La salida del equipo económico del gobierno, tras las desavenencias con la presidenta Michelle Bachelet por la definición del Comité de Ministros respecto del proyecto minero Dominga, deja una serie de cabos sueltos en pleno contexto electoral y a seis meses del fin de la actual administración.
El escenario no es alentador en La Moneda, la decisión de sacar al trío compuesto por Rodrigo Valdés, Luis Felipe Céspedes y Alejandro Micco, aparece como una medida de fuerza de la Mandataria, que en los estertores de su mandato está ocupada de sacar adelante sus promesas electorales y fortalecer el legado de su gobierno; y, por cierto, entregar en marzo de 2018 la banda presidencial al aspirante oficialista y evitar repetir la escena con Sebastián Piñera.
Al mismo tiempo, la nueva composición del equipo económico refuerza la idea de que en el oficialismo no se ha generado la renovación de cuadros necesaria para llevar adelante, de forma real, las reformas iniciales del gobierno de Bachelet. La ratificación de Nicolás Eyzaguirre en Hacienda -quien sostuvo que su eje de trabajo será «crecimiento, crecimiento y crecimiento» y el ingreso del ex presidente del Banco Estado, Jorge Rodríguez Grossi, da cuenta que el ADN de la Concertación está por lejos de desaparecer.
Esta idea la ratifica el académico de la Universidad de Talca, Mauricio Morales, quien sostiene en conversación con El Ciudadano que el ajuste ministerial «más que una señal de que la Concertación no haya dejado el poder, es la señal de que la Nueva Mayoría nunca cuajó como coalición de gobierno». Junto con ello agrega que también queda explícito que las prioridades presidenciales divergen de los intereses ciudadanos, ya que «según las encuestas apuntan a seguridad y crecimiento».
Una mirada distinta tiene el analista del Instituto Igualdad, Ernesto Águila, quien comenta a este medio que ve en el cambio aplicado por Bachelet una demostración de fuerza y, de paso, considera que es un mensaje directo a la interna de la Nueva Mayoría para reafirmar su liderazgo, por lo que sostiene que la decisión presidencial es «coherente con la idea de seguir impulsando una agenda política muy intensa para un gobierno que está finalizando».
Cambian los payasos…
Uno de los mensajes más enfáticos de la Nueva Mayoría al momento de su creación fue que el nuevo conglomerado representaba una nueva fase de desarrollo de la centroizquierda, con una mirada a largo plazo y que por ello era necesario llevar adelante el paquete de reformas que durante este período se presentaron en el Congreso.
El progreso del proyecto de la Nueva Mayoría se fue desfigurando en el camino y, finalmente, son los referentes de la Concertación los que terminan por tomar la conducción del gobierno, al menos en el tramo final de su administración.
Ante esto, Mauricio Morales sostiene que, tirando la raya para la suma, «la Nueva Mayoría nunca estuvo» y cree, bajando en algo el perfil a la gravedad de la situación, que Bachelet «sólo está usando una atribución presidencial, y además sigue respetando los equilibrios».
Al ser consultado sobre si la medida de Bachelet es un nuevo error no forzado del gobierno, Morales cree que no es tal ya que este escenario no se sostiene por la eventualidad sino que «esto fue una operación meditada. Esto es una muestra de poder de Bachelet para descabezar al equipo económico del gobierno».
Por su parte, Águila apunta a que uno de los objetivos de la mandataria en la salida de su equipo económico es dejar en claro que los ministros de Hacienda «no son intocables» y que es ella la que manda. Esto se reafirma -argumenta- al instalar en Hacienda y Economía a «hombres conocidos y con vínculos con el mundo empresarial, poniendo énfasis en crecimiento. No constituyen un cambio en el timón».
«El cambio en sí mismo busca dar señales tranquilizadoras al empresariado», recalca el analista.
Legado: Entre la agenda legislativa y electoral
Una de las obsesiones de la presidenta Bachelet tiene relación con el legado de su gobierno, tanto en materia legislativa como en que pueda traspasarle el mando al candidato presidencial de la Nueva Mayoría, cosa que no concretó en 2010 cuando le cruzó la banda presidencial a Sebastián Piñera.
Por eso ha apretado el acelerador en materia legislativa y se ha jugado las cartas para sacar adelante sus compromisos electorales: Aborto en tres causales, desmunicipalización, matrimonio igualitario y nueva constitución aparecen de los ejes legislativos para estos seis meses, donde ya el primero está listo para ser promulgado.
Al mismo tiempo, estos proyectos se cruzan con la campaña presidencial, convirtiendo a La Moneda en actor de este período, tratando de evitar el clásico síndrome del «Pato Cojo».
«La presidenta Bachelet está preocupada de ver cómo será recordada», sostiene Águila, quien además recalca: «La agenda que desplega apunta a poder decir que cumplió con las promesas, pero a la vez está politizando la elección presidencial. Da a entender que no da lo mismo quien asuma el próximo gobierno».
Ahora, tanto el plan legislativo de Bachelet como la decisión de bajar a los ministros del área económica pueden afectar las aspiraciones presidenciales tanto de Alejandro Guillier y como de Carolina Goic, quienes buscan -contra el tiempo-posicionarse para ser quien dispute la segunda vuelta contra Sebastián Piñera.
«Afecta a las dos candidaturas, sin perjuicio de que Goic se haya distanciado más de la decisión de la presidenta Bachelet y haya marcado su prioridad de generar crecimiento», sostiene Morales, el que además cree que «Guillier puede verse más afectado, porque relativizó el cambio de gabinete».
El académico de la Universidad de Talca, consultado por la agenda legislativa, explica que «al gobierno le queda poco tiempo, por ende, lo único que queda por hacer es administrar lo que hay. La agenda estará puesta en la agenda económica, por lo que la presión estará puesta en Hacienda y Economía, dejando de lado al Congreso». A este escenario, señala Morales, se debe sumar el contexto electoral donde los parlamentarios tendrán sus energías puestas en terreno buscando votos, por lo que se debe entender que «en términos legislativos el gobierno, prácticamente, se acabó».
Así, los seis meses que quedan de esta administración se debatirán entre el protagonismo o la opacidad. Lo que determinará como recordaremos a Bachelet.