El 21 de julio de 1969 a las 2:56 (GMT) el mundo cambió para siempre. Por primera vez un ser humano (el astronauta Neil Armstrong) puso un pie en la luna.
Luego de ese evento hubo cinco expediciones estadounidenses más en los años siguientes. Esto hasta diciembre de 1972. Desde esa fecha nunca más se hizo un alunizaje, el hombre no volvió a poner los pies sobre el suelo blanco de la luna.
Desde entonces los teóricos de la conspiración han elaborado distintas hipótesis para instalar la idea de que el hombre jamás llegó a la luna y que la hazaña de Armstrong y su tripulación no fue más que un montaje en un estudio de televisión.
Casi medio siglo después, hace pocos días, escuchamos el anuncio del gobierno de Estados Unidos. El presidente Donald Trump aprobó una orden presidencial que apunta a que se envíe nuevamente una tripulación a la luna, pero como primera escala a un viaje hacia la conquista de Marte.
Esta nueva propuesta de Estados Unidos hace que todos nos planteemos la pregunta obvia ¿por qué ahora y después de casi medio siglo? y ¿por qué ningún otro país ha enviado una tripulación a la Luna en todo este tiempo?
La respuesta, como siempre, es más simple de lo que uno podría imaginar. En medio de la Guerra Fría, la hazaña de Armstrong dejó a Estados Unidos en lo más alto de la carrera espacial. La Unión Soviética solo logró enviar a una perra y a Yuri Gagarin al espacio, pero no llegaron mucho más allá de la atmósfera de la Tierra.
Pasado ese momento de batalla por la carrera espacial, nada justificaba llevar a cabo nuevamente una gesta tan costosa como esta. No había una justificación científica o política que sostuviera una inversión millonaria para seguir viajando a la Luna.
Según Michael Rich, profesor de Astronomía de la Universidad de California, «No había una justificación científica ni política para volver», «En la práctica, es muy difícil convencer al Congreso de aprobar un presupuesto tan desmesurado cuando desde el punto de vista científico no había suficientes razones para regresar a la Luna. El proyecto Apollo fue grandioso, pero poco productivo científicamente hablando», comenta.
Durante esos años, el gobierno de EEUU destinaba el 5% de presupuesto federal a los planes de la NASA. Hoy se le otorga un presupuesto de menos de un 1%.
«En aquellos años, los estadounidenses estábamos convencidos de que destinar esa cantidad para estos proyectos era necesario. Después de esos años, creo que la gente no estaría muy convencida de que sus impuestos se destinaran para pasear por la Luna», dijo el especialista.
En los años siguientes la NASA se dedicó a otros proyectos: satélites, sondas, investigaciones sobre otras galaxias y planetas, y la puesta en órbita de la Estación Espacial Internacional. Proyectos de mayor relevancia científica que un nuevo viaje a la Luna.
Hoy en día, sin embargo, los viajes potenciales a la Luna han ganado nuevo interés. Hay cada vez más iniciativas estatales y privadas para viajar e incluso colonizar el satélite natural. Sin ir más lejos, China planea alunizar en 2018 y Rusia anunció que enviará una nave en 2031. Iniciativas privadas hay de toda índole, incluso algunas empresas buscan un modelo de negocio explotando los minerales de la Luna o vendiendo trozos del satélite como piedras preciosas.
Dado el estado político en el mundo, y en particular en Estados Unidos, el anuncio de Trump, claramente, responde a una estrategia política.
Fuente: BBC