Un equipo de científicos observó el choque de dos estrellas en el espacio profundo, las que enviaron grandes cantidades de oro en una enorme «explosión alquímica», como publica el medio británico The Independent.
El par de estrellas, cuyas masas son del doble de nuestro Sol, se estrellaron a 130 millones de años luz de distancia, arrojando metales preciosos y otros elementos pesados como platino y uranio. Los expertos dicen que el evento ha iniciado un «nuevo capítulo en la astrofísica» y confirmado teorías sobre el origen de las misteriosas estrellas de neutrón.
La titánica explosión hizo vibrar el entramado del universo, distorsionando el espacio-tiempo. El descubrimiento en sí mismo es importante, puesto que esta es apenas la quinta vez que se detectan ondas gravitacionales en la Tierra.
Los científicos no solo «escucharon» la explosión al observar las ondas en el espacio-tiempo, sino que también pudieron usar telescopios –en los satélites y en la Tierra– para ver la luz y radiación emitidas desde la explosión, lo que se conoce como un kilonova.
Esa información será la que esté disponible en los años sucesivos a medida que los científicos aprendan más sobre los orígenes de este tipo de estrellas e incluso sobre todo nuestro universo, según dijeron los astrónomos.
Todas las demás detecciones de ondas gravitacionales han sido rastreadas hasta los agujeros negros se estrellan uno con otros en regiones remotas del universo, a más de mil millones de años luz de distancia.
El nuevo evento (aunque todavía muy distante) fue mucho más cercano y de una naturaleza completamente diferente. Fue causado por la colisión de estrellas de neutrones; restos quemados de estrellas gigantes, tan densas que una ínfima cantidad de su material en la Tierra pesaría mil millones de toneladas.
Los dos objetos, cada uno de aproximadamente 19 kilómetros de diámetro, se extendieron y distorsionaron el espacio-tiempo mientras se acercaron en espiral hasta chocar.
Al igual que las ondas de una piedra arrojada en un estanque, las ondas gravitacionales se expandieron a través del universo a la velocidad de la luz. Estas fueron captadas en la Tierra por dos detectores increíblemente sensibles en Washington y Louisiana, en EEUU, operados por el Observatorio de Onda Gravitacional del Interferómetro Láser (Ligo).
Fue aquí donde se realizó el primer descubrimiento de ondas gravitacionales en septiembre de 2015, el que confirmó una predicción hecha por Albert Einstein hace 100 años y que le valió el Premio Nobel a tres pioneros del proyecto.
Dos segundos después de la detección hecha por Ligo (foto abajo), el telescopio espacial Fermi de la NASA capturó una ráfaga de rayos gamma, producto de la colisión de las estrellas de neutrones.
Rápidamente, los astrónomos de todo el mundo volvieron sus telescopios hacia un pequeño parche en el cielo meridional y también vieron el destello a través del espectro de luz visible e invisible, informa The Independent.
El análisis de la luz reveló algo sorprendente: la explosión estaba produciendo oro a escala cósmica, así como otros elementos pesados.
El Dr. Joe Lyman de la Universidad de Warwick, uno de los científicos británicos involucrados, dijo: «Las exquisitas observaciones obtenidas en pocos días mostraron que estábamos observando un kilonova, un objeto cuya luz es alimentada por reacciones nucleares extremas. Esto nos dice que los elementos pesados, como el oro o el platino en la joyería, son las cenizas forjadas en los remanentes de mil millones de grados de una estrella de neutrones que se fusionan«.
El origen del oro y otros elementos pesados ha sido un misterio a lo largo de nuestra historia, pero la evidencia reciente ha sugerido que las estrellas de neutrones que colisionan podrían tener un rol en su creación.
Una tercera instalación de observación de ondas gravitacionales llamada Virgo, cerca de Pisa, Italia, también registró una leve señal del evento, lo que permitió triangular su posición.
La colisión de estrellas de neutrones ocurrió a 130 millones de años luz de distancia, en una galaxia relativamente antigua, llamada NGC 4993. Los dinosaurios todavía vagaban por la Tierra cuando las ondas gravitacionales comenzaron su viaje a través del espacio.
La señal de onda gravitacional, llamada GW170817, se detectó el 17 de agosto a las 17:41, hora mundial (13:41 de Chile).
Los resultados de Ligo-Virgo se mantuvieron estables hasta que se publicaron en las revistas científicas más importantes, como Nature, Nature Astronomy y Physical Review Letters. Ahora los investigadores internacionales esperan pasar muchos meses sumergiéndose por un océano de nuevos datos.