Todo indica que para las municipales del 2012 no habrá inscripción automática ni voto voluntario; sobre todo, porque se acaba el plazo legal y por las últimas indicaciones de un grupo de personeros DC (con apoyo de parlamentarios de otros partidos) tendientes a reponer el voto como obligatorio. La discusión política y legislativa lleva un par de años y no hay acuerdo definitivo.
En marzo del 2009 se pensó que la iniciativa avanzaría de manera rápida, luego de que el parlamento aprobara una reforma constitucional que consagraba ambas iniciativas (Inscripción automática y voto voluntario). En esa dirección, sólo faltaba la ley que hiciera operativa la reforma. La campaña presidencial de ese año tenía entre sus tópicas convertir esta iniciativa en ley. Así, lo decían todos. El ganador y los derrotados. Es más, esa promesa de campaña se reflejo y menciono como una de las reformas políticas de la Nueva Forma de Gobernar en el discurso presidencial del 21 de Mayo del 2010 y del 2011. Se la planteaba como una manera de “perfeccionar nuestra democracia”.
Entre marzo del 2009 y octubre del 2012 (fecha de las municipales próximas) había tres años para que se hiciera realidad el sueño de la participación masiva en política –al menos, en el plano electoral- y aumentara la legitimidad y el prestigio de la política y su personal. Ha pasado el tiempo y la puesta en marcha de esta reforma política de “rango medio” ha quedado en suspenso y tendría fecha para su estreno en las parlamentarias y presidenciales del 2013.
Pero, si la clase política no se atrevió a jugar con la incertidumbre de los nuevos electores en las municipales, ¿tendrá la valentía para hacerlo en las presidenciales y parlamentarias donde lo que se juega es mucho mayor? En un momento hubo tiempo y voluntad; no obstante, el asunto se estanco y frustro. ¿Por qué, no puede pasar lo mismo en el nuevo escenario?
¿A qué se debe esta situación? El retraso y su postergación se deben a tres situaciones interrelacionadas; a) aspectos legales, b) operativos y c) políticos. En primer término, se trata de una reforma constitucional que involucra iniciativas de rango Orgánico Constitucional (ley # 18.556 sobre Inscripciones Electorales y Servicio Electoral, ley # 18.700 sobre Votaciones Populares y Escrutinios, ley # 18.460 sobre el Tribunal Calificador de Elecciones, ley # 19.884 sobre Transparencia y Gasto Electoral, ley # 18.603 sobre Partidos Políticos, etc.). Sin embargo es, finalmente, una cuestión de tener la voluntad política y legislativa para avanzar de manera rápida si existen los consensos, las urgencias y los quórum legislativos. Mucha boca, poca acción.
En segundo lugar, están los aspectos operativos y de implementación. En ese sentido, las municipales serían una primera experiencia muy útil para las elecciones del 2013. Esta, no obstante, es una acción que en un año es fácil de resolver. ¿Hay voluntad e interés en este aspecto? En realidad, no es muy complicado implementar el sistema en términos de generar las condiciones materiales para que funcione un padrón electoral que debería estar en torno a los 13 millones de electores a Junio del 2012. Entre lo más relevante se encuentra el tema de los domicilios de cada elector y la definición de donde vota.
Y en tercer lugar, el aspecto político que tiene como horizonte los intereses y miedos de una clase política que se tensiona en la lucha por los posicionamientos políticos en torno al poder institucional y social. Quizás, la lentitud legislativa se explique porque los actores políticos (gobierno y partidos) tienen visiones distintas en relación a los efectos del potencial ingreso masivo de los nuevos electores. Nadie discute sobre que se irá hacia la Inscripción automática y que es altamente probable el voto voluntario. Lo que ha generado tensión está vinculado a) con el voto de los chilenos en el exterior en el sentido de si se discute como ley aparte o en conjunto y b) si será el voto “voluntario u obligatorio”. La tesis del “voto obligatorio” que acaba de entrar al parlamento le pone una lapida a que en las próximas municipales tengamos en torno a 4,5 millones de nuevos electores puedan (“si quieren”) participar con su voto.
