El movimiento “alt-right” no da señales de que va a desaparecer en el corto o mediano plazo. Menos ahora que Trump está en la Casa Blanca, dando pie a que se intensifique.
La llamada ‘derecha alternativa’ de Estados Unidos puede ser muy vehemente, pero también es muy vaga en sus planteamientos. Se parece más a una laxa coalición de adherentes que a una ideología clara y definida, publica Rosie McCall en la editorial de IFLScience.
Más allá de los temas que conciernen a la supremacía blanca, las actitudes anti institucionalidad y un racismo poco discreto, en realidad no se sabe muy bien cuál es la causa que defienden. Por eso los psicólogos Patrick Forscher y Nour Kteily decidieron crear un perfil de este grupo. El estudio todavía está en curso, pero los resultados ya están disponibles en esta preedición.
Forscher y Kteily reclutaron a 447 miembros de alt-right y les enviaron una encuesta en línea que contenía una serie de pruebas psicológicas. Luego los investigadores compararon sus respuestas con las de un grupo de control de 382 personas.
Gran parte de los resultados confirman lo que ya se ve en este grupo: no creen en los medios ni en los políticos, apoyan a las organizaciones pro-blancos y son más propensos a mostrar un sesgo contra las personas negras. También marcan altos puntajes en lo que se conoce como la ‘triada oscura’ de los rasgos de personalidad: narcisismo, maquiavelismo y psicopatía.
Los datos demográficos no son tan sorprendentes. La cantidad de hombres dobla a la de mujeres y la gran mayoría (93,3%) son blancos. Casi tres cuartos apoyaron a Trump en la última elección, uno de cada 10 se abstuvieron de votar y un 5% apoyó a Hillary Clinton.
Tal vez lo más terrible de todo es que a los participantes se les pidió que evaluaran a diferentes grupos de gente y cuán avanzados estaban en una escala de cero a 10, donde cero representaba la calificación ‘no humanos en lo absoluto‘ y 100 representaba ‘totalmente humanos’. Los resultados fueron escalofriantes.
Los miembros de alt-right clasificaron a las personas blancas en el top de todos los grupos, con un 91,8 en la escala evolutiva, mientras que los judíos fueron clasificados con un 73,09, los mexicanos con 67,75, los negros con 64,72 y los musulmanes con 55,4. También consideraron que las mujeres eran menos evolucionadas que los hombres (83,12 frente a 88,47).
Las feministas fueron particularmente mal calificadas, con un 57,22. Los republicanos fueron considerados más evolucionados que los demócratas (82,78 frente a 60,38).
Estos datos son tremendamente importantes, porque efectivamente se trata de deshumanizar a grandes grupos de personas (básicamente cualquiera que no encaja en el molde alt-right). Creer que hay personas que son menos que humanos –por lo tanto menos merecedoras de que se respete sus derechos humanos– es un tema grave.
Cuando se trató de cuestiones sociales y de la economía, los alt-right no mostraron estar socialmente aislados o económicamente frustrados. De acuerdo al estudio, los miembros del grupo fascista y los individuos del grupo de control tenían niveles similares de amistades cercanas y los seguidores de alt-right reportaron un punto de vista más positivo sobre la economía. Parece que el prejuicio racial y la ansiedad fueron los principales factores que influyeron en su afiliación a la extrema derecha.
Forscher y Kteily identificaron dos subgrupos de la derecha: los que representan al ala más populista y anti-establishment, y aquellos con una retórica más extremista, motivados por ideales de supremacía blanca y que desean mantener la jerarquía social. Aunque notaron que hay una superposición, en que el primer subgrupo podía ser una puerta de entrada al último, a medida que se involucraban más en las redes de alt-right.
Aunque hay algunas limitaciones que los propios investigadores han reconocido, incluyendo el hecho de que confiaron en la auto-identificación de los participantes, el estudio ofrece una visión interesante de la mente y las motivaciones del ultra derechista estadounidense.
Por IFLScience
El Ciudadano