La construcción de ocho prototipos del que podría ser el nuevo muro entre México y Estados Unidos que desea levantar el presidente Donald Trump comenzó este martes en el área de Otay Mesa, en California, informó la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) de EE.UU.
La zona en la que se erigirán los prototipos está muy vigilada por fuerzas del orden, que cuentan con un plan de contingencia en caso de que se registren manifestaciones en el lugar de construcción de este polémico proyecto.
Las seis compañías seleccionadas en el proceso de licitación, que construirán cuatro prototipos de cemento y otros cuatro de otros materiales, tendrán treinta días para levantar sus modelos de muro. Los modelos tendrán entre 18 y 30 pies (5,5 y 9,1 metros) de altura y están diseñados para «disuadir el cruce de indocumentados» en el área y cumplir así con los requisitos establecidos por la Patrulla Fronteriza, detallaron las autoridades en un comunicado.
«Estamos comprometidos con proteger nuestra frontera y eso incluye la construcción de muros fronterizos», señaló en un comunicado Ronald Vitiello, comisionado interino de CBP, quien agregó que la estrategia de seguridad fronteriza incluye barreras físicas, infraestructura, tecnología y personal.
Esta zona de San Diego, donde ya existe una doble verja de separación, fue seleccionada por ser una de las zonas con mayores índices de criminalidad. El responsable de CBP indicó que el seguir adelante con el proceso de construcción del muro les permite dar un paso más para «incorporar todas las herramientas necesarias para asegurar nuestra frontera».
Los prototipos se construirán uno al lado del otro en un terreno situado a escasos metros de la actual barda que divide Otay Mesa (California) y Tijuana (México). En el lugar de las obras, cuya entrada colinda con el cruce de camiones que ingresan a Estados Unidos desde México, se observan ya decenas de vehículos pesados con equipo de construcción que superaron un filtro de seguridad antes de ingresar en esta área de acceso restringido.
En las calles cercanas se han colocado letreros que prohíben a vehículos estacionarse a partir de hoy y hasta el próximo 10 de noviembre, mientras la oficina del Alguacil del Condado cuenta con un plan de prevención en caso de que se registren protestas masivas.
«Es una pantomima política», dijo a Efe Christian Ramírez, director de la Coalición de Comunidades Fronterizas, al calificar de «exagerada» la respuesta de autoridades locales. Ramírez aseguró que ninguna de las 50 asociaciones civiles que conforman el Consorcio de Derechos de Inmigrantes de San Diego ni cerca de 60 grupos que integran una red de organizaciones en la franja fronteriza, han considerado realizar protestas, por lo que enfocarán sus esfuerzos en luchar para que el Congreso no apruebe el presupuesto necesario para la construcción del muro.
«Todo parece indicar que el presidente (Donald Trump) lo que quiere es hacerle creer a la sociedad que con estos prototipos está cumpliendo sus promesas de campaña, cuando eso está muy lejos de la realidad», agregó Ramírez.
La construcción de este muro fue una de las principales promesas electorales del presidente, que, sin embargo, carece de los fondos millonarios para su construcción, por lo que Trump llegó a amenazar con provocar un cierre parcial del Gobierno si los demócratas se niegan a incluir en el presupuesto los fondos para levantarlo.