Asesor del documental Debtocracy, Leonidas Vatikiotis, nos explica las ‘medidas de austeridad’ que la Unión Europea impone a los griegos. Aumento en las edades de jubilación, desmantelamiento de hospitales y escuelas, despidos masivos y demolición de los acuerdos colectivos entre los sindicatos y la patronal. Una política de shock económico mandatada por los banqueros alemanes y que lleva la firma de la Unión Europea.
El analista llama a los países de la periferia de Europa abandonar la eurozona, da cuenta de un golpe de Estado policial en el país cuna de la democracia y cree que el movimiento de resistencia a las recetas neoliberales aún no es capaz de responder la embestida. «Algunas veces me pregunto si después de estos días oscuros en Grecia, el daño mayor se encontrará en la economía o en la democracia»- advierte.
Leónidas Vatikiotis es economista y periodista. Ha trabajado como corresponsal de diferentes medios de comunicación en más de 15 países, y es especialista en temas de economía y política internacional. Elegido en dos ocasiones para la administración de la Cámara de Economía de Grecia, desde 2010 es profesor universitario de Economía Política en Chipre. En 2011 asesoró el documental Debtocracy, que trata sobre la actual crisis de soberanía y deuda de Grecia.
Rebelión quiso aprovechar su paso por Madrid durante las jornadas “Viviendo en deudocracia”, celebradas el 7 y 8 de octubre, para conversar con él sobre los desafíos que enfrenta el pueblo de Grecia, que se enfrenta, en palabras de Leonidas Vatikiotis a una época oscura, un auténtico golpe de estado perpetrado por la Comisión Europea y que se traduce en unos niveles de represión y brutalidad policial sólo comparables a la época de la dictadura.
¿Se está planteando la posibilidad entre los movimientos de protesta de salir del euro? ¿No cree que sería un ajuste de igual intensidad pero mucho más rápido y les permitiría recuperar la soberanía sobre su política económica?
– Creo que no solamente en Grecia, sino en todos los países de la periferia de la eurozona (hablo de Irlanda, España, Portugal, Italia y Grecia), el euro fue nefasto para los pueblos. Tenemos una explosión del desempleo, tenemos programas de austeridad terribles, tenemos la demolición del Estado del Bienestar que nuestros países tenían desde el período de la postguerra mundial. Creo que estos lugares deben salir de la zona euro de la Unión Europea por el bien de sus pueblos.
El mes pasado, en las conclusiones de la cumbre europea de marzo a julio, vimos el memorándum más agresivo sobre
Grecia para que adopte la política económica de la Unión Europea. La cumbre de la Unión Europea fue un copia y pega del primer memorándum sobre Grecia, que fue firmado en mayo de 2010. Creo que en los próximos meses, no ya en los próximos años, vamos a asistir al aumento de las edades de jubilación, veremos el desmantelamiento masivo del sector público, veremos la demolición de los acuerdos colectivos entre los sindicatos y la patronal. Todo esto lleva la firma de la Unión Europea, se ha decidido en la Unión Europea.
Por eso creo que los pueblos de estos países -no las clases dominantes- deben imponer la salida de la Unión Europea; deben imponer una política monetaria independiente que favorezca la creación de nuevos puestos de trabajo, que sea favorable a los pueblos y no a los intereses de los exportadores alemanes y de los banqueros alemanes, como es el caso actualmente.
¿Ha adoptado el movimiento de resistencia en Grecia la salida del euro como propuesta?
– No. Hasta ahora la mayoría de los griegos piensa que es mejor para nosotros permanecer en la Unión Europea. Los griegos creían que la participación en la Unión Europea, y mucho más en la zona euro, les ayudaría a mejorar sus condiciones de vida. Creían que Unión Europea era sinónimo de Estado del Bienestar, más hospitales, más universidades, más escuelas. Y ahora viene la Unión Europea –no el Fondo Monetario Internacional- y dice: “tienen que cerrar escuelas, hospitales y universidades”. Estoy diciendo que ha sido la Unión Europea y no el FMI porque en el caso de Grecia la Unión Europea ha sido mucho más estricta que el FMI. Incluso ahora, la Unión Europea, Ángela Merkel y otros miembros de la Comisión Europea dicen cuáles serán las medidas de austeridad de la semana siguiente.
Usted está señalando la ausencia de soberanía en los países europeos, no solamente en Grecia, aunque quizá Grecia es el ejemplo donde mejor se ve que el Gobierno ya no dirige el país, sino que éste es gobernado desde las instituciones europeas y los banqueros.
