El calendario ancestral del mundo andino-amazónico, está ligado a los ciclos del Padre Cosmos y de la Madre Tierra, en una relación de armonía con el universo; para los pueblos y naciones ancestrales del mundo entero, los calendarios expresan los hitos del Padre Sol como son los equinoccios y solsticios, así como los ciclos de la Madre Luna y la Madre Tierra, pues ellos marcan los ritmos de la vida; por lo tanto la virtud de los calendarios originarios es que expresan los ciclos naturales del entorno.
Un calendario es un sistema de medida del tiempo para las necesidades de la vida; los días, meses y años son expresión de los ciclos cósmicos y telúricos. El calendario se basa en los movimientos de la Madre Tierra y los ciclos del Padre Sol y la Madre Luna. Un día es el tiempo medio necesario para una rotación de la Tierra sobre su eje. La medición de un año se basa en una rotación de la Tierra alrededor del Padre Sol. Un año solar contiene 365 días, 5 h, 48 m, y 45,5 s. Un mes se calcula por los pueblos antiguos como el tiempo entre dos Lunas llenas, o el número de días necesarios para que la Luna circunde la Tierra (29,5 días). Los pueblos indígena-originarios acompañan y observan estos hitos y rigen sus calendarios de acuerdo a los mismos, esto nos permite convivir en armonía con la vida.
Todas las culturas ancestrales, comprenden la importancia de unirse a los ciclos naturales de la vida y expresan esta misma lógica de pensamiento, generando un lenguaje común que va más allá de los continentes, pues contempla la observación y relacionamiento con el universo.
Es importante recuperar la verdadera dimensión del tiempo, pues nos permite comprender los cambios que estamos viviendo. Entender que la historia y la vida son cíclicas y están en permanente cambio, cambios que simplemente obedecen a un proceso natural de reordenamiento natural de la vida, al cual debemos ser capaces de unirnos.
En la actualidad esta vinculación espiritual, trae consigo la posibilidad de la renovación espiritual y material, que re-constituye los espacios principalmente arqueológicos como fundamento no sólo histórico sino también energético; el Willkakuti (retorno del padre sol) es una ceremonia sagrada de agradecimiento a la Pacha (la vida), por todo lo que nos proporcionó durante el pasado año; hecho que permite la celebración de bautizos y matrimonios andino-amazónicos, en esta ceremonia se prepara la ofrenda (Waj´ta o mesa ritual) en base a frutos, flores, plantas aromáticas para agradecer el retorno del Padre Sol (Willka Tata) cuyos anhelos y aspiraciones de las comunidades se plasman en agradecimientos a través de constantes Akhullikos, reafirmando la relación íntima del ser humano con la naturaleza y el cosmos en una actitud de respeto y de gratitud en la que juntos generamos armonía con todo lo que nos rodea.
La Tierra es nuestra madre, el viento es nuestro padre, el sol es nuestro padre, la luna es nuestra madre, y así todos los espacios y dimensiones que se van constituyendo en fuente de vida y energía al que le debemos respeto, como seres humanos en complementariedad, es el punto de equilibrio que no debemos romper.
Es así que esta ceremonia Willkakuti: “el retorno del padre sol”, inicia el proceso de revitalización de la vida misma, basada en el calendario andino-amazónico que es luni-solar, dividido en 13 meses de 28 días cada uno, con 4 semanas de 7 días, correspondientes a las 4 fases lunares, en total 364 días y el día dedicado a la ceremonia al padre sol suman 365 días.
El 21 de junio, el Sol alcanza su punto más septentrional en el firmamento. Esta fecha, conocida como el solsticio, marca el cambio de estaciones: en el hemisferio norte de la Tierra se pasa de primavera a verano, y en el hemisferio sur, de otoño a invierno.
El 21 de junio en muchos centros ceremoniales de relevancia en toda el área andino amazónica como en: Tiwanaku, Samaipata, Pasto Grande, La Cumbre, Copacabana, Isla del Sol, Inka Llajta, entre otros se celebra la ceremonia del Willkakuti: “retorno del padre sol”.
Esta ceremonia se ha practicado a lo largo de los años en una búsqueda de restablecimiento de la identidad de los pueblos originarios del Hemisferio Sur que se aprestan a recibir este nuevo ciclo considerando uno de los hitos más importantes en el calendario ancestral.
En Machu Pichu – Perú el 21 de junio se hace la ceremonia del fuego sagrado para que, a través de su humo, se contacte con el espacio celestial; este momento se considera la unión entre el Padre Sol y la Pachamama.
El Pueblo Mapuche celebra We Tripantu el inicio del nuevo ciclo que se realiza entre el 21 y el 24 de junio. Es un día sagrado para los Mapuches, ya que corresponde el final de otoño (solsticio de invierno). Es decir, es la noche más larga del año y preludio al renacer de la vida en la cosmovisión Mapuche.
En Stonehenge, situado cerca de Amesbury, en el condado de Wiltshire, Inglaterra, cada año miles de personas, entre ellas el pueblo celta, se reúnen para festejar el amanecer del día más largo del año. En el solsticio de verano, el Sol sale justo atravesando el eje de la construcción, lo que nos hace notar que los constructores tenían conocimientos de astronomía y sabían acompañar los ciclos naturales de la vida. El mismo día, el Sol se oculta atravesando el eje del Woodhenge, donde se han encontrado multitud de objetos que evidencian que se celebraban grandes ceremonias.
Similares características se presentan en el hemisferio norte en el mes de diciembre, por ejemplo en Teotihuacán, donde se realizan ceremonias que acompañan los hitos del Padre Sol, mientras en un hemisferio se da inicio a la renovación de la naturaleza en otro se cumple la mitad de su ciclo.
Los pