La Facultad de Odontología de la Universidad de Chile apuesta por rescatar un antiguo evento de salud pública de principios del siglo XX, cuando los primeros dentistas congregaban a unos 10 mil niños para enseñarles salud bucal. Un paso para volver a regenerar el vínculo de la Universidad con las comunidades.
Los altos costos de los tratamientos dentales y la carencia de estos en el sistema público mantienen una percepción de que la profesión de dentista es la más alejada de compromisos sociales.
Para superar esto la Facultad de Odontología de la Universidad de Chile vuelve con el Día del Cepillo de Dientes, celebrado a principios del siglo XX, en el marco de una Campaña Educativa y Preventiva en salud buco-dental para rescatar el rol social de la Odontología
En la jornada la Facultad de Odontología recibirá a 500 niños y niñas de cuatro colegios municipales y de 2 jardines infantiles de Cerro Navia e Independencia, barrio en el que está insertada. Niños de entre 4 y 9 años.
Estudiantes de odontología harán de monitores y se invitó a los niños a construir un cepillo de dientes gigante, trabajo que vienen desarrollando hace un mes, luego de que se invitara a los niños de las escuelas básicas municipalizadas Camilo Mori, Cornelia Olivares, Nueva Zelandia y Luis Galdames.
En dichos colegios se generó un espacio motivacional y de acercamiento al temido mundo de los dentistas con la participación de Guaripolo, personaje de la serie 31 Minutos.
El docente René Valenzuela, curador del Museo Nacional de Odontología, contó al programa radial A Tu Salud, de la Radio Universidad de Chile que “con esta fiesta, la Facultad no sólo ha salido a la comunidad escolar, sino que instala un Proyecto más amplio que involucra un trabajo preventivo conjunto con otros actores sociales, que pase por educar y mejorar los temas de alimentación”.
La dieta, la flora microbiana bucal y el tiempo son hoy considerados factores etiológico de la formación de caries.
Valenzuela agregó que se busca “una universidad que abra sus puertas, donde entren y trabajen los niños, los ancianos y, desde ahí, trasladarnos a los colegios para contagiar el espíritu de una educación y una alimentación de calidad; puesto que cuando se trabaja en un proyecto junto a la comunidad empezamos a efectuar una construcción política interesante, que refuerza esos lazos y se construye una mejor comunidad”.
César Leygthon, historiador del Museo de Odontología, destaca además que a los colegios que invitaron van muchos niños migrantes, lo que permite a la Facultad entrar a un espacio muy interesante de vínculos sociales.
Marta Gajardo, profesora de Microbiología de la Facultad de Odontología, comenta que la “salud bucal es precaria en niños de escasos recursos. No es lo mismo la prevalencia de caries en niños de clase alta que en niños pobres. Tiene que ver con la alimentación, la higiene y el contagio. Los factores de riesgo en la población más pobre son más fuertes”.
RESCATANDO UNA TRADICIÓN
La Fiesta del Cepillo de Dientes se celebró por primera vez en 1917 en la Quinta Normal de Santiago. Leygthon contextualiza que la Odontología social surge con el impacto de la industrialización.
“En 1917 el proyecto original estuvo orientado a clínicas de proletarios en el sector de La Chimba. La primera generación de odontólogos genera el proyecto al constatar la situación de miseria de los niños, asolados por enfermedades como la tisis y la tuberculosis”.
Otro hecho es que a principios del siglo XX nace la comida chatarra. “Es la época de la refinería de azúcar de Viña del Mar y las primeras industrias de galletas en Valparaíso y la incipiente industria del tabaco. Se produce así una epidemia de caries enorme que aún no aparece en los proyectos de salud social”- relata Leygthon.
“Estos son proyectos cuya intención no fue lucrar, sino que un proyecto científico fue puesto al servicio de la comunidad” – recalca el historiador.
En las fiestas de la época se regalaban cepillos y pasta de dientes, cosas desconocidas en la época, sobre todo para los más pobres.
Una labor capital en esa articulación de la odontología con la sociedad fue hecha por Germán Valenzuela Basterrica, quien junto a un grupo de odontólogos establecen la Escuela Dental que constató la carencia y la falta de atención que había hacia los sectores populares.
