El trabajo de la ONG «El Merendungue», que distribuye productos «gourmet» a comedores sociales en Buenos Aires

Chocolate, dulces, pan condimentado, carne, fruta, verdura, salmón y hasta sushi son algunos de los alimentos «gourmet» que distribuye a comedores sociales de Buenos Aires la ONG El Merendungue, que posibilita a personas de bajos recursos disfrutar «lo rico» de Argentina

El trabajo de la ONG «El Merendungue», que distribuye productos «gourmet» a comedores sociales en Buenos Aires

Autor: Absalón Opazo

Chocolate, dulces, pan condimentado, carne, fruta, verdura, salmón y hasta sushi son algunos de los alimentos «gourmet» que distribuye a comedores sociales de Buenos Aires la ONG El Merendungue, que posibilita a personas de bajos recursos disfrutar «lo rico» de Argentina.

«La idea del Merendungue es que aquellos que no tienen para comer puedan disfrutar de las cosas ricas que ustedes y nosotros comemos», explicó a Efe su fundadora, Franci Haimovichi, que junto a su marido comenzaron repartiendo lo sobrante de la panadería de una conocida, impulsados por la cantidad de familias que veían buscando comida en contenedores de basura en el 2001, cuando Argentina sufrió una grave crisis económica, social y política.

Así, lo que arrancó como una pequeña asociación vecinal, hoy en día es una ONG que distribuye comida «gourmet» a alrededor de quince comedores sociales y cuyos productos llegan a cerca de 1.500 personas. El planteamiento de esta iniciativa solidaria se basa en que ya existen lugares donde las personas en situación de pobreza cubren sus necesidades alimentarias, por lo que Haimovichi dedujo que todo el mundo merecía un «capricho», «algo rico» del país de los asados, el dulce de leche y las empanadas.

El aprovechamiento de la comida que a muchos comercios y restaurantes ya no les sirve al final del día, es una de las claves de este proyecto. «Alrededor de 250 toneladas de comida por día de mercadería que estaría en condiciones de ser consumida, de ser alimento», dijo la fundadora, que sostuvo que toda la comida sobrante suele tirarse antes de ser reutilizada.

Con Haimovichi trabajan ocho personas diariamente y espera poder formar un grupo de voluntarios con necesidades especiales que ayuden a la causa y capacitarlos para que la continúen cuando ella ya no pueda llevarla adelante. La encargada de la asociación subrayó que decidieron distribuir a los comedores la comida y no ocuparse ellos mismos de repartirla porque la cantidad de necesidades creció tanto desde el comienzo de la organización que les resultó imposible poder sostenerlo por ellos mismos al no tener un espacio adecuado.

Además, indicó que el hecho de que ya existan comedores creados que necesitan de mercancía ayudó a facilitar su distribución, que para Haimovichi era importante que estuviera acompañada de un equipo especialista médico y social que ayudara no solo a llenar sus barrigas, sino a convivir con su situación de calle.

Cada comedor tiene diferentes tipos de personas que acuden, por lo que las tareas de clasificación y distribución de la mercancía son esenciales y para ello dos camionetas recorren los restaurantes colaboradores cada día -y una por la noche- para recuperar los productos frescos que los locales han seleccionado para la ONG. Luego los guardan en heladeras para repartirlos al día siguiente o los llevan «rápidamente» a los comedores, donde los prepararán para ser consumidos.

«Trabajamos de día y de noche, tenemos un montón de locales que colaboran con nosotros, por suerte. Estamos abarrotados de mercadería y podríamos tener el doble si tuviéramos una pertenencia propia, porque esto funciona en nuestra casa», transmitió desde su lugar de trabajo, uno de los patios de su vivienda que sirve como almacén para El Merendungue.

«La alegría de dar» fue el lema al que se adhirieron comercios y restaurantes de Buenos Aires, como la sandwichería Kon Kon, cuyo aporte es la comida que ya no puede servir a sus clientes, como señaló Aldana Coluccio, cocinera del restaurante. «Generalmente lo que les damos son las papas y todas esas cosas que hacemos en el día y es lo que les damos al público como guarnición, que son las papas cuña, y lo que nos queda a la salida del servicio siempre se lo damos a ellos», relató Coluccio, quien agregó que entiende que es la mejor manera de no desperdiciar la comida.

«A mí siempre me gustó esto, no me parece bien que nosotros como gastronómicos tiremos la comida, porque hay gente que la pasa mal», concluyó.


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