En su cumbre de Cannes, el G-20 volvió a demostrar su incapacidad para desempeñar su papel de dirección en la economía mundial. La cita constituyó un nuevo fracaso y terminó siendo además la demostración de su incompetencia para enfrentar la aguda crisis de la eurozona. Se limitó a un comunicado con formulaciones generales. Se habló de estimular la demanda interna, mientras se siguió impulsando aplicar políticas de austeridad, con un elevado costo social. Luego de Cannes, la crisis en la eurozona continuó ahondándose. En la semana, la Comisión Europea constató que en el trimestre en curso la eurozona se contraerá así como durante el primer semestre de 2012, concentrándose los ataques especulativos sobre Italia, representada en la cita de Cannes por un cada vez más cuestionado Silvio Berlusconi, que finalmente debió dimitir. El G-20 adoptó una serie de acuerdos orientados a reducir los riesgos “sistémicos” de los grandes bancos globales, pero para ser aplicados muy diferidos en el tiempo. El gran problema es que el mundo carece de instituciones y mecanismos de dirección globales. El G-20 no fue ni podía ser la solución y no se estudian nuevas instancias y mecanismos para resolver este vacío.
La reunión de Cannes del G-20 ratificó que, a diferencia de las obligaciones que se autootorgó, no constituye efectivamente un organismo de dirección de la economía mundial. Nuevamente sus decisiones tuvieron escasa relevancia frente a la magnitud de los problemas globales y, en particular, de la eurozona, aunque la cita estuvo muy dominada por los acontecimientos de Grecia y la profunda crisis de esta región, con su tercera economía más grande, Italia, intervenida abiertamente por el FMI y la Comisión Europea, que revisarán periódicamente el cumplimiento de su plan de ajuste. En la supervisión, señaló la directora del FMI, Christine Lagarde, “seremos rigurosos, exigentes y laboriosos” (05/11/11).
El mundo carece de instancias de dirección efectivas. No lo es el G-20 ni tampoco la Unión Europea (UE) enfrentada a una crisis cada vez más aguda. “Puede ser difícil de imaginar –escribió Barry Eichengreen, después de Cannes- que la crisis en Europa podría empeorar, pero acaba de hacerlo. Los líderes de la Unión Europea en su cumbre (…) fracasaron en generar cualquier cosa sustancial. Y la (…) cumbre del G-20 en Cannes no produjo ningún acuerdo sobre medidas que ayuden a resolver la crisis”. En el segundo trimestre, según Eurobarómetro, la desconfianza en la UE llegó a un 47%, mientras la desconfianza descendía al 41% y en el BCE creía apenas un 36%. Incluso el ideólogo del Tratado de Lisboa, Jean-Claude Piris, declaró a Financial Times que “la legitimidad de la UE está en juego” (12/11/11).
“La cumbre –sintetizó Economist Intelligence Unit (EIU), haciendo un balance de la reunión de Cannes- fue calificada mayoritariamente como un fracaso. Los avances en temas globales más amplios –detalló- fueron confinados a una larga lista de declaraciones de principios sobre asuntos como la importancia de un sistema financiero estable y mantener los océanos limpios” (08/11/11). Ello cuando la economía mundial vive una fase de desaceleración y de nuevo agravamiento de la crisis financiera iniciada a mediados de 2007.
No hubo acuerdo, por ejemplo sobre aportes al Fondo Europeo de Estabilización Financiera (FEEF) creado por la eurozona, para ir en ayuda de los países en dificultades, con lo cual queda en duda que puede reunir los fondos comprometidos. La canciller alemana, Angela Merkel, informó que algunos países estarían con disposición a participar, otros plantearon interrogantes y, finalmente, están aquellos que lo desestimaron abiertamente, entre los cuales figura Brasil. “No tengo intención de invertir en el Fondo –si los europeos no tienen planes de contribuir- dijo su presidenta, Dilma Rousseff-, ¿por qué lo tengo que hacer yo? Prefiero invertir más recursos en el FMI, porque al menos sé que ahí cuento con un garantía, con un colateral” (05/11/11). El aporte del FMI igualmente es dudoso, Christine Lagarde aclaró que la institución “solo presta a países” “Sarkozy y Merkel –comentó Financial Times- fueron dejados en la humillante posición como lideres europeos de solicitar ayuda a otros países del G-20, ninguno de los cuales estuvo dispuesto a hacer un fuerte compromiso en la ausencia de detalles convenientes de cómo la eurozona resolverá sus problemas” (07/11/11).
En el caso de Grecia –puntualizó EIU-, era poco realista esperar que el G-20 tuviera éxito donde falló la Comisión Europea, especialmente porque el G-20 no tiene autoridad sobre la eurozona. Pero –se preguntó la unidad de estudio de The Economist- ¿por qué, entonces, involucrarse? (08/11/11). Los organismos europeos no han sido capaces de enfrentar su propia crisis.
