Los recientes rumores sobre un ataque israelí contra la República Islámica de Irán tomaron una nueva dimensión cuando el periódico Haaretz reveló que el primer ministro Benjamín Netanyahu, junto al ministro de defensa Ehud Barak, estarían tratando de convencer a la mayoría de su gabinete de iniciar una operación militar contra las usinas iraníes – incluso sin consultar a Washington. Estos rumores fueron luego confirmados por el mismo presidente israelí Simon Peres, quien declaró públicamente que “un ataque [de Israel y la “comunidad internacional”] contra Irán es cada vez más verosímil”. Además, una reciente encuesta señala que un 41% de los israelíes apoyarían dicha acción.
Al mismo tiempo, el ejército hebreo realizó con éxito la prueba de un misil balístico capaz de portar ojivas nucleares y que puede alcanzar Irán. Además “el Ejército anunció que la Fuerza Aérea había concluido unas maniobras de una semana en Cerdeña en las que se practicaron «operaciones en un país extranjero grande”.” Esto sumado a un simulacro de ataque químico en Tel Aviv, que si bien es rutinario, solo añade más incertidumbre.
Paralelamente, el periódico británico The Guardian, reveló que “fuerzas armadas británicas están organizando un plan de contingencia para llevar a cabo una posible acción contra Irán preocupadas por sus planes de enriquecimiento de uranio”. La alta oficialidad se encuentra “examinando cuál sería el mejor lugar para desplegar barcos de la armada Real británica y submarinos equipados con misiles Tomahawk durante los próximos meses como parte de una campaña aérea y marítima.” Además, durante la cumbre del G-20, Obama y Sarkozy acordaron “la necesidad de mantener una presión sin precedentes” sobre la República Islámica.
El renovado ímpetu por cercar a Irán comenzó cuando Estados Unidos denunció un caricaturesco complot de la Guardia Revolucionaria, que presuntamente habría contactado con un vendedor de automóviles estadounidense y que éste, a su vez, contratara como sicarios a los Zetas – un reconocido cártel mexicano – para asesinar al embajador saudí y realizar atentados en la Embajada de Israel en el mismísimo Washington DC. Irán rechazó enfáticamente estas acusaciones como “propaganda de guerra”.
Dos días después de destaparse el presunto complot, el rotativo francés Le Fígaro agregó más leña a la hoguera, al señalar que en su próximo informe la OIEA (Organismo Internacional de Energía Atómica) denunciaría el “carácter militar” del programa nuclear iraní, a la luz de recientes “descubrimientos” hechos por la nueva directiva del organismo, ahora a cargo del pro-estadounidense Yukiya Amano. En aquella oportunidad, el diario francés remarcó que se las potencias occidentales utilizarán el informe para imponer pronto sanciones a Irán, antes del regreso de Vladimir Putin a la presidencia de Rusia.
Este domingo, el rotativo israelí Haaretz informó que el próximo informe de la OIEA expondría cómo los iraníes ya habrían desarrollado experimentos al borde de conseguir capacidad nuclear bélica en una base aérea cerca de Teherán, además de simulaciones de explosiones atómicas usando modelos computacionales.
En julio, el reconocido ex agente de la CIA, Robert Baer, ya había pronosticado un ataque israelí contra Irán para este otoño boreal, en especial tras la solicitud de membresía de Palestina en la ONU en septiembre.
En mayo recién pasado, medios iraníes informaron que “aviones de combate israelíes, en colaboración con fuerzas estadounidenses, estarían participando en unas maniobras militares en territorio iraquí”, con objeto de ultimar detalles para un futuro ataque a las instalaciones nucleares iraníes.
A fines de septiembre, Newsweek confirmó que Obama autorizó secretamente la venta de 55 bombas anti-búnker a Israel, venta que había sido postergada por la administración Bush para evitar que los israelíes tomaran la iniciativa de ataque. Estas bombas – ideales para penetrar en las instalaciones subterráneas donde Irán alberga sus proyectos nucleares – ya habían comenzado a ser almacenadas en la isla Diego García – base militar estadounidense – desde enero de 2010, según revelara The Sunday Herald.
Quizás para los halcones israelíes y estadounidenses el actual panorama en Medio Oriente se presenta más favorable de lo que parece a simple vista. La OTAN ya anunció el fin de las operaciones en Libia, y ha comenzado la retirada de las últimas tropas estadounidenses de Irak, a las que se sumaran algunos contingentes de Afganistán a fines de año.
Estados Unidos afina los últimos detalles del nuevo escenario, que incluiría el despliegue militar en Kuwait – frente a Irán- buscando reforzar su presencia en el Golfo Pérsico. En febrero de 2010, el jefe del Estado Mayor ruso, Nikolai Makarov, ya consideró probable que “al conseguir los objetivos planteados en Irak y Afganistán, los Estados Unidos pongan sus miras en Irán”.
Ante la matonería israelí y los preparativos anglo-estadounidenses, el gobierno iraní respondió. El ministro de exteriores, Ali Akbar Salehi advirtió que un ataque contra la República Islámica tendría consecuencias “apocalípticas” para los agresores, señalando que Irán “está preparado siempre para la guerra”.
A tener en cuenta también es la reacción del aliado más estrecho de Irán, Siria – cuyo gobierno aún no logra aplacar la rebelión armada instigada por Occidente – ante un eventual enfrentamiento en Medio Oriente. Bashar al-Assad ya había señalado que en caso de ser atacado por las potencias occidentales, “lanzaría misiles contra Israel, en el caso de que la OTAN realizara una intervención militar similar a la de Libia en su país”.
Assad advirtió que “en una primera fase lanzaría “cientos” de misiles contra los Altos del Golán, anexionados definitivamente por Israel en 1981, ataque al que se sumaría el partido-milicia chií libanés Hezbolá” y en una segunda fase “también participaría Irán, atacando la flota estadounidense y los intereses europeos en el Golfo Pérsico de forma simultánea”. En virtud de un convenio de asistencia militar entre los dos países, una guerra simultánea contra Irán y Siria es una posibilidad cierta.
Además de una escalada imparable en los precios del petróleo, una guerra entre Occidente e Irán tendría ramificaciones impensables. En abril del año pasado, el presidente ruso Dimitri Medvedev advirtió que un ataque israelí contra Irán podría desencadenar una guerra nuclear. Estos temores fueron compartidos también por el líder cubano Fidel Castro quien advirtió al mundo en reiteradas ocasiones la inminencia de dicho ataque. Wikileaks reveló que estos temores son compartidos no sólo por los líderes contrahegemónicos, pues según filtraciones publicadas en diciembre de 2010, funcionarios australianos también estarían consternados por el potencial nuclear de una iniciativa israelí.
Por Renato V.