– En Grecia llamamos al primer ministro Papandreu, «Tsolákoglu», que fue el primer ministro designado por la ocupación nazi desde 1941 hasta 1942. Creo que no es una peculiaridad de Grecia. En España ocurre también algo similar. Por ejemplo, la prohibición del déficit público que se decidió en España es una violación de la voluntad del pueblo español. Si el pueblo español en las próximas elecciones elige a un partido que ocasiona presupuestos deficitarios, será ilegal, porque hay una ley que prohíbe el déficit público. Creo que hay una cuestión muy seria en la Unión Europea: ¿quién decide? Creo que la clase dominante de todos los países de la Unión Europea le han dado este derecho a la Comisión Europea porque la Comisión Europea hace su trabajo mejor, con más facilidad, y sin causar grandes conflictos. No creo que los banqueros o las bolsas griegas deban retomar la soberanía del país que le han cedido a la Comisión Europea. Creo que es hora de que los pueblos de la Unión Europea tomen de nuevo el poder en confrontación con la clase dominante del país y la Unión Europea.
Grecia cuenta con una izquierda “tradicional” fuerte (sindicatos y partidos de izquierda), y hemos visto en las movilizaciones muchos jóvenes, que además han ido acumulando una experiencia de lucha en los últimos años. ¿Cuál es la situación? ¿Ha alcanzado el movimiento un grado de articulación y consensuado algo parecido a un programa con puntos aceptados por todos?
– Mire, para decir la verdad, el movimiento en Grecia no ha respondido al desafío que tiene frente a sí. Nadie fuera de Grecia ha entendido que en el último año y medio hemos vivido un golpe de Estado. La brutalidad policial solamente se puede comparar con el periodo de la dictadura de Georgios Papadopoulos, el dictador al frente de la Junta de Generales entre 1967 y 1974. Cuando tres o cuatro personas se congregan en las plazas de Atenas, la policía los golpea con enorme violencia. Hemos visto en las primeras páginas de los periódicos fotografías de la policía golpeando a estudiantes de 6, 10, 12 años. Subrayo este aspecto porque si no lo conoces no puedes entender lo que ha sucedido en Grecia.
Toda esta tradición de la izquierda y del movimiento ahora no es capaz de sobreponerse a esta política de la represión. En mayo de 2010 tuvimos un incendio en una sucursal bancaria en el que murieron 3 personas. Todos nosotros creemos que quienes incendiaron el lugar no eran manifestantes, porque todos nosotros al día siguiente tuvimos que responder por qué habíamos quemado a tres trabajadores el día de la huelga general.
En Grecia tenemos un Estado profundamente corrupto y no hay Estado de Derecho. Hay violaciones de la ley todos los días, y la policía no rinde cuentas.
En Pakistán se dice que mientras en los demás países el Estado tiene un Ejército, en Pakistán el Ejército tiene un país. En Grecia, nosotros decimos que la policía tiene un país.
El documental “Debtocracy” muestra lo que está ocurriendo en Grecia y la brutalidad policial. Por ejemplo, ha habido casos de periodistas gravemente heridos. Al principio, cuando la policía comenzó a golpear a los periodistas, y especialmente a los reporteros gráficos pidieron que la policía les entregara chalecos con la palabra “PRENSA” escrita para que los agentes no les pegaran. Nosotros les advertimos: no os los pongáis, porque os pegarán a vosotros antes que a nadie. Y así ocurrió. Las personas que llevaban el distintivo de “PRENSA” fueron los primeros objetivos de los policías, que los golpeaban antes que a los manifestantes.
Explico esto para entender por qué el movimiento, hasta ahora, no ha respondido al desafío.
¿De modo que usted atribuye a la violencia y la represión la causa por la que el movimiento no ha alcanzado un grado mayor de desarrollo?
– Sí. Es a causa de la represión gubernamental. La policía actúa bajo las órdenes del Gobierno. Debo decirle que el vicepresidente de Grecia, Vagelis Veniselos y ministro de Finanzas, amenazó al pueblo con sacar los tanques a las calles. Dijo: “Si es necesario, ¿por qué no?”
Algunas veces me pregunto si después de estos días oscuros en Grecia, el daño mayor se encontrará en la economía o en la democracia.
¿Llevan un recuento de personas que han sido heridas o encarceladas?
– Sí, por supuesto. Hay reconocidos periodistas que han perdido su oído por disparos de bombas de humo de la policía. Hay muchas investigaciones sobre la actuación policial, pero no ocurre nada.
