¿Cómo iniciar la creación de una Nueva Civilización? (XVIII)

Presentación: Comunidad virtual ‘Nueva Civilización’: Creativa, autónoma y solidaria Serie: ¿Cómo iniciar la creación de una Nueva Civilización? Capítulos I a XVII

¿Cómo iniciar la creación de una Nueva Civilización? (XVIII)

Autor: Wari

Presentación: Comunidad virtual ‘Nueva Civilización’: Creativa, autónoma y solidaria

Serie: ¿Cómo iniciar la creación de una Nueva Civilización? Capítulos I a XVII.

XVIII. Donde se refiere a la estructura del conocimiento que abre a una nueva civilización, y se la compara con la estructura de las ciencias sociales de la civilización moderna.

Cuando tomamos conciencia de que la historia, y la economía, la política y la cultura, las hacemos y las guiamos nosotros mismos –y de ello tomamos conciencia real sólo cuando iniciamos prácticamente la creación de una civilización nueva y superior-, cuando nos sabemos protagonistas y actores autónomos de la historia, entonces nos es posible comprender que la ciencia de esa historia, y las ciencias de la economía, de la política y de la cultura, no pueden ser disciplinas que conciban la realidad como procesos naturales y objetivos, independientes de la conciencia, de la voluntad, de las emociones, de las éticas y de los valores propios de quienes son los creadores, protagonistas y guías de esa historia, economía, política y cultura.

La supuesta objetividad de las ciencias económica, política y social que se fundaban en un concepción positivista y naturalista de la realidad humana, se desvanece, o mejor dicho, se abandona pues se toma conciencia de que tal supuesta objetividad era, por un lado un error teórico y filosófico, y por otro, podemos decirlo así, un ardid de las clases dominantes y de los sectores dirigentes, que dominaban y dirigían conscientemente la historia, la economía y la política, pero que las presentaban como ‘necesidades’ históricas, como procesos objetivos, como ‘racionalidades’ dadas, como si fueran independientes de sus propios intereses y objetivos. Para los dominados y subordinados, en cuanto experimentaban pasivamente las condiciones históricas, económicas y políticas, y no eran ni podían sentirse actores de los procesos, tal objetividad les parecía real, pues ellos mismos no conducían los procesos con su conciencia y su voluntad.

El propio marxismo, crítico de la dominación y postulador de transformaciones revolucionarias, también cae en el error de suponer una historia naturalizada, sujeta a leyes objetivas e independientes de la voluntad de los hombres. Cae en el error porque teóricamente no logra superar el horizonte teórico del positivismo y del naturalismo materialista. Y cae en el error porque no llega a concebir a los individuos humanos como hacedores de la historia, proponiendo en cambio que ellos deben simplemente sumarse a fuerzas supuestas todavía como objetivas, parteras de la historia, que actuarían conforme a dichas leyes objetivas, a aquella necesidad histórica. Esto incluso es teorizado en la idea de que la libertad no es sino la conciencia de la necesidad, esto es, actuar conforme a un supuesto dinamismo objetivo inherente a la historia, e independiente de la conciencia y de la voluntad, de las decisiones y de las opciones que puedan realizar los individuos y los grupos.

Pero los iniciadores de una nueva civilización superior, liberados de la subordinación a los poderes e instituciones de la civilización en crisis, conquistada la propia autonomía en base a la cual cada uno es guía de sí mismo y creador de cultura, de economía y de política, estamos en condiciones de superar el naturalismo y el positivismo en el conocimiento. Para los creadores de cultura, que la construyen consciente y libremente, las ciencias y las artes y la cultura toda, ya no son mera superestructura determinada por estructuras supuestamente objetivas, necesarias y que proceden conforme a leyes ineluctables.