El aumento de recursos para el FMI quedó diferido y diseñar la fórmula a utilizar se postergó para febrero. La resolución se dificultó por la postergada decisión de aumentar la participación en las resoluciones de los países emergentes. Sin esta contrapartida es altamente improbable que estos países puedan estar de acuerdo en aumentar sus contribuciones en forma significativa.
El informe entregado por el FMI a la cumbre constató que la actividad económica de las economías industrializadas “se mantiene en una velocidad baja”, responsabilizando de ello a las autoridades políticas. “La parálisis y la incoherencia de las políticas –señaló- han contribuido a exacerbar la incertidumbre, a una pérdida de confianza y a reforzar la tensión en los mercados financieros”, proponiendo que estas economías “deben moverse con rapidez para poner en marcha planes creíbles de consolidación de mediano plazo, lo cual ayudará a preservar el margen para apoyar planes en el corto plazo que apuntalen a la recuperación” (13/11/11).
Frente al peligro de que se profundice la caída en los niveles de actividad en las grandes economías, las cuatro mayores (EE.UU., China, Japón y Alemania) se “comprometieron” a estimular las respectivas demandas internas. En varios casos fue únicamente la reiteración de declaraciones que habían ya efectuado con anterioridad. Barack Obama lo vinculó a su plan presentado al Congreso estadounidense para reactivar el empleo, que ha encontrado una fuerte oposición para su aprobación y es extraordinariamente dudoso que lo pueda sacar adelante, apareciendo más bien como una formulación de su campaña electoral a la reelección. Japón aporta con su plan de reconstrucción ya en ejecución. No constituye, por tanto, algo nuevo. En el caso de China la potencia asiática, hizo referencia a sus decisiones también ya tomadas de “fortalecer las redes sociales, incrementar los ingresos de las familias y cambiar el patrón económico”, lo cual se verá complementado con el proceso “en marcha” de concederle mayor “flexibilidad” al yuan.
La novedad fue el compromiso en la misma dirección de Angela Merkel, dado que Alemania ha sido la gran propiciadora de las políticas de “austeridad” que han empujado a la eurozona a la recesión. Merkel habló de “tomar medidas para incrementar la demanda interna” (05/11/11), contradictoria con las políticas que impulsa en la región y cuando la Comisión Europea pronostica que la economía germana se paralizará completamente en los últimos meses de 2011, para crecer apenas una y dos décimas respectivamente en el primer y segundo trimestre de 2012. Esta declaración formal se produjo cuando el nuevo presidente del BCE, el italiano Mario Draghi, habló de que se registraría en la eurozona antes de finalizar 2011 “una suave recesión”. El comisario de Asuntos Económicos y Monetarios de la Comisión Europea reconoció a la semana siguiente de la reunión del G-20, que “el crecimiento en Europa se ha estancado”. Este proceso se acentuará en el trimestre en curso y se prolongará durante el primer semestre de 2012, lo que supondrá –dijo- “la paralización del crecimiento de empleo” (11/11/11), cuando se ubica según el organismo comunitario en el 9,7% de la fuerza de trabajo. De acuerdo a sus proyecciones Italia entrará en recesión al contraerse su producto durante dos trimestres consecutivos (octubre-diciembre y enero-marzo de 2012). Lo mismo acontecerá, anticipó, con Luxemburgo y Chipre para no mencionar a Grecia y Portugal con cifras en rojo en el año en curso y en el próximo.
De otra parte, la economía italiana, igual que la de Grecia, se dirige abiertamente desde el exterior. Los presupuestos para 2012 que debían someterse a la consideración del parlamento fueron redactados, pocos días después de la cumbre del G-20, bajo la supervisión directa de personeros de la Comisión Europea y el BCE. “La prisa es tanto y la situación tan dramática –constató El País- que, por una vez, se dejó de lado la diplomacia. Los inspectores entraron hasta la cocina del Banco de Italia y de los Ministerios de Economía y de Administraciones Públicas para comprobar, in situ, que los datos aportados son reales” (10/11/11).
El gran problema reside en la magnitud de la economía italiana. Si fuese necesario un “rescate”, como ya se efectuó en otros países, ni el FEEF ni el FMI disponen de recursos adecuados para materializarlo. Al FEEF le quedan disponibles 250.000 millones de euros y el FMI cuenta con unos 300.000 millones, pero con la objeción de países como Brasil que se destinen más fondos exclusivamente a la eurozona. De otra parte, Alemania se ha opuesto a que el BCE actúe como prestamista de última instancia. Ni siquiera frente a problemas urgentes de gran magnitud Cannes indicó un camino para enfrentarlos.
