Aclaraba el 2 mayo del 2010 en Atenas cuando el Primer Ministro de Grecia, Giorgios Papandreou, sellaba un acuerdo con la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). El acuerdo sería la vía de escape a la deuda que desde hace años el país heleno acumulaba tras décadas de que diferentes gobiernos endeudaran a una de las naciones más prósperas en la antigüedad.
Lejos estaban los Juegos Olímpicos Atenas 2004; cuando se gastó millones de euros de fondos fiscales para su producción y en la inversión turística. Pero los juegos pasaron, los turistas se fueron y se abría una brecha enorme en el presupuesto fiscal, ya agobiado por una recaudación impositiva lenta y ciega.
Pasaron los años y la deuda aumentó. Sobre todo con las transnacionales, cuyos acreedores eran inversionistas europeos, asiáticos y norteamericanos en su mayoría. Por el otro lado, los compromisos internos con la ciudadanía de reajustes salariales e inversión en el sector público también quedó en el olvido.
Las autoridades optaron por maquillar el déficit fiscal y la fuerte crisis económica a la que el país se había sometido durante el mandato del Primer Ministro Konstantinos «Kostas» Karamanlís, líder del partido Nueva Democracia, descendiente directo del Partido Popular Europeo (1976) y su histórica formación conservadora-monárquica.
El 2009 profundizó aún más la crisis financiera. El pueblo heleno evidenciaría su malestar ciudadano el que terminaría con Karamanlis como uno de los principales, si es que no, el mayor responsable en el origen de un caos sin precedentes en Grecia y la eurozona.
La crisis también traspasó los gobiernos locales y amenaza con desequilibrar la macro economía de la eurozona y, por consiguiente, de la Unión Europea en general.
No es difícil prever una caída masiva del bloque luego del intento de aglutinar diversas economías para favorecer una gran economía homogénea y global, perdiendo de vista las realidades particulares de las naciones.
La crisis de la eurozona anuncia un panorama global desalentador por efecto dominó. Así, la situación que vive Grecia, Irlanda y Portugal, podría terminar por desestabilizar a Francia, Italia, Estados Unidos; países que, si bien tienen más recursos, están al borde de la quiebra e histeria colectiva por sus malas prácticas en el sector público y una privatización cada vez más voraz.
Estos incidentes no sólo afectan a Europa, muy por el contrario y entendiendo que gran parte del globo terráqueo se encuentra bajo el modelo neoliberal, no resulta difícil vaticinar los coletazos que podría tener esta crisis global en países de Latinoamérica y parte de Asia.
EL FRACASO DE KARAMANLIS
Corría el 2008, y tras el ocaso anticipado del mandato de Karamanlis por las protestas generalizadas en Grecia, que exigían -entre sus reivindicaciones- la dimisión del gobierno en pleno; la mala gestión política y económica le pasa la cuenta a Grecia y se constituye como la mayor crisis que el país heleno viviera en las últimas cinco décadas.
Durante las elecciones anticipadas que tuvieron vida el 4 de octubre de 2009, la Nueva Democracia obtendría un escaso 33,9% de los sufragios, el peor resultado de la historia del partido conservador. El escenario vendría a sostener el descontento de la ciudadanía respecto de aquel sector político, castigando la anterior forma de gobierno, lo cual finalmente excluiría a Karamanlis como líder del partido.
Así, el 4 de octubre de 2009, asumiría el Partido Socialista de Grecia (PASOK), a cargo de Giorgios Papandreou como Primer Ministro. Si bien esta alternativa se veía con esperanza, días después de la posesión del mando, el gobierno recién asumido se daría cuenta de que los indicadores daban muestra de una realidad desconocida hasta ese entonces, con una deuda externa elevada al 113,4% del Producto Interno Bruto (PIB) del país heleno y con un déficit público de 12,7%, que para el 2010 se reduciría a 9,1%, a fin de recaudar más dinero para pagar la millonaria deuda.
De ahí en adelante la historia sería una verborrea de soluciones, a costa de la reducción de inversión púbica, la que teñiría el 2010 de Grecia, con descontento y sangre de los manifestantes que cada vez más violentos se pronunciarían en contra de las medidas adoptadas con obsecuencia por Papandreou frente a exigencias pactadas en un acuerdo pro ayuda.
