El presidente ecuatoriano, Lenín Moreno, dio un golpe en la mesa al designar a María Alejandra Vicuña como vicepresidenta y presentar una consulta popular, procesos con los que busca afirmar su autoridad en medio de reproches de los correístas (del expresidente Rafael Correa) de su fuerza política.
Vicuña llegó a la Vicepresidencia después de que su titular, Jorge Glas, fuera a prisión preventiva como resultado de las investigaciones por presunta asociación ilícita -que él niega- en el caso de supuestos sobornos de la constructora Odebrecht.
Y aunque la defensa de Glas asegura que «no está inhabilitado» de su cargo y que se ha tomado dos meses de vacaciones mientras dura la prisión preventiva, Moreno, del movimiento Alianza País (AP), consideró que un encarcelado no puede ejercer y designó por decreto a Vicuña.
El mandatario, quien retiró las funciones a Glas en agosto pasado por una dura crítica a sus revelaciones sobre la situación económica que «heredo» de su correligionario Rafael Correa, encargó a Vicuña coordinar el proceso de la consulta, en la que el gobernante dejó su impronta conciliadora, aunque incomodó al ala correísta de AP.
La lucha implacable contra la corrupción, la defensa de la naturaleza, la abolición de la reelección indefinida, así como la eliminación de la no menos polémica ley de plusvalía, figuran en la propuesta de consulta, que ha sorteado ya una primera etapa tras haber sido admitida a tramite por la Sala de Admisiones de la Corte Constitucional.
Poco después de iniciar su mandato en mayo, Moreno y su antecesor Rafael Correa se enzarzaron en un pulso que comenzó por las críticas del expresidente a la apertura al diálogo del jefe de Estado con sectores de fuerte oposición, y que se agudizó cuando este reveló la «crítica» economía que dijo haber heredado de su correligionario.
Aunque Moreno asegura que no se ha alejado de los postulados del proyecto político de la llamada «revolución ciudadana», el ala «correísta» de AP y los seguidores del exgobernante lo dudan.
Quizá por ello, el politólogo Andrés González considera que la consulta es una «fuente de legitimidad» y un mecanismo correcto «para no caer en los autoritarismos del pasado».
No descarta que el proceso se vuelva personalista y que se crea que «decirle sí a la consulta es decirle sí a Lenín Moreno», algo que ya ocurrió en administraciones anteriores, dice a Efe.
El profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad San Francisco de Quito, cree que Moreno presentó una consulta «conciliadora» y «hecha con mucho cariño y no ensañada», que no busca demostrar «que una parte de la población está en contra de la otra».
Y es que antes de presentar las preguntas, Moreno recibió de la sociedad, incluso de sectores sumamente críticos en la década pasada, propuestas para la consulta y aunque no las ha incluido todas, adelantó que tramitará bajo otros mecanismos algunos de los restantes aportes.
Pero Moreno, que ha sabido ganarse los espacios con diálogo, encuentra en su propia casa a los más reacios opositores a aspectos de la consulta que destacados cuadros de AP creen que enfilan contra Correa.
Ello porque la tercera pregunta trata sobre la supresión de la reelección indefinida de las autoridades de elección popular, que el Parlamento aprobó mediante enmienda en 2015.
«¿Tanta vuelta, tanto enigma, tanto engaño sólo para librarse de Rafael Correa? No nos oponemos a la consulta, pero sí a la agenda oculta», ha dicho frontalmente la expresidenta del Parlamento en la última etapa de la administración de Correa, Gabriela Rivadeneira.
Su correligionaria, Marcela Aguiñaga, ha adelantado que votará «no» en esa pregunta pues opina que «va dedicada» a Correa, que ahora vive en Bélgica, para que no pueda postular a la Presidencia en el futuro.
Pero mientras dentro del mismo partido oficialista se evidencia división, el líder de la oposición, Guillermo Lasso, quien perdió en segunda vuelta con Moreno en las pasadas elecciones, ha adelantado su respaldo total a la consulta pero -eso sí- con la aclaración de que no apoya a Moreno, sino a los principios que se fundamentan en las preguntas.
Y ha ido más allá, pues ha advertido de que si la Corte Constitucional se opone a la consulta, él irá a las calles.
González, doctor en Ciencias Políticas por la Universidad de Munich en Alemania, valora la consulta como un mecanismo «para unir al país» en busca de «consolidar procesos y sanar heridas causadas por el autoritarismo del régimen pasado».