A propuesta del Consejo de Estabilidad, el G-20 aprobó un conjunto de medidas a adoptar por los grandes bancos, pero a aplicar desde 2016, concediéndoles un tiempo superior al previsto en reuniones anteriores. Entre ellos figuran dos consorcios transnacionales controladores de las mayores instituciones bancarias chilenas: el español Santander y el Citigroup, que participa en la dirección del Banco Chile, junto con el grupo Luksic. Los acuerdos de Basilea establecen que todos los bancos deben elevar gradualmente entre 2013 y 2019 su capital de máxima calidad del 2,5% al 7% de sus activos ponderados por riesgo. A esta condición se añade en los grandes bancos un recargo de capital entre el 1% y el 2,5% de los activos. En el listado figura el belga Dexia, intervenido poco antes de la resolución y dividido entre los tres países que participaban en su control. El listado se revisará anualmente y la decisión definitiva se adoptará en 2014, cuando se establecerá el porcentaje de recargo a cada banco. Se difiere en adoptar resoluciones que son necesarias en un plazo mucho más breve.
Los problemas de la banca no provienen exclusivamente del alto riesgo de las deudas soberanas, sino de los activos dañados adquiridos con anterioridad al comienzo de la crisis financiera. Según un informe del banco Credit Suisse, 16 de los principales bancos europeos poseen de conjunto unos US$532.000 millones en activos sospechosos, suma superior a la deuda gubernamental griega, irlandesa, portuguesa y española que estas instituciones tenían contabilizados a fines de 2010. A ello se le debe añadir los préstamos a clientes concedidos en esos países, que por sus crisis económicas en muchos casos son de difícil recuperación.
El contagio a otras regiones del mundo es muy grande. ¿No debería haber sido un tema abordado en Cannes? Los grandes bancos estadounidenses tienen una elevada exposición en Europa. Un sondeo de la Reserva Federal, dado a conocer en noviembre, consignó que “en torno a la mitad de los bancos locales consultados, en su mayoría grandes, indicó que habían hecho préstamos o extendido líneas de crédito a bancos europeos (…)” (08/11/11).
¿Qué posibilidad existe de que la debilidad de los bancos de la eurozona se traslade hacia América Latina? Un 44,7% de los activos que la banca global tiene en la región –US$565.000 millones sobre US$1.264 millones – corresponde a instituciones de los ocho países más expuestos a la crisis de las deudas soberanas europeas, incluyendo a Alemania, Francia y España. Donde tienen colocados más recursos, de acuerdo a cifras de marzo del Banco de Pagos Internacionales (BPI), son Brasil, México y Chile. “Latinoamérica –advirtió el jefe del departamento económico y monetario del BPI, Stephen Cecchetti- puede verse afectada directamente a partir de la crisis. Algunos de los principales financistas de la región –agregó- están bajo una tensión severa a partir de su exposición (…)” en Portugal, España, Italia, Irlanda y Grecia, o sea en los países más golpeados a la fecha por la crisis (06/11/11).
“El creciente stock de los bancos extranjeros en Latinoamérica –insiste Cecchetti- crea el potencial de una detención súbita de los flujos a la región”. Este riesgo se reduce, pero no desaparece, debido a que en muchos casos parte importante de su financiamiento lo obtienen en el mercado local, lo cual mirado desde otro ángulo significa que sus rentabilidades muchas veces muy elevadas la generan con cargo a sus clientes al interior del país en que están actuando.
En Chile, las posiciones de los bancos extranjeros – si se considera al Banco de Chile que tiene una dirección compartida entre el grupo Luksic y el Citigroup- llega a aproximadamente un 50% de sus activos. De los países más comprometidos directamente por la crisis la presencia más relevante en la región la tienen los españoles Santander y BBVA con un 24,5% y un 8,3% de las colocaciones de acuerdo a las cifras a septiembre. España es de donde hay más recursos invertidos en América Latina, un 89% del total de sus colocaciones en naciones “emergentes”.
La semana siguiente de la reunión del G-20, la Comisión Europea se vio obligada a elaborar una norma europea para evitar que la obligación de recapitalizar los bancos implique una disminución en el otorgamiento de créditos. “Queremos asegurarnos –sostuvo el comisario de Mercado Interior y Servicios de la UE, Michel Barnier- de que no haya un desendeudamiento masivo y repentino” (09/11/11). La Comisión se propuso proponer la medida “muy rápidamente”, sin indicar en qué consistiría.
En resumen, la economía mundial no cuenta con un mecanismo de dirección. Las resoluciones más relevantes son las adoptadas por sus autoridades nacionales al interior de los países económicamente más importantes, mientras tanto la crisis financiera global sigue transcurriendo durante más de cuatro años y la desaceleración global sigue avanzando, entrando la eurozona en recesión.
Por Hugo Fazio
El Ciudadano