En la época republicana (1925-1973), se dieron varias alianzas entre las combinaciones políticos mayoritarios, a fin evitar el éxito de un partido, que llevaba mucho tiempo en el gobierno, sobre los demás; esta combinación se denominó la Tocora (Todos contra los Radicales). La derecha, con Arturo Matte como candidato, estaba segura del triunfo en las elecciones, pero sorpresivamente para los políticos, el ganador, Carlos Ibáñez del Campo, expulsó del poder a los radicales quienes, en esa época, se catalogaban como corruptos por la opinión pública.
La alianza “Tocora” sólo una excepción en la candidatura de Eduardo Frei Montalva, quien fue presentado por un pequeño partido político de entonces, La Falange. El dicho popular de “quien la sigue, la consigue” se ha revelado siempre como verdadero: tanto Frei Montalva como Salvador Allende, ambos fueron candidatos más de tres veces, consiguiendo el triunfo al final – en el caso del primero, gracias al “naranjazo” con el triunfo socialista en Curicó, provocó el triunfo de la derecha que, por miedo a los comunistas, votó en masa por Frei Montalva <freístas de la fuerza, FAF>- en el caso del segundo, la división de la derecha posibilitó el triunfo de Allende (1970). Se sabe que los freistas, para frenar la candidatura de Tomic, querían llevar como candidato a Edmundo Pérez Zujovic, pero ese intento no prosperó. Aunque los “por si acaso” no existen en la historia, ignoramos qué hubiese ocurrido de haberse aprobado un proyecto de segunda vuelta.
Retornando al gobierno de Ibáñez del Campo también hubo alianza de la mayoría de los partidos políticos contra el “general de la esperanza”, desde conservador a comunistas – sólo exceptuaban los Agrario Laboristas y los Socialistas Populares -. La “Tocoi” permitió a la oposición elegir un senador y un diputado: el socialista, de Allende, Luis Quintero Tricot y Rafael Agustín Gumucio Vives, respectivamente, (en el caso del segundo, tenía el slogan “Proteste con Gumucio”; la revista Topaze lo presentaba como Martín Lutero).
La tediosa campaña presidencial de hoy se había caracterizado por algunas polémicas entre José Antonio Kast y Eduardo Artés, lo que era obvio (sería el colmo que anduvieran en fraternos abrazos y besos), entre Marco Enríquez y Sebastián Piñera, entre Carolina Goic y Alejandro Guillier; hubo disputas menores en el seno del Frente Amplio, entre Giorgio Jackson y Alberto Mayol. El común denominador de la llamada Centro- Izquierda era lo moderados ataques a Sebastián Piñera y sendas disputas, sin trascendencia, entre ellos.
La consigna de “La Izquierda Unida Jamás Será Vencida” se ha dado muy pocas veces a través de la historia, y una de ellas fue el triunfo de Salvador Allende. Normalmente, la izquierda tiende a dividirse, sea por debates ideológicos o de personalismos (el propio Carlos Marx dijo que él no era marxista), y a diferencia de la derecha, unida especialmente por intereses económicos, en la izquierda el programa, los manifiestos, los postulados y posiciones partidarias importan mucho, de ahí que se susciten eternos debates.
La candidatura de Alejandro Guillier, se había caracterizado por la ausencia de ataques a Sebastián Piñera (de seguro pasará a la segunda vuelta) pero, afortunadamente para él como candidato – es de esperar que no sea muy tarde – tomó el caminó de atacar frontalmente a la derecha y su retrógrado programa, diciendo que “un triunfo de Piñera sería catastrófico y un riesgo para Chile”.
En el texto de la minuta le recuerda que durante su gobierno se rebelaron tanto los estudiantes y los habitantes de las provincias, en primer caso, su polémica declaración al afirmar que “la educación es un bien de consumo” y, en el segundo, por exacerbado centralismo y de las torpezas que hacían sus intendentes y ministros de Estado en las distintas regiones.
La misma minuta recuerda que durante su gobierno, Piñera no fue capaz de realizar un censo decente y efectivo, tampoco velar por la transparencia entre la relación política y negocios (varios ministros involucrados en casos de corrupción).
Guillier llama a los otros candidatos de la llamada Centro Izquierda a unirse al candidato que obtenga la posibilidad de pasar a la segunda vuelta, un especie de frente “todos contra Piñera”, que hemos anotado al comienzo de esta columna.
Es evidente que es preciso ponerse de acuerdo en algunos puntos programáticos claves, al menos un mes antes de la primera vuelta, es decir, hoy, 19 de octubre, pues abrir las conversaciones durante el proceso en el lapso primera y segunda vuelta será muy difícil y el tiempo apremia.
Por otra parte, nadie puede atribuirse los votos como propios, por consiguiente, el traspaso de votos es muy complejo – ya tenemos la experiencia de 2009, aunque la mala candidatura de la Concertación también lo explica en cierto sentido -.
De no producirse una mística anti- derecha que abarque el bloque de “todos contra Piñera”, la lucha será muy ardua y difícil para salir airosos, y terminaríamos en una restauración y retroceso, muy similar a la de Mariano Osorio y de Francisco Casimiro Marcó del Pont.
Está claro que Mariana Aylwin y sus dilectos seguidores conservadores votarán por Sebastián Piñera, según sus propias declaraciones. Nada se puede esperar de la derecha democratacristiana.
Cualquier candidato que logre el segundo lugar va a tener que trabajar muy duro para convencer a la Democracia Cristiana, a sumar a la izquierda y, sobre todo, llevar a las urnas hasta los ahora abstencionistas, espantados por la esta tediosa campaña presidencial.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)