos que estamos en los años veinte y ni siquiera hoy se superan tales problemas.
Ahora bien, sobre la pedagogía libertaria, este peculiar profesor nos dice: “Las escuelas actuales son incubadoras de lacayos y dementes. Ahí se forman los esclavos modernos que se llaman ciudadanos. La escuela de hoy, lo mismo que la iglesia y el ejército, es un sostén de la burguesía canalla. Al hombre inteligente le cuesta mucho limpiarse de las farsas que le inyecta el maestro de escuela”. Sin embargo, a su juicio, la responsabilidad tampoco es exclusiva del educador puesto que: “El profesor está condenado a ser un déspota para asegurar el resultado del curso, porque si no, peligra el sueldo, miserable cantidad de metales o papeles, que no alcanzan para vivir! Los padres de familias ignorantes o llenos de prejuicios, mandan a aprender a plazo a sus hijos”.
En el mismo diagnóstico Márquez apunta: “No se usan métodos racionales y casi todo se enseña de memoria, no se toman en cuenta los sentidos, ni las capacidades, ni la utilidad de las materias!”. Como se puede ver, mucho antes de que aparecieran las propuestas pedagógicas de Paulo Freire, tan celebrado hoy entre los educadores “populares”, ya había hombres exigiendo la coherencia entre lo enseñado y la vida cotidiana de los educandos.
Siguiendo el trágico final de Daniel Antuñano, el de la escuela moderna de Viña del Mar, Manuel murió ahogado en el río Cachapoal, el 14 de febrero de 1925. Sin duda deben existir varias experiencias más: aquí sólo hemos visto algunas. Este artículo ni siquiera a tocado temas tan fundamentales en cuanto a la pedagogía libertaria como la vocación hacia la autoeducación. Con esta consiente omisión se evidencia lo complejo y amplio de la propuesta.
Pero la historia no sirve de mucho si no llevamos a la práctica estas ideas. Hoy por hoy urge trabajar por crear espacios de educación más allá de las garras autoritarias del Estado y libres al mismo tiempo de las enfermizas pasiones competitivas del orden salarial de nuestros días. A nosotros las promesas del sagrado día de la revolución ya nos han aburrido bastante; la sociedad nueva, aquella sin amos ni esclavos, esa sociedad de hombres libres, es posible construirla hoy. Pero hay que trabajar duro por ella, sobre todo para evitar que estas ricas experiencias, en este caso pedagógicas, no se vuelvan sectarias. Hoy existe un tremendo interés por la pedagogía libertaria entre nuestras gentes, hay que bregar por colectivizar esta bella idea. Se están publicando libros, se están abriendo espacios, algunos han fallado, pero no se aprende sino haciendo y observando, criticando lo que se hace y lo que se ha hecho.
Aparte de estas instancias, al parecer genuinamente libertarias, hay otras que pueden ser creadas o utilizadas para ir arrebatándole espacios al Estado. Sin ir más lejos, a lo largo de toda la región chilena, hay miles y miles de hombres y mujeres, adultos, que no saben leer y escribir. Situación que en la mayoría de los casos, no todos, se debe a que desde chicos se vieron obligados a trabajar porque la plata era demasiado escasa y porque en esa situación la escuela no daba mejores alternativas. Por experiencias personales, hemos escuchado más de alguna vez, con lágrimas, maldiciones y puños crispados de por medio, las diversas formas en que se los ha pasado a llevar. Desde humillaciones públicas hasta despidos injustificados y sin derecho a réplica. Hay espacios para actuar: este, el de la alfabetización, así como tantos otros, son vacíos abiertos en los cuales podemos trabajar. Y no se piense en asistencialismo, pues si yo no sé, por ejemplo, podar árboles, le pediré a uno que se maneje en aquella materia que me enseñe. De esta forma se anula la jerarquía por conocimiento puesto que al aprender este nuevo asunto ya no dependeré como antes de la opinión de quien me ayudó. Por eso es que si conocemos a alguien que no sabe leer, es perfectamente legitimo ofrecernos en su ayuda. Al Estado no solo se le combate en sus lugares comunes.
Así las cosas, el llamado es a despertar las prácticas de educación libertaria, desde las que podamos levantar para nuestra autoeducación y la de nuestras criaturas, hasta las que no necesariamente nacen de nosotros. Después de todo, la pedagogía anarquista tiene aun mucho que decir y aportar.
El 13 de octubre de 1909, fue fusilado tras un bullado montaje en Barcelona, el educador anarquista Francisco Ferrer. Ha pasado un siglo desde entonces. Esa fue la excusa para escribir estas palabras. Hoy, nuestro mejor recuerdo es el rescate, pero sobre todo, la crítica, la revisión y la puesta en acción de sus ideas. Adelante, por la anarquía y la libre comunicación de los conocimientos.
Manuel de la Tierra
Octubre de 2009
Notas:
*Texto publicado originalmente en El Surco, Santiago, nº8, Octubre de 2009
**Sobre Francisco Ferrer es necesario indicar que fue fusilado porque se le culpaba de dirigir el levantamiento general (Semana Trágica) que en julio de ese año (1909) había causado la destrucción de numerosas catedrales y conventos, así como cuantiosos costos a la propiedad privada. Un movimiento cuya causa primera era la resistencia de los trabajadores al reclutamiento forzoso que sobre ellos recaía. Junto a tres obreros más, se culpaba a este hombre de planear y desencadenar la ira del pueblo contra quienes no hacían más que oprimirlos. Años más tarde, la misma justicia que lo mató, reconoció su inocencia y el montaje, una vez más, quedó al descubierto.
***Sobre las ideas generales de la experiencia de Francisco Ferrer así como de la pedagogía libertaria, nos hemos basado principalmente en la edición monográfica de la revista Tierra y Libertad, región española, agosto de 2009. En el sitio de Paideia (Barcelona) y en la fundación Francisco Ferrer.
****Fuentes utilizadas:
- Humanidad. Revista Libertaria (Buenos Aires), Octubre 1927
- Manuel Rojas, Sombras Contra el Muro, Quimantú, p. 150-152
- El Surco (Iquique), 15/10/1918 y 13/3/1925
- Verba Roja, 2º Q./10/1919
- El Sembrador (Iquique) 30/9/1922 y 10/2/1923
- Acción Directa (Santiago), 2ªQ/5/1925
- Tribuna Libertaria (Santiago), 2ªQ/3/1925
- La Batalla (Santiago), en 1913
- La Escuela Moderna (Iquique), 1922-1923
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