Entonces, abandonamos la idea de ciencia sociales objetivas, pues descubrimos que toda la realidad histórica y social es realidad subjetiva, esto es, elaborada, construida, guiada y coordinada por personas y grupos humanos. Personas y grupos que las crean, y que al crearlas ponen en ella, en la realidad que construyen, su propia subjetividad, sus valores, sus éticas, sus objetivos, sus ideales, y también sus engaños, sus maldades, sus contravalores. Todo eso es parte de la realidad, y por tanto, todo eso debe ser comprendido por la ciencia, y llegar a ser parte de la explicación de los procesos históricos.

Por eso, la predicción científica ya no es una mera predicción de lo que ocurrirá si los comportamientos humanos continúan siendo automáticos y regulares, guiados por los objetivos y por la racionalidad dominante, o sea una simple proyección de las tendencias en curso. La predicción será en cambio el enunciado de los resultados que se espera y que se sabe que ocurrirán como efecto de la acción de todos los constructores de las realidades nuevas, económicas, políticas y culturales.

Sintetizando, podemos concluir que la nueva estructura del conocimiento y las nuevas ciencias que empiezan a constituir el pilar cultural y cognitivo de la nueva civilización, presentan las más profundas diferencias respecto de las ciencias sociales, políticas y económicas de la vieja sociedad moderna.

Mientras las ciencias sociales modernas eran elaboradas por pocos ‘cientistas’, las ciencias creadoras de la nueva civilización son elaboradas por todos, participando en distintos modos y niveles de especialización, pero siendo todos los que validan los conocimientos que les sean propuestos.

Mientras las ciencias sociales modernas eran ciencias institucionalizadas y burocráticas, que procedían a conocer mediante la aplicación mecánica de métodos y técnicas formalizadas, las nuevas ciencias son conocimientos vivos, que se elaboran y proceden mediante el diálogo y la comunicación intersubjetiva entre todos los sujetos activos, creadores de la historia y constructores de la economía, la política y la cultura.

Mientras las ciencias sociales modernas procesaban ‘datos’ e ‘informaciones’ recolectadas mediante procedimientos técnicos que garantizaban que de sus análisis podrían extraerse las validaciones esperadas de las hipótesis formuladas en base a la propia teoría preconstituída, las nuevas ciencia proceden a través de la experiencia multifacética configurada como una ‘filología viviente’ en la que todos participan.

Mientras las ciencias sociales modernas se centran en la cuantificación de la realidad, privilegiando las dimensiones mensurables y aquellas que pueden ser procesadas matemática y estadísticamente, las nuevas ciencias se centran en la comprensión de la realidad y de sus procesos, prestando especial atención a los aspectos cualitativos, y especialmente a las novedades históricas.

Las ciencias sociales modernas buscan en el pasado las causas del presente, mientras las nuevas ciencias explican los hechos y procesos por sus actores, de modo que explican el futuro por el presente.

Mientras las ciencias sociales modernas tratan de ocultar la subjetividad tanto del ‘objeto’ que estudian como del sujeto cognoscente, para que no interfiera en la dinámica de lo real por conocer, las nuevas ciencias ponen de manifiesto la subjetividad, precisamente con la intención de intervenir en la historia, de construirla consciente y libremente.

Mientras las ciencias sociales modernas tratan de considerar los hechos sociales como cosas, separando cuidadosamente los juicios sobre hechos de los juicios de valor y de las apreciaciones éticas, las nuevas ciencias incorporan los valores y la ética en el conocimiento, sea en cuanto se las reconoce presentes y activas en la realidad histórica, sea con la intención de proyectar realidades nuevas, superiores a las de la civilización en crisis.

Mientras las ciencias sociales modernas fundan, como resultado de todo lo anterior, la pasividad histórica de las multitudes, y sirven al control de las masas y de los procesos para que no se desvíen de las racionalidades imperantes y dominantes, las nuevas ciencias pretenden la activación de todos, en orden a la liberación de las energías conscientes y libres de las personas, y potenciando las racionalidades emergentes de las que son portadores los creadores de las nuevas economía, política y cultura.

Luis Razeto Migliaro

 

 

El Ciudadano


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