Se adjudicó a tres consorcios extranjeros la explotación de hidrocarburos en Magallanes, uno de los pasos tendientes a la privatización de la empresa estatal de petróleo. Dirigente advirtió que se quiere entregar a manos de empresas privadas la energía del país.
Las Empresa Nacional del Petróleo (Enap) vivió semanas decisivas. Un convenio firmado con Ecuador, el 3 de octubre pasado, abrió la posibilidad de explorar hidrocarburos en 4.000 kilómetros cuadrados en el Golfo de Guayaquil, lo que podría significar que la empresa pueda explotar crudo, en caso de encontrarlo, por 20 años.
El ruido de los bombos y platillos generados por esa noticia, sin embargo, silenció un hecho de igual relevancia para Enap. La adjudicación de empresas extranjeras para la explotación de hidrocarburos en cinco bloques en Magallanes: Isla Norte, Flamenco, Campanario, San Sebastián y Marazzi-Lago Mercedes.
Las compañías extranjeras beneficiadas fueron Geopark, Wintershall e YPF.
La operación fue presentada por Ricardo Cruzat, gerente general de Enap -cuya trayectoria está vinculada al mundo privado- como una “diversificación del riesgo exploratorio”. Sin embargo, para la Federación Nacional de Trabajadores del Petróleo (Fenatrapech) y los distintos sindicatos afiliados -con más de 2.800 trabajadores asociados, de un total de 3.500 en toda su dotación- lo ocurrido tiene serios efectos.
El recién asumido presidente de la organización sindical, Jorge Fierro, otrora vicepresidente del sindicato de Enap-Biobío y sucesor del fallecido dirigente Jorge Matute Matute, denunció una privatización encubierta y explicitó su visión de los problemas que atraviesa la empresa estatal.
-¿Qué hay detrás de la venta de los cinco bloques en Magallanes?
-Para nosotros es muy claro. Desde los gobiernos de la Concertación y ahora con mayor claridad con las autoridades actuales, se fueron administrando presupuestos muy bajos para Enap, agotando la capacidad de desarrollo de la empresa. Efectivamente, se está entregando reservas de gas y petróleo a privados y eso para nosotros significa cortar una parte de la cadena de producción y regalar, como en otras áreas productivas de nuestro país, el destino energético a particulares.
-El Gobierno asegura que no es privatización, pero califica como positiva la entrega de responsabilidades a privados.
-A Enap, sin ninguna duda, se le está quitando una parte del negocio, relacionado con la exploración y producción. Es un poco infértil el debate sobre si se está privatizando o no, porque de hecho se está privatizando. ¿O que el Estado se desligue de la responsabilidad y la entregue a los grupos económicos no es eso? También se ha perdido capacidad logística y se ha entregado parte del desarrollo de la geotermia a terceros. En otras palabras, están cortándole la cancha a la empresa, cuando lo que debería pasar en un país que aspira al desarrollo, es planificar conscientemente su futuro energético.
-¿Chile no tiene futuro energético?
-Nosotros siempre hemos dicho que Enap debería ser una empresa nacional de energía. Según nos dicen las autoridades, ellos creen lo mismo, pero la pregunta es quién controla la matriz energética. Si el Estado pierde el control, y en nombre de la discutible efectividad le entrega a privados la responsabilidad energética, los únicos que tendrán futuro son los grandes grupos económicos, porque en Chile algunos empresarios han atravesado los límites del Estado y han echado raíces en diferentes áreas, como la salud, la educación y la energía de forma muy lucrativa y, por supuesto, cuestionable. El futuro de la energía en Chile está dado por quién sea el responsable, el Estado o el mercado.
-El debate es ideológico.
-Finalmente, es un tema dogmático. La discusión es quién controla la energía chilena en los próximos años y, por supuesto, para qué quiere tenerla. No nos sirve tener un desarrollo energético para una matriz productiva nacional que genere más empleos precarios y maximice la desigualdad. El punto es quién tiene el control de la energía y en favor de quién se desarrolla, y el Gobierno ya ha dado señales de su posición.
-¿Además de la privatización de los bloques en Magallanes?
-Pero claro. La propia idea de desarrollo de este gobierno dice relación con mayor empoderamiento de la clase empresarial, aunque parezca imposible entregarle más poder del que tienen. De hecho, la primera visita de Sebastián Piñera como Presidente a Magallanes, no la hizo a Enap, sino a una empresa privada, junto a un ex gerente de exploración y explotación de Enap, que cuando trabajaba acá decía que se había acabado el gas y el petróleo, pero que luego se fue a trabajar a la empresa privada precisamente a explorar y explotar gas y petróleo.
-O sea, estamos ad portas de una decisión respecto del futuro de Enap.
-Por supuesto. Y no sólo de Enap. Se les está quitando a los chilenos la energía, entregándosela a los grandes grupos económicos, a los mismos que manejan los bancos, las financieras, las Isapres, las AFP, las universidades y tantas otras. Se le está entregando el futuro energético de Chile a la concentración de la riqueza, ni siquiera a la competencia, porque en nuestro país competencia real hay bien poca. Y lo están haciendo tal como lo hicieron con otras empresas estatales en la dictadura. A Enap la están asfixiando, para luego venderla en pedacitos, a precio de huevo, tal como en los 80.
-¿Qué es lo que hará la Federación de Trabajadores del Petróleo frente a ello?
-Ya lo estamos haciendo. El mandato de la convención nacional petrolera, es que Enap es una empresa 100% del Estado, y la Federación defenderá eso. Además, hace un año estamos agrupados con otros trabajadores en la Coordinadora Sindical Minera Energética Metalúrgica, que cuenta con 120.000 trabajadores chilenos, entre trabajadores del cobre, profesionales del cobre, trabajadores de montaje industrial, la federación y confederación minera de Chile, la confederación de trabajadores de la metalurgia, y los subcontratistas del cobre. Es claro cómo la gente está saliendo a las calles, pidiendo la educación de vuelta, la salud de vuelta, y el Gobierno apunta para el otro lado, en el caso de la energía, arrebatándosela al Estado. Por eso, en el caso de que las autoridades busquen caminar para el lado de la privatización, no nos quedará otra que movilizarnos, y no sólo los trabajadores de la energía, sino la sociedad en su conjunto, porque nuestra matriz energética es un tema nacional.
Por Gabriel San Martín
El Ciudadano Nº113, primera quincena noviembre 2011