Esta reforma política (que llamó de “rango medio”) hay que entenderla en el marco de dos consideraciones. En primer lugar, hay que considerar que esta reforma al sistema político debe insertarse en un conjunto amplio de otros cambios políticos que se apunten hacia una democracia más amplia e inclusiva en la que el voto de cada ciudadano valga lo mismo. Entre las reformas que se mencionan primerias abiertas y vinculantes, elección de los consejeros regionales, voto chilenos en el exterior, iniciativa popular de ley, etc. Sin embargo, son todas reformas menores que no resuelven la crisis actual de la política. Por ello, el fin al binominal y una asamblea constituyente serian los máximos hitos de este proceso de cambio político que se ha puesto en marcha. La representación y la participación no se mejoran con reformas “de rango medio”.
En segundo lugar, destacar que hay ciertos consensos en el mundo político y social de que hay que hacer cambios importantes. Las reformas políticas que se vienen tienen como objetivo hacer el ajuste entre política, ciudadanía y desarrollo. Ese es el desafió político de los próximos años. El problema, la tensión y el estancamiento surgen cuando observamos que cada sector no sólo tiene que defender intereses particulares y corporativos, sino también sociales y ciudadanos. El conflicto y el retraso surgen porque hay posturas distintas respecto de cada tema a discutir. Sin embargo, en la Inscripción Automática y en el voto voluntario había un consenso muy amplio. ¿qué ha pasado?
¿Qué busca esta reforma? Sin duda, contribuir a “perfeccionar y legitimar” nuestra democracia. Son varias las razones que circulan acerca de las bondades de esta reforma (es decir, Inscripción automática y voto voluntario). Entre ellas, aumenta de manera considerable la participación, sobre todo, entre los menores de 30 años, aumenta la legitimidad y prestigio de la política y los políticos, fortalece la democracia y da una señal de pluralismo, igualdad e inclusión.
El aumento de los electores es, sin duda, considerable y el elemento base de la reforma. Es la incertidumbre y el miedo electoral. En rigor, prefiero hablar de potenciales electores; ya que, nada asegura que concurrirán de manera masiva a las urnas, sobre todo si el voto es voluntario. Se estima que el total de nuevos electores será de 4,5 millones y el 30% tendrá menos de 30 años. Se han escuchado muchas cifras. El Presidente hablo en los discursos del 21 de Mayo del 2010 de un potencial de 11,5 millones y de que el déficit es de 5 millones. En el discurso del 2011 no entregó cifras al respecto. Sin embargo, días atrás habló de 4,3 millones de nuevos electores. Algunos parlamentarios han hablado de 5 millones (Larroulet, Sabat), otros de 4. Lagos Weber habló de 4,7 millones.
Voy hacer una estimación a partir de las proyecciones de población que hace el Ine al 30 de junio del 2012. Hacia esa fecha el país tendría una población de 17,4 millones de habitantes. Los mayores de 18 años alcanzan la cifra de 12.777.697; es decir, 12,8 millones de electores potenciales. En términos de intervalos de edad, el 26,9% se encuentran entre los 18 y 29 años (3.430.769), el 30,7% entre los 30 y 45 años (3.916.775). El 18% entre 46 y 60 años (2.312.495). Los mayores de sesenta representaran el 24,3% de los electores (3.113.658). A su vez, 57,6% tendrá menos de 46 años. Yo diría que, si bien es un padrón electoral más joven que el actual; no lo es tanto. Diría que se trata de un “rejuvenecimiento relativo”. El cambio más fuerte se dará en el tramo de 18 a 29 años; pasando de una representación en el padrón electoral del actual 9% al 27%. Este es, sin duda, un gran cambio.
En la actualidad con una población de 17,2 millones de habitantes hay 8.285.186 inscritos en los Registros electorales. Los menores de 29 años representan el 9,2% del universo electoral y los que se encuentran entre los 30 y 44 años el 31%. Mientras en el actual padrón el 40% tiene menos de 45 años, en el nuevo padrón esa cifra sube al 58%. Es decir, con la Inscripción automática no sólo aumenta el padrón electoral, sino también hay un “rejuvenecimiento moderado” de los electores. El mayor cambio ocurra en los menores de 30 años.
El aumento se estima por tanto en torno a los 4.488.511 nuevos electores, es decir 4,5 millones más de votos.
