Con una edición especial, coleccionable, sobre lo que fue este 2011, año en que los chilenos pasaron de la apatía a indignación, al despertar y a la acción para transformar. En este número quisimos abordar aquellas experiencias más allá de los aspectos específicos de la lucha estudiantil, que dieron cuerpo y espíritu a un movimiento que remeció a Chile y que, después de décadas, volvió a instalar la política en la boca de las personas comunes.
¿Ganaron o perdieron lo estudiantes? Es la pregunta que aflora a la luz de los últimos hechos y la falta, en concreto, de medidas que dieran cuenta de un cambio ¡Ahora, ya! En el reportaje “El año del despertar” se analiza el proceso de maduración en las demandas que vivieron los jóvenes y la sociedad, que partió en una crítica a lucrar con un derecho, hasta llegar a una idea en la práctica de cómo cambiar el sistema que se ha impuesto en la educación, mediante la autogestión de espacios propios y de recuperar el rol del Estado en garanizar los derechos de la ciudadanía.
Si bien es cierto que en Santiago se registraron las mayores movilizaciones, también en regiones se dieron ejemplos de organización que calaron hondo en sus propias comunidades y trascendieron al país. Tal es el caso de esas historias de norte a sur, donde también salieron a las calles con mucha lucidez. Además, Raymond Macías, estudiante de Chiloé, nos cuenta en sus propias palabras cómo fue el movimiento en la Isla Grande.
Además, lea las razones que mantuvo el Gobierno, y que esgrime la derecha, para seguir defendiendo el lucro y la idea de que alguien tiene que asumir el costo de la educación, manteniendo el criterio de que es un negocio como cualquiera y, según sus argumentos, se rige por las leyes del mercado.
Una de las experiencias que más dará que hablar en análisis posterior, tiene que ver con la autogestión de los espacios tomados por los alumnos, donde la mejor lección fue el aprendizaje del ‘hazlo tú mismo’ y la idea de comunidad para resolver los problemas educacionales. Analizamos la experiencia del Liceo A-90 de San Miguel, que ahora enfrenta el riesgo de que lo hagan desaparecer, así como la del Barros Borgoño, El Liceo de Aplicación y otros que dan cuenta de esta conciencia de tomar el valor de la educación desde y para la comunidad.
Reviva, las diversas formas de protesta que se dieron este año, desde el Thriller por la educación, pasando por la Genkidama, la corrida de 1.800 horas y muchas otras grandes y pequeñas experiencias que lograron instalarse en la retina de la sociedad, por la creatividad y masividad de estas.
Además, escribe el Obervatorio de Políticas Educacionales de Chile (Opech), proyectando el desafío que enfrenta el movimiento para el próximo año.
En este número vuelve la pluma de la periodista Alejandra Matus, con una nueva columna y, como siempre, el suplemento de Arte y Cultura, Cultivos Chilenos y las columna de Mauricio Redolés, junto a la de Karen Hermosilla y el Ciudadano Arellano, que ocupa la página de nuestro columnista invitado.
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