Greg Crane es un policía estadounidense que creó un programa de entrenamiento con un objetivo claro y útil: cómo sobrevivir a un tiroteo.
Su plan se denomina Alice, pero no es por el nombre femenino, sino por el acrónimo que en inglés involucra cinco fases: alerta, cierre de emergencia, información, contrarrestar, evacuación. Con esas palabras claves, el entrenamiento ofrece herramientas básicas para encarar situaciones que impliquen un ataque armado por parte de un tirador.
Mira el siguiente video:
La página web del programa no se va con rodeos y comienza por insistir en que debe «erradicarse» la mentalidad de «eso no me puede pasar a mí», y argumenta que «la amenaza de ataque activo de un francotirador es rara pero muy real». Tan real, en EE.UU., que este lunes cobró la vida de otras 59 víctimas durante un concierto en Las Vegas.
¿En qué consiste este programa?
«Queremos que todos los estadounidenses tengan el conocimiento y las habilidades para sobrevivir cuando les disparen», se lee en el portal del programa creado por Crane, quien actualmente se desempeña como asesor en el Centro de Educación y Violencia de la Universidad de Toledo, en Ohio, EE.UU., tal y como precisa la página de esa casa de estudios.
El acrónimo de Alice implica, en inglés, las fases de «alerta», para actuar rápido; «cierre de emergencia», para resguardarse en un sitio y tomar medidas que le impidan el acceso a un agresor, como el cierre de una puerta o las ventanas; «información», para pedir ayuda mediante notificaciones por mensajes de texto o una llamada al 911; «contrarrestar», para enfrentar al atacante con el uso de cualquier tipo de arma (incluso tazas, muebles, extintores) si logra ingresar al espacio donde se encuentran sus potenciales víctimas; y, finalmente, «evacuar», una vez se tenga identificada alguna ruta de salida.
Según la base de datos Mother Jones, en los últimos 10 años se han registrado en EE.UU. 486 muertes por ataques de tiradores.
Entre las recomendaciones que ofrece el entrenamiento para aumentar las expectativas de sobrevivir a un ataque, están el silenciar el teléfono celular, ponerse en una posición que permita «sorprender» al atacante si logra entrar en la habitación que intentó bloquearse, lanzarle objetos «para interrumpir su objetivo», hacer el mayor ruido posible, abalanzarse en grupo sobre el hombre armado, «pelear sucio» y, si se logra escapar de la escena, correr en zig-zag.
Eso sí, recomienda a la víctima salir con las manos arriba para evitar que algún policía pueda dispararle «confundirlo» con el francotirador.
Las instrucciones, que parecen sacadas de una película de acción, no son fortuitas. Según la base de datos Mother Jones, en los últimos 10 años se han registrado en EE.UU. 486 muertes por ataques de tiradores. Aunque escalofriante, la cifra es sensiblemente menor que las 33.000 víctimas fatales que cada año se cuentan en ese país por el uso de armas de fuego.
¿Entrenamiento o política pública?
Programas como Alice son una iniciativa válida para quienes ven la seguridad como un asunto de preservación individual. Para otros, las estrategias de supervivencia ante un tiroteo serían menos apremiantes si el acceso a las armas en EE.UU. no fuese tan sencillo.
De acuerdo con un estudio elaborado por US Mass Shooting, más de dos tercios de las armas utilizadas por atacantes múltiples fueron obtenidas de forma legal. Lo más preocupante es que desde 1982 a la fecha, este tipo de eventos, así como el número de víctimas, han ido en aumento; los contextos más frecuentes en que se presentan son escuelas, lugares de trabajo y centros comerciales.
Para algunos, las estrategias de supervivencia ante un tiroteo serían menos apremiantes si el acceso a las armas en EE.UU. no fuese tan sencillo.
El creador de Alice confiesa que su preocupación surgió después de la masacre en la secundaria Columbine, en 1999, que dejó un saldo de 12 estudiantes y un profesor asesinados. Lisa, la esposa de Crane, formaba parte de la directiva de una escuela norteamericana, por lo que ambos consideraron necesario idear un plan para capacitar a los jóvenes y docentes en cómo actuar en los minutos previos a la llegada de la policía a la escena.
Another mass shooting reminds us to get trained. Sign up for an ALICE training. pic.twitter.com/G3pGeoYytH
— Lewis U Police (@LewisPolice) January 6, 2017
«Ayúdate»
«Si la policía no puede estar a tiempo para ayudar, lo mejor es preparar a nuestra población civil para que se ayude hasta que llegue la seguridad pública», expone el portal de Alice. El argumento, que parece lógico, tiene la misma base argumentativa de quien defiende el porte libre de armas: cada quien debe garantizarse su propia seguridad.
En EE.UU., los llamados a «cuidarse» de manera individual reciben un mayor énfasis que el diseño de una política pública para restringir el acceso a las armas. En Nevada, estado donde ocurrió el peor tiroteo en la historia de ese país, el único requisito para comprar un rifle es tener 18 años, y 21 para pistolas cortas, refiere El País. Y no hay límite en la cuantía de la adquisición o prohibición de portar armas en público.
La facilidad con que se adquieren las armas contrasta con la dificultad para endurecer la legislación. Ni siquiera la masacre que en 2012 cobró la vida de 20 niños y seis adultos en Connecticut fue suficiente para mover un ápice la permisividad para la adquisición de rifles, bajo el argumento de que eso «limitaría las libertades». Lo curioso es que, en medio de la tragedia, los únicos que celebran son las compañías armamentistas: las acciones de gigantes como Sturm Ruger o American Outdoor Brands (antiguo Smith & Wesson) han subido recientenmente entre 4% y 5%, informó la CNBC.
Para el senador republicano Chris Murphy, la inacción del congreso para legislar en esa área ha hecho al legislador»cómplice» de sucesos como los ocurridos este lunes en Las Vegas. En su cuenta de Twitter, Murphy reprochó: «Estas son armas diseñadas intencionalmente para matar a mucha gente tan eficientemente como sea posible. ¿Por qué habría de sorprenderse alguien de que esto siga sucediendo?».