El contexto político económico de Grecia a base del recorte fiscal resultaría necesario para algunos pocos, y muy contraproducente para el grueso del pueblo heleno. Para ello, Papandreous habría de tomar decisiones, las que finalmente y cuestionadas en términos de consecuencia política, terminaría por sepultar su credibilidad y la de su partido, desatando otra vez y con mayor ira el descontento ciudadano, acéfalo y desconcertado.
LA FIRMA QUE SUMERGIÓ LA GRECIA DE PAPANDREOU
Aquel acuerdo firmado en octubre del 2010, por parte del Primer Ministro heleno con el FMI y la UE, respectivamente, lejos de ser una salida altruista otorgada por los grandes poderes económicos europeos y norteamericanos, se convertiría en la cruz que el gobierno socialista debería cargar, respetando y sucumbiendo ante las presiones e injerencias extranjeras, respecto de las medidas a tomar frente a una crisis económica intrínsecamente helena, quizás, “el origen del chantaje europeo”.
Mayo del 2010 estaría en vuelto en disturbios, huelgas del sector público que se manifestarían en contra de los recortes presupuestarios, inducidos por la eurozona a fin de reflotar la economía interna de Grecia, resguardando en primer lugar los mercados europeos presentes en el país heleno, redireccionando la ayuda internacional hacia sus mismos intereses y entidades bancarias, dentro del país, y no hacia el pueblo de Grecia y su inversión en desarrollo social.
Las protestas se agudizarían; ya en mayo, las revueltas contarían con 3 personas muertas en medio de un incendio de una empresa bancaria.
Los meses venideros sirvieron para fortalecer el malestar y degastar la calidad de vida de los ciudadanos de Grecia, con leyes de austeridad en términos de inversión pública y gasto previsional aprobadas por el gobierno, y el incremento de las jubilaciones; llevado a un extremo de 60 y 65 años, mujer y hombre respectivamente. Todo esto, a raíz de un requerimiento clave del acuerdo de préstamo, exigido el 7 de julio del mismo año por el FMI y la UE.
Cumpliendo con las condiciones impuestas por los organismos prestamistas, y trasgrediendo la voluntad soberana de la ciudadanía, el año se mantendría en vilo, con una sociedad cada vez más angustiada, pero con buenas señales hacia el extranjero. Estas señales se terminan de concretar con un nuevo paquete de “ayuda”, el 5 de agosto de 2010, esta vez, con 9 mil millones de euros.
El panorama de desagrado y molestia ciudadana se extendería por todo lo restante del 2010, concluyendo un mes de diciembre con la octava huelga general de Grecia, acallado mediáticamente con un tercer desembolso por parte del FMI, sumando 2.500 millones de euros a una deuda -que para fines del 2010- se extendería a 10.780 millones en total.
2011: EL AÑO DECIDOR
Un nuevo año se hace testigo de la crisis en Grecia, el 2011 no sería sino una extensión de la problemática y la sucesión de malestar ciudadano en torno a los conflictos económicos.
En mayo del mismo año, organismos de la UE y el FMI presionan a Grecia y le exigen que modere el ímpetu social, además de continuar con los recortes estatales y así, recaudar el dinero necesario para avalar el préstamo monetario que la eurozona le entregaría al gobierno de Papandreou.
Las condiciones se cumplen y con ello, Grecia recibe un monto de 12.000 millones de euros, dinero que serviría para sacar al pueblo heleno de hoyo, pero dinero que a la larga los mismos ciudadanos tendrían que desembolsar. Las políticas de Papandreou se radicalizarían, fortaleciendo las medidas de austeridad social y de privatizaciones, a fin de recaudar 6 mil y 50 mil millones, respectivamente, para cancelar la deuda con un plazo tope de 4 años, es decir, para el 2015.
El año 2011 no estaría teñido, solamente, de inestabilidad económica; a diferencia de los años anteriores, este nuevo período tendría repercusiones eminentemente políticas. En junio, Grecia recibe la menor calificación crediticia del mundo, lo que sumado a una fuerte ola de protestas ciudadanas, terminó por desestabilizar el gobierno socialista (PASOK), pidiendo “votos de confianza” del parlamento para poder continuar con el mandato, viéndose obligado a incluir a rivales políticos, lo cual no es sino el reflejo de un modelo confuso y sin directrices claras. En junio Papandreou reformula su gabinete, nombrando a Evangelos Venizelos como Ministro de Finanzas, a fin de obtener el tan necesario apoyo del parlamento.