El voto voluntario es parte de la “libertad política”. Ha emergido en los últimos días una discusión teórica e ideológica en torno a lo que implica para una democracia tener “voto voluntario u obligatorio”. No voy a entrar a ese debate. Por lo demás, a esta altura de la discusión eso ya debería estar zanjado, aun cuando en su momento la DC era partidaria del “voto obligatorio”. Hubo dos años para debatir este punto. Las élites políticas (y sociales) deben generar los incentivos para que la gente participe del proceso electoral sin coerción alguna. La Inscripción automática fomenta ese proceso. Lo que deben lograr (y eso depende de la “imagen política”) es que existan los incentivos individuales y colectivos para concurrir a la urna.
Se estima que con voto voluntario la abstención puede llegar al 30%. Aún así, el cambio es relevante. En efecto, en ese escenario existirían 3,5 millones más de electores; lo que, es equivalente a casi la mitad de los electores actuales. Aún mejor, si se mantienen los actuales ritmos de abstención. De todos, modos la hipótesis de que la abstención es mayor con “voto voluntario” que con “voto obligatorio” parece tener una base empírica muy sólida. Los diputados DC que repusieron (23 de noviembre) en la discusión legislativa el “voto obligatorio”, hablaron de que la abstención con voto voluntario llegaría en torno al 30% y con voto obligatorio en torno al 10%. Una cuestión de principios mezclada con oportunismo político.
¿Qué efectos genera esta reforma? En términos generales quiero destacar que la nueva situación es similar a los que ocurre hoy. Hoy tenemos Inscripción voluntaria y voto obligatorio. Esa forma genera a) un déficit de 4,5 millones de electores, b) un padrón electoral envejecido y c) una correlación político-electoral de fuerzas estancada que se expresa en el “duopolio binominal”.
Con la nueva reforma tendríamos Inscripción obligatoria (le llaman “inscripción automática) y voto voluntario. En rigor, se repite el que quiere vota.
Por tanto, si esta reforma no forma parte de un amplio conjunto de cambios políticos que terminen en algún momento con el binominal, no tendrá efectos políticos relevantes a corto ni mediano plazo. Es cierto, hay incertidumbre en términos de donde se irán esos votos. Hay miedo. En este hecho, radican los mayores efectos de la reforma. El impacto de los nuevos electores tiene directa relación con la distribución de estos votos entre los actores en competencia.
En el marco del sistema electoral vigente el mayor efecto es que estos nuevos electores aumenten los quiebres de la “lógica binominal”. En 20 años de democracia se ha quebrado el binominal sólo en 15 oportunidades. Si los nuevos electores apoyan mayoritariamente una tercera fuerza política aumentaría de manera relevante la competitividad en el sistema. Sería una forma de terminar con el binominal desde dentro. Quebrarlo en los hechos. Un binominal podría perfectamente funcionar con una lógica “tripolica” (es decir, tres pactos electorales competitivos).
Sin embargo, también puede ocurrir la situación contraria; de que, el binominal siga reproduciéndose y terminara con seguir consagrando el empate político electoral.
No obstante, están dadas las condiciones para la formación y consolidación de una tercera fuerza política y electoral. El piso presidencial ya está con ese 26% que sumaron las opciones de Arrate y Marco Enríquez en las presidenciales del 2009. La tarea pendiente, por tanto, es a nivel parlamentario. Las próximas municipales son una gran oportunidad para ir construyendo una alternativa. Sin embargo, hay señales que indican que el PC irá en un pacto programático con la Concertación.
Lo que debería ocurrir es que esta nueva fuerza electoral le quitará cupos a la derecha y a la Concertación como una forma de generar tres fuerzas competitivas y equilibradas a nivel político y legislativo. Sería una debacle electoral para el “duopolio binominal” que ocurriera desde dentro de su lógica.
El gran efecto, por tanto, es que los nuevos electores contribuyeran a este cambio. A la consolidación de una tercera fuerza política. Mientras tanto, todavía no hay Inscripción Automática. Y tampoco posibilidades institucionales de terminar con el binominal. Hacerlo desde dentro también es posible. La inscripción Automática es clave para ese objetivo político
Fotografía: www.elquintopoder.cl