La comedia de las inscripciones parlamentarias

A las 00.00 horas del día lunes se cerró el plazo para inscribir las candidaturas parlamentarias en el Servel. Y como todo se seguía negociando hasta último momento, el resultado tiene varias sorpresas.

La comedia de las inscripciones parlamentarias

Autor: Javier Paredes

El lunes 22 a las 23.50 horas era el último momento que tenían los partidos políticos para inscribir sus respectivas candidaturas presidenciales, parlamentarias y de consejeros regionales. Y no hubo coalición que se salvara de estar esa noche, hasta último momento, realizando los ajustes necesarios para equilibrar la complejísima ecuación que representan sendas listas.

Es que las listas parlamentarias expresan correlaciones de fuerza dentro de cada coalición. Pero también expectativas y promesas de crecimiento. En tal sentido, también representan apuestas. Y el contexto particular de esta inscripción encuentra a las coaliciones políticas en un mal pie.

Pero también es un momento de implementación de una nueva legislación que introduce una gasfitería mucho más compleja, en donde deben establecerse pactos y subpactos, una cifra repartidora y cuotas de género; además del ya conocido crecimiento del número de parlamentarios y un redistritaje que todavía saca canas verdes a los estudiosos.

¿El resultado? Si bien el Servel aún debe confirmar las inscripciones y publicar la nómina oficial, por lo pronto podemos poner sobre la mesa algunos casos de candidatos que se resolvieron de modo… curioso.

La “centro-izquierda”

La nota alta de la inscripción sin duda fue el ex ministro, ex Secretario General de la Organización de Estados Americanos, ex agente ante el tribunal de La Haya, ex MAPU y ex precandidato presidencial, José Miguel Insulza. El “pánzer” había desplegado una campaña para ser senador por la región de Atacama. La directiva PS decidió que había que sacrificarle en favor de la negociación con el PC, que postuló a Lautaro Carmona.

Mientras el PS negociaba con el PC con tal de asegurar mejor competencia en circunscripciones como Valparaíso y El Maule, Insulza declaraba que no aceptaría el plan b: ser candidato por Arica, por un asunto de principios. Antes de la inscripción, apoyado por el PC y la DC, Insulza aceptó.

Otro que llama la atención es Jorge Soria, el caudillo iquiqueño que ha militado en el Partido Comunista, el PPD, la Concertación y la Derecha, y que se posiciona en el proceso vigente -posiblemente el último del que participe- nuevamente como parte del PPD.

El Partido Radical también aportó con novedades. Del centro de reciclaje político rescataron a Nelson Ávila, quien postulará al senado por la quinta región; y René Alinco, el pintoresco ex diputado conocido por sus incursiones en el asiento trasero de su camioneta.

La derecha

La nota alta en la derecha la entregó Luis Larraín. El activista de la Fundación Iguales, que apoyó activamente a Sebastián Piñera en su anterior incursión presidencial, había manifestado públicamente su desafección política de la derecha. De hecho, había engrosado las filas de la organización encabezada por Andrés Velasco, Ciudadanos.

Sin embargo, tras la fallida inscripción de Ciudadanos como partido legal a nivel nacional, quedó la Región Metropolitana como una en las que Ciudadanos no tenía presencia. Ello gatilló que Larraín debiera moverse hábilmente entre los cupos disponibles para poder postular al Distrito 10. Y lo logró, solo que en la lista de Sebastián Piñera, en el cupo de Evópoli. Será compañero de lista de Luciano Cruz-Coke.

Otro pintoresco caso fue el de Rojo Edwards. El actual diputado electo por RN había renunciado a su partido político en momentos en que la derecha pasaba por dificultades de legitimidad ante la ciudadanía, con el objeto de habilitar una carrera independiente al Senado por La Araucanía. Sin embargo, acercándose a la hora de cierre se dio cuenta de que podría resultar más conveniente participar de la lista parlamentaria de Chile Vamos, en el cupo de RN. Partido y candidato tenían sus intereses alineados.

Fue la presidenta de la UDI, Jacqueline Van Rysselberghe, la que puso el grito en el cielo para evitarlo, pues habría costado bajar de carrera por la zona al actual diputado Gustavo Hasbún. Rojo quedó como independiente.

Izquierdismo desorientado

La izquierda también vivió episodios bochornosos. Pero no resulta tan fácil de comprender.

El Movimiento Amplio Social era el movimiento político del senador Alejandro Navarro, que forma parte de la Nueva Mayoría. Sin embargo, este movimiento se dividió cuando Navarro decidió -nuevamente- romper con la Concertación (durante el anterior gobierno de Bachelet quebró con el PS, partido en el que militaba).

 

Marco Enríquez-Ominami quebró con el PS en el mismo período y formó el PRO, partido de sustento de sus dos anteriores incursiones presidenciales.

El MAS se quedó dentro de la Nueva Mayoría y el Gobierno, mientras que Navarro formó el partido País junto al ex presidente del PS, Gonzalo Martner.

Navarro es candidato presidencial de País. Pero va en la lista parlamentaria junto al PRO. Pero el PRO tiene su propio candidato presidencial: Marco Enríquez-Ominami.

¿Y el MAS? Se alió con la Democracia Cristiana y presentaron su propia lista parlamentaria.

Otro caso bochornoso fue el vivido al interior del Frente Amplio (FA), protagonizado principalmente por quien disputara la primaria presidencial del conglomerado, Alberto Mayol, y el diputado de Revolución Democrática, Giorgio Jackson. Ambos levantaron una crisis política que se tradujo en un veto de parte del FA al académico, generando uno de los episodios más tensos. Pasada la hojarasca, Mayol competirá por el mismo cupo que antes rechazó.

Por último, también fue aceptada en el Frente Amplio la candidatura de Pamela Jiles. La periodista, hasta las primarias legales de las que participó Chile Vamos y el Frente Amplio, llamaba a votar por Manuel José Ossandón en la primaria de la derecha. Hoy es candidata a diputada por el cupo del Partido Humanista.


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