El cortometraje de Esteban Bravo y Beth David se llama In a heartbeat («En un latido») y en estos momentos ya tiene más de 19 millones de reproducciones. La pieza explica a la sociedad que el amor es libre y que no hay que educar a los sentimientos, sino estar orgulloso de ellos. Muestra, de forma delicada, inocente y sin palabras, el romance entre dos niños.
El protagonista es el corazón de Sherwin volando, enloquecido, desvergonzado, ilusionado y sin miedos. La ternura del primer amor y el miedo a ser rechazado calan en el espectador. El órgano del joven le muestra una realidad a la que era ajeno: le gusta un compañero de colegio. Sherwin pasa vergüenza, tiene miedo a quedar en ridículo, miedo a que todo el mundo vea cómo su corazón no sigue las normas tradicionales. Pero es que aunque a muchos les siga costando entenderlo, el amor es eso.
Ante las miradas de los otros chicos del colegio, el protagonista sale corriendo y se esconde. El final es enternecedor, los dos recomponen el corazón de Sherwin.
Los autores, dos estudiantes de cine en Florida, realizaron una campaña de crowfunding a través de la plataforma Kickstarter. En ella, acumularon 14.000 dólares, cuatro veces más de su meta inicial que era de 3.000 dólares. Gracias a la recaudación, han podido contar con el compositor español Arturo Cardelús para la banda sonora.
Sherwin y Jonathan, los chicos del corto, además de conquistar ya a millones de espectadores también le han valido a su codirector para encontrar trabajo y fichar por Blue Sky Studios, el estudio de animación CGI especializado en animación y productor de películas como «Ice Age» o «Río».