Sol y erupciones volcánicas: Del exomundo al intramundo… y viceversa

En un monitoreo ciudadano del comportamiento del Sol y su efecto sobre nuestra magnetósfera vi índices preocupantes en el fin de mayo del 2011

Sol y erupciones volcánicas: Del exomundo al intramundo… y viceversa

Autor: Wari

En un monitoreo ciudadano del comportamiento del Sol y su efecto sobre nuestra magnetósfera vi índices preocupantes en el fin de mayo del 2011. Era de esperarse que en las próximas 72 a 96 horas movimiento telúricos de importancia se darían -como ya viene ocurriendo desde los terremotos de Haití o el reciente de Japón- el problema era saber con exactitud dónde ocurriría, pero las bases de datos del Noaa estaban offline, los magnetómetros del red Samba no disponibles y mi ser neófito no pudo recabar más antecedentes… el 3 y 4 de junio tras una decena de movimientos telúricos de baja intensidad se produciría la apertura de un cráter en el complejo volcánico del Caulle, ubicado entre las regiones de Los Ríos y Los Lagos.

Astroposiciones, el Sol flameante, una erupción volcánica con el nacimiento de algunas marejadas y la Luna que cumplirá su mayor eclipse después de 11 años para oscurecer por casi 100 minutos la Tierra un 15 de junio de 2011 en el calendario gregoriano.

En medio de todo ello, rayos cósmicos desde otros puntos de la galaxia y nubes de protones traidas por los vientos solares. Por otra parte antenas para estudiar su comportamiento, muchas receptoras, otras emisoras, algunas con acceso público y otras no visibles se conjugan en la explosión del cordón del Caulle, la que los científicos en la zona esperaban, pudiendo advertir con tiempo a la Oficina Nacional de Emergencia, Onemi, solo una hora antes del evento.

En la presente entrega ponemos algunos otros antecedentes que van más allá del suceso y que guardan relación con la evidencia científica de fenómenos eléctricos y térmicos relacionados al efecto del Sol en nuestra climatología, en nuestra atmósfera y las capas ígneas de la Tierra hasta donde pueden llegar.

El Instituto de Estudios Espaciales de la Nasa Goddard Space Flight Center, de Nueva York –entre otros organismos- lleva un registro histórico de las grandes erupciones volcánicas desde hace muchos años. Estadísticamente significativos son los datos extraídos de las periodicidades de 11 y 80 años. Ambos ciclos para los estudiosos parecen tener correlación con los ciclos conocidos de la actividad solar, y la frecuencia de las erupciones volcánicas que aumentan o disminuyen ligeramente alrededor de los tiempos de mínimo solar o máximo.

Los mecanismos para explicar la relación Sol-Volcán implican estudiar los cambios inducidos por el Astro Rey en el estado de base de nuestra atmósfera terrestre. Aquí la termodinámica juega su rol. Las llamaradas solares traen consigo verdaderas tormentas de protones que causan cambios en los patrones de circulación atmosférica con consecuencias visibles en el campo magnético terrestre, la magnetósfera.

Estas perturbaciones que a su vez guardan relación con la interacción con el campo magnético interplanetario (IMF), se miden con magnetómetros que están instalados en distintos puntos de la Tierra, dando lugar a los llamados índices K. La combinación de los índices K medidos por distintos magnetómetros cada tres horas da lugar al índice planetario Kp.

El proyecto Ultima (Ultra Large Terrestrial International Magnetometer Array), contribuye a estas mediciones de forma global y para nuestra zona lo hace el proyecto Samba (Universidad de Ucla) que permiten medir las variaciones de las pulsaciones y seguir la pista a los vientos solares y su acción la magnetosfera interior. En Chile hay ocho de este tipo de antenas que junto a las inosondas, podrían servir para tener alertas tempranas sobre futuros movimientos tectónicos y erupciones volcánicas. Uno de los magnetómetros está en Osorno, pero curiosamente no puede acceder a sus datos, como sí puede con otros magnetómetros de otras redes distintas a Samba.