“Valenzuela Basterrica, antes de irse a estudiar a Francia, plantea la necesidad de un sistema público de salud, mucho antes que la reforma de salud de Alejandro del Río, concretada a mediados de los años ‘20”- cuenta Leygthon.
Valenzuela comenta que en la época “no existía una preocupación por la infancia, había niños proletarios, trabajadores, mucha explotación infantil que tenía que ver con una situación bastante común y entendida como normal. A esto se le sumaba la mala alimentación que provoca una pandemia de caries, lo que es observado por los odontólogos que plantean una solución que deriva en esta Fiesta del Cepillo de Dientes”.
La Fiesta que duró hasta fines de la década del 20. Algunas reseñas dan cuenta de que se llegó a reunir a 10 mil niños del sector norte de Santiago en algunas ocasiones. Después se le pierde el rastro.
HISTORIA DE LA ODONTOLOGÍA
La primera Escuela Dental del país fue fundada en 1888. Hasta esa época la resolución de los problemas dentales de la población corría por cuenta de barberos y flebótomos.
Gajardo cuenta que “la dieta de los pueblos precolombinos ayudaba en la salud dental. Rica en pescado y vegetales no era favorable para la emergencia de caries, a lo más sufrían infecciones gingibales.
Los ancianos cuentan que la ceniza servía para limpiarse, pero como raya el esmalte dental, recomendaban buscar la ceniza más fina posible. “esto tiene relación con el hollín, que es el desinfectante de los mapuche”- relata Leygthon.
El inventario hecho a la Botica de los Jesuitas en 1767, luego de su expulsión del país, da luces sobre los remedios usados en la Colonia para la salud bucal. Según se desprende de la reseña, la botica mantenía un arsenal terapéutico con caparazones de cangrejo, semillas de chamico y clavo de olor.
“Había un profundo mestizaje clínico entre la medicina popular y los médicos”- consigna Leygthon.
A partir de 1888 la enseñanza de la Odontología se realiza en el Hospital San Vicente de Paul con cursos que duraban dos años, pero la especialización tuvo que esperar un tiempo para ser aceptada por el estamento médico como una rama de la terapéutica. Además las ciencias dentales tienen un origen muy ligado a la antropometría y la medicina legal, espacios en donde encuentran más auspicioso desarrollo.
La oportunidad se presentó en 1909 con el caso del Crimen de Becker en la Legación Alemana (VEA EL CASO CONTADO POR GUARIPOLO). En dicha ocasión las pericias odontológicas efectuadas a un cadáver calcinado en el incendio de la sede diplomática hechas por el director de la Escuela de Dentística, Germán Valenzuela Basterrica, permitieron resolver el misterioso caso policial.
El hecho produjo que el presidente, Pedro Montt, citara a Valenzuela a quien le pidió alguna forma de agradecer su colaboración, a lo que el dentista respondió que era momento de concretar “la construcción de una Escuela Dental moderna, que tanta falta hace al país”.
Dos años después es fundada la nueva Escuela Dental en Avenida Santa María y en 1945 se crea la Facultad de Odontología, cuyo primer Decano fue el Dr. Alfonso Leng Haygus, Premio Nacional de Arte por sus cualidades como compositor.
“Es curioso, pero la primera generación de odontólogos están muy metidos en política. Son militantes del Partido Radical, además participa Waldo Vila, uno de los pintores del siglo XX; Alfonso Leng mismo. Las vanguardias científicas y del arte están mezcladas”- observa Leygthon.
Gajardo hace ver que “la experiencia del Día del Cepillo de Dientes da cuenta que la extensión comenzó hace décadas. Hoy si bien se mide más la excelencia por las publicaciones indexadas hay que rescatar que antes un parámetro pertinente era medir la extensión que hacían las universidades, cuyo rol estaba implícito en el quehacer de la Universidad de Chile. En 1917 ya había una retroalimentación posible entre el saber universitario y la experiencia social”.
“Las políticas públicas de salud son un patrimonio porque han cuidado las comunidades y saldado de situaciones de enfermedad. Buscamos que estas políticas patrimoniales acerquen la odontología a la sociedad. Hay que rescatar el origen de este vínculo. Cuando nace la Escuela dental en 1911 está inserta en un contexto social”- concluye Leygthon.
Mauricio Becerra Rebolledo
@kalidoscop
El Ciudadano