Dicha señal política es bien recibida por la UE y el FMI, quien para ese entonces hace entrega de nuevo tramo de ayuda monetaria, cifrando la deuda total (sólo con el FMI) en unos 17.400 millones de euros.
El año transcurre sin buenas noticias, y ya en septiembre se sentencian nuevas medidas para apalear la deuda: se plantea subir los impuestos a la ciudadanía, recortar el gasto fiscal, disminuir en un 20% las pensiones y se plantean opciones laborales cuya premisa es el despido indemnizado.
Ante estas medidas, plausibles para la UE, el pueblo heleno se paraliza y se organiza en nuevas jornadas de protestas masivas, teniendo como resultado más de 100 mil personas en la calle, en menos de dos días.
Increpado por la ciudadanía, Giorgos Papandreou debe tomar decisiones, que serían también tangentes en su gobierno y en su pertenencia como cabeza de mando.
LA DECISIÓN MÁS DIFÍCIL DE PAPANDREOU
Octubre de 2011 y los líderes de la zona euro acuerdan con los mercados y entidades bancarias privadas, reducir la deuda griega en un 50%, lo cual reduciría la deuda a la mitad; aún, muy difícil de subsidiar con los impuestos recaudados desde la ciudadanía.
La señal que emitieron desde el FMI y la UE no tuvo la reacción esperada en los organismos imperialistas y, muy por el contrario de comprometer a Grecia, abrió puertas a un referendo inclusor en donde la ciudadanía pudiera participar; como una alternativa a la seguidillas de políticas internacionales inducidas, que sumió al pueblo heleno en una crisis nunca antes vista, por más de media década.
En ese sentido, el hasta entonces Primer Ministro de Grecia, Giorgios Papandreou, anunciaba su intención de realizar un referendo popular, para consultar a la ciudadanía respecto de las medidas a aplicar, tras el nuevo paquete de préstamo monetario, que por lo demás, la mitad del pueblo heleno consideraría insuficiente.
Pero el dicho de Papandreous luego se convertiría en el desdicho que nublaría aún más el escenario político del país heleno.
El 2 de noviembre del 2011, en el marco de la cumbre del G-20, sostenida en Cannes, Francia; la Unión Europea frenaría aquel proyecto, aclarando que “no se enviaría ayuda financiera a menos de que Papandreou depusiese la intención de referendo”. De no acatar, Grecia debería cancelar la deuda para recibir más préstamos por parte de la comunidad.
Evidentemente la deuda, que aún reducida era difícil de pagar, fue la piedra de tope del referendo y cediendo ante las condiciones e injerencias, Papandreou se retracta de sus dichos; desatando por obviedad el descontento ciudadano y reviviendo las jornadas de protestas en Grecia por la nula representatividad política.
Pese a ello, y en la actualidad, el Primer Ministro Papandreous sigue provisoriamente en el mando, recibiendo el “voto de confianza” del parlamento, mas la exigencia del país y del presidente de Grecia, Karolos Papulias, ponen al mandatario del PASOK a prueba hasta las nuevas elecciones, condicionando el nuevo actuar político bajo la conformación de una coalición de unidad política; un gobierno binominal por la unidad.
Los diputados, tanto del PASOK, partido de Giorgios Papandreou, como de Nueva Democracia, insisten imperantemente que la salida de Papandreou debe ocurrir, y además de proponer nombres convienen en pactar las nuevas elecciones anticipadas a realizar el 19 de febrero de 2012.
ESCENARIO 2012
A comienzos de esta semana Papandreou dimitió. La apuesta del PASOK ahora es conformar un “gobierno de unidad” que exigió el presidente Papulias, lo que incrusta a la Nueva Derecha, en los procesos republicanos del país heleno; la misma derecha del 2008 que entregó un mando anticipadamente y endeudado de por vida.
Para bien o para mal, aquella decisión asumida entre el presidente de la nación, Karolos Papulias, y los dos líderes y/o representantes de las coaliciones (Papandreou y Samaras) conformarán un equipo político de unidad. Mientras en las calles las mayorías siguen protestando.
Mariano RIvera Figueroa
El Ciudadano