Todo marcha a la perfección cuando de repente, sin saber exactamente por qué, decides huir de una relación donde hasta hace poco no sólo te sentías cómoda, también feliz y profundamente enamorada. Entre la indecisión y el temor a equivocarte, tu cabeza da mil vueltas pensando en los distintos derroteros que puede tomar tu vida y lo costoso que sería tomar una mala elección.
Sin siquiera advertirlo, con más dudas que certezas y en un torbellino de incertidumbre creciente, decides actuar y sin una charla previa, sin escuchar consejo alguno ni finalizar oficialmente la relación, desapareces súbitamente de la vida de esa persona: decenas de llamadas y mensajes sin rastro alguno de ti, citas canceladas ante tu ausencia y un silencio sepulcral se cimbra sobre tu relación.
Se trata del síndrome de Avellaneda, una especie de autosabotaje que afecta directamente a la relación en turno, especialmente cuando ésta se encuentra en su punto más alto y en apariencia, ningún obstáculo parece capaz de poner en riesgo el futuro de la misma. La desaparición repentina de un integrante de la pareja provoca una desconexión entre ambos seguida de un estado de incertidumbre que termina por llevar al traste lo que existía entre ambos.
Tal y como ocurre en La Tregua de Mario Benedetti, Laura Avellaneda desaparece misteriosamente de la vida de Martín Santomé luego de una gripe leve. El protagonista de la novela relata en su diario cuán extraña le parece la súbita desaparición de Avellaneda y cuánto la echa de menos, mientras en su mente dibuja distintos escenarios. En la novela del uruguayo Avellaneda muere de una enfermedad, pero en la vida real, el distanciamiento provoca el fin de la relación en un laberinto de dudas y silencio del cual es imposible escapar.
La causa más frecuente de que uno de los integrantes de la pareja desaparezca de la nada (tal y como ocurre con Avellaneda) es la inseguridad personal que provoca un cúmulo de pensamientos negativos que llenan de incertidumbre a quien lo sufre con respecto a la relación. Cuestiones como una preocupación obsesiva por el futuro, subestimarse a sí mismo o a la pareja, creer que no merece compartir la vida con esa persona o la llegada de una propuesta como el matrimonio son las principales desencadenantes del alejamiento repentino.
Para evitar caer en esta conducta, la única solución efectiva está en una comunicación de pareja eficiente, pues sólo a través de una comprensión de las inseguridades de ambos es posible sortear la incertidumbre típica de una relación. Aprender a diferenciar los distintos sentimientos y reconocer que en el amor no existe la perfección también son principios útiles para evitar sabotear una relación a causa de dudas, malentendidos o inseguridades que, en la mayoría de las veces, no tienen por qué afectar directamente a una relación de pareja.