Hay una relación muy estrecha entre los medios de comunicación de circulación masiva, la policía y el Gobierno, que carece de toda legitimidad. El Gobierno del Pasok ahora en la encuesta de Gallup, tiene una aceptación del 10-15%. Hay otras encuestas publicadas que le dan incluso resultados por debajo de eso.
De modo que hay un Gobierno sin legitimidad y al mismo tiempo el movimiento carece de una plataforma política que articule propuestas…
Sí hay plataformas políticas. Antes se me olvidó mencionar que un papel muy negativo dentro del movimiento lo han desempeñado los sindicatos del sector privado (GSEE), que ha secundado al Gobierno y no ha tenido ningún protagonismo para rechazar la política de recortes. Ellos no dicen: “nosotros no pagamos, nosotros no debemos”, como lo afirman todas las plazas y las gentes que están luchando en Grecia.
¿Cuál ha sido el diálogo entre la izquierda tradicional y la izquierda que ha emergido del propio movimiento, en la lucha?
– No hay buenas relaciones, pero no hay enemistad. En las huelgas ves a la izquierda clásica, a la nueva, a los estudiantes, a la gente de las plazas, todos juntos. Hay algunas pequeñas sectas, pero ¿a quién le importan?
¿Hay canales de comunicación entre estos sectores?
– Por supuesto. Debo decirle que en el mes de mayo, cuando emergió el primer movimiento de indignados en las plazas, los medios de comunicación más conservadores, que apoyan las medidas de austeridad del FMI y la Unión Europea, dijeron: “¡Vivan las plazas!” y afirmaron que el futuro pertenece a las plazas, y no a la izquierda, no a los estudiantes ni a los trabajadores. Porque querían caracterizar al movimiento de indignados como contrario a la política. Pero cuando el movimiento de las plazas continuó en la lucha, en la segunda o tercera semana, ya estaba exigiendo la salida del FMI y de la Unión Europea. Se politizó muy rápida y naturalmente, sin influencias externas ni invasiones por parte de las organizaciones políticas de la izquierda. De modo fisiológico y con gran normalidad, la gente que acudía a las plazas decía: “No a las medidas de austeridad, queremos un sector público fuerte que sirva a los intereses del pueblo; queremos más hospitales y no recortes del gasto social, etc”.
Le pido su punto de vista, dejando a un lado lo que nos gustaría que ocurriera. ¿Cuál cree usted que es el futuro cercano de Grecia?
– El futuro próximo si la dejamos sola será una época oscura. El futuro inmediato es una suspensión de pagos. Alemania con los banqueros han decidido imponernos la quiebra. A primera vista parece muy bonito, porque ¿qué significa la suspensión de pagos? Significa recorte horizontal de los bonos griegos de deuda al 50%. Así que podría pensarse ¿cuál es el problema? Esto supondría una gran reducción de la deuda griega. Pero es justamente lo contrario de lo que queremos, porque el diablo está en los detalles. Y los alemanes reducirán nuestra deuda en unos términos muy estrictos, que serán: primero, zona económica especial; es decir, maquiladoras. Justamente lo que ocurre en Guatemala, Honduras, México. Quieren imponernos un régimen sin impuestos, sin leyes laborales, sin protección medioambiental. Eso es lo primero, las zonas económicas especiales.
En segundo lugar nos impondrán un enorme programa de privatización por valor de 50 mil millones de euros: quieren poner a la venta no solamente la propiedad pública, como las empresas de agua, energía, telecomunicaciones, puertos, aeropuertos, etc, sino incluso islas, montañas… cualquier cosa que sea de titularidad pública.
En tercer lugar, nuevas medidas de austeridad. Hasta ahora, el Gobierno ha despedido a 200 mil empleados públicos, desde octubre de 2009, de los que la mayoría son profesores, enfermeras, médicos, trabajadores municipales, empleados de limpieza, etc.
Subrayo esto porque se trata de servicios con un enorme impacto en la sociedad. Esto se volverá en nuestra contra en nuestra vida cotidiana. La semana pasada decidieron hasta el 31 de diciembre próximo despedir 30 mil empleados públicos más. Y estoy seguro de que les seguirán decenas de miles más, porque hay grandes déficits. Las medidas de austeridad causan recesión, la recesión causa déficit, y ¿qué dice la Unión Europea? “Tienen déficit: despidan empleados públicos”. Es un círculo sin salida.
Por Patricia Rivas