Y es que ya lo hemos señalado con anterioridad, científicos del Observatorio Nacional Astronómico de China, llegaron a conclusiones basadas en el estudio de la corriente de Focault, presente en el golpe electromagnético; concluyeron que éstas “producirían un calentamiento en las fallas conllevando a una disminución de la resistencia de corte y el límite de fricción entre las rocas”.

Sumado a ello hace años que el científico de la Nasa, Friedemann Freund mostró que las rocas ígneas pueden convertirse en semiconductores. La hipótesis del científico que cada vez cobra más fuerzas es que las placas tectónicas comprimidas y a punto de romperse generan una carga eléctrica positiva, cuya energía es transferida hacia arriba unos 100 km hasta la ionósfera donde pueden estudiarse a tiempo para prevenir terremotos.

Aquí también vale tener presente la “Teoría de las tres en raya”, TGTRPT, elaborada por el profesor Rafael López Guerrero y que dice que “El estresamiento de la magnetosfera, combinado con el adelgazamiento de la ionosfera como consecuencia del incremento de rayos cósmicos, aumenta el riesgo de tormentas geomagnéticas que pueden llegar a desplazar el equilibrio geomagnético, en períodos constantes de emisiones solares del tipo “C”. La combinación de tres tormentas solares en siete días, puede provocar, un desequilibrio geomagnético progresivo constante que se traduce en perturbaciones que afectan a las placas tectónicas, como consecuencia de reversiones geomagnéticas progresivas en la polaridad del planeta”.

¿UNA ALERTA TEMPRANA?

Dentro de las alertas tempranas para detectar movimientos tectónicos en la Tierra, el estudio del comportamiento del Sol y sus cargas despedidas es objeto de análisis de científicos que miden sus intensidades, observan el comportamiento de su llegada, su actuar en la ionósfera, para luego hacer correlaciones con la presencia de movimientos telúricos de considerable intensidad.

La evidencia científica más clara es un estudio publicado en mayo del 2011 por profesor de la Nasa, Dimitar Ouzounov; muestra y señala correlación entre tormentas geomagnéticas y el terremoto de Japón del 11 de marzo del 2011 bautizado como M9 Tohoku, el que fue analizado retrospectivamente.

En el estudio se vieron cómo dos tormentas geomagnéticas ocurrieron una el 1 de marzo y luego otra el día 11, las que fueron calificadas por el estudio como entre mínimas y moderada.

Para el día 8 de marzo se encontró el mayor índice de concentración de electrones. Con instrumentos GPS, más la interpretación de datos asociadas a la Ionex Grid, le permitió saber la cantidad de electrones contenidos en la ionosfera a escala global y cuatro ionosondas en suelo japonés, ver cómo la concentración del registro de electrones volvía a la normalidad poco a poco tras el gran terremoto.

Lo que determinó recientemente el científico Dimitar Ouzounov para muchos de los incrédulos, y en el castellano más simple, es que el terremoto de Japón fue precedido por una tormenta geomagnética, perturbación temporal relacionada a una CME, una explosión de masa coronal del Sol.

RECUADRO

El parámetro básico que mide la ionosonda es la densidad máxima de ionización por centímetro cúbico.

Se llama magnetómetro a los dispositivos que sirven para cuantificar en fuerza o dirección de la señal magnética de una muestra.

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Tanto la posición del Sistema Solar respecto del plano de la Galaxia, como su órbita alcanzando uno de los brazos espirales de la Vía Láctea, así como el débil Campo Magnético Terrestre unido a la escasa Actividad Solar (cuyo máximo de ciclo se prevé extraordinariamente bajo con posibilidad puntual de grandes Tormentas Solares a partir de agosto del 2011), permiten extrapolar un natural incremento en la formación de Nubes Bajas, grandes Precipitaciones y desplazamientos de Masas de Aire, descensos de las Temperaturas así como un incremento en la Actividad Geomagnética Terrestre en forma de seísmos y erupciones volcánicas unidas a una gran Ionización Atmosférica.

(Observatorio de Geoingeniería en España)

Por Bruno Sommer

El Ciudadano Nº104, segunda quincena junio 2011


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