Editorial El Ciudadano Nº105, primera quincena julio 2011
El Gobierno de turno -al igual que sus antecesores- junto al poder financiero, sufren una crisis de legitimidad producto de su cínico discurso. Algunos han lucrado excesivamente empobreciendo al pueblo, nos endeudan para obtener incluso bienes básicos como la misma alimentación, hemos sido alejados de la Tierra y llevados a pagar por casi todo.
Hoy son cientos de miles los ciudadanos que se movilizan, las cifras son recortadas por la prensa que quiere mantener el modelo, pero son muchos más los que quieren cambios profundos.
Se pide educación pública gratuita hasta su etapa superior para los hijos de Chile, con financiamiento de La Viga Maestra, el Cobre. Un planteamiento claro y directo, al que Sebastián Piñera, quien se dice Presidente de todos los chilenos, no ha respondido.
A él, también, por miles, le hemos salido a enrostrar que no queremos más generación eléctrica destructora del medioambiente y contaminante, pero hace oídos sordos; manda a Hinzpeter a hablar sandeces y justificar la represión policial en las calles, o si no, a su vocera “estrella” Von Baer –involucrada en un negocio genético que pretende privatizar y controlar la semilla- a poner paños fríos.
Por el Norte, se pide que las termoeléctricas se vayan apagando poco a poco y se ocupen tecnologías más limpias para la generación de electricidad. Se lee en carteles que el Agua vale más que el Oro y claramente es así. Hemos recomendado, en un anterior editorial, que no se toquen más montañas de Los Andes que buscan descabezar masivamente, pues si lo que se quiere es Oro para luego imprimir, que se acabe con la usura y la especulación y que las “bóvedas” sean las montañas prístinas, cuyas onzas contenidas pueden aproximar para que el Estado entregue lo necesario a los pueblos sin interés a cambio más que su devolución para el erario público, sin causar perjuicio al ciudadano común y corriente.
Chile y el Mundo lo tienen todo para compartir, pero aún hay naciones en manos mezquinas con sus habitantes. Peor aún, en manos de corporaciones empresariales que financian partidos, campañas de parlamentarios y hasta de presidentes; estando corrompida gran parte de la clase política que privilegia intereses privados en desmedro del colectivo.
Se requieren nuevos actores, un nuevo espíritu, algo más allá de la Concertación y la Alianza que al unísono se han urdido para embaucarnos. Ya no reaccionaron, tienen miedo del mandato supremo que puedan determinar los pueblos y esta vez el camino no lo teje un partido, la confianza está en el movimiento donde confluyen diversos actores, como también en el uso del plebiscito desde lo comunal.
En ese enjambre también hay gente partidista, muchas son orgánicas nuevas, también hay colectivos sin cabezas, ecologistas, anarcos, y ciudadanos variopintos que sí tienen algo en común con el pasar del tiempo: Una agenda política que contiene la idea de conquistar el poder para destruirlo y llamar a una Asamblea Constituyente, que devuelva a las soberanas multitudes la decisión del país que queremos.
Ahora, en lo inmediato, lo que se busca es la salida del director de la cartera de Educación. Joaquín Lavín ya no es un interlocutor válido para los estudiantes, sus negocios ligados a la educación privada y su disfrazado lucro lo han deslegitimado. Lavín debe renunciar si no quiere seguir haciendo más hoyo a la baja credibilidad con que cuenta el Gobierno. No lo decimos sólo nosotros, lo piden los principales afectados, los y las estudiantes, y tienen buenos argumentos para exigirlo. Por mucho menos han renunciado varios ministros de Educación.
Las salidas propuestas por Lavín claramente son parches que no distan mucho del modelo de Educación de mercado, profundizado por los gobiernos anteriores y que quieren mantener vigente, endeudando a los hijos de Chile.
El Fondo Solidario del Estado no alcanza para todos y este es igualmente usurero cobrando un 2% anual a los jóvenes en Unidades Tributarias Mensuales (UTM). Luego le sigue el Crédito con Aval del Estado o los llamados Créditos Corfo con intereses que pueden llegar al 5,6 % y se presta en una Unidad de Fomento (UF) disparada. Después vienen otros financiamientos aún más crueles que pueden llegar a cobrar hasta un 7 %. Siendo los créditos para estudiar en Chile incluso más caros que los hipotecarios donde, si te va mal, el Banco se apodera de tu casa y la remata.
Los aranceles de las carreras son también prácticamente los más altos del mundo y al egresar los jóvenes pueden quedar endeudados hasta en más de 20 millones de pesos, una gran mochila comenzando recién su vida laboral, muchos con cartones entregados por casas de estudios que más parecen fábricas de salchichas.
Insistimos, queremos que exista educación pública universitaria gratuita, también básica y media de calidad sin penurias, que lo pague el Cobre pues cotiza a precios históricos y las utilidades que se perciben de él -hoy casi todas en manos transnacionales- han aumentado 40 veces respecto de cuando la clase gobernante estudió y gratis.
Según el economista Marcel Claude, se escudan diciendo “que ahora son muchos más los que quieren ir a la universidad que hace 30 años, no obstante la población en edad en entrar a cursar estudios superiores sólo se ha duplicado”.
Está claro, no es falta de fondos, es falta de voluntad. ¡Que se vayan todos! dijo el economista rompiendo el cerco informativo, gracias a una leve apertura de la TV en estas últimas semanas que, aún recortando cifras, no ha podido disimular el multitudinario descontento popular.
Finalmente, en esta edición, queremos hacer un llamado a los padres para que acompañen con todas las fuerzas a sus hijos en sus legítimas demandas que no sólo beneficiarán a ellos y sus compañeros, sino a las generaciones venideras.
Estamos claros, si Piñera no envía el mensaje de dar educación universitaria gratuita a los hijos de Chile, será entonces que tomarán más sentido nuestras convicciones de que este es un sistema perverso y hay que cambiarlo por completo.
Por Equipo Editor
El Ciudadano Nº105, primera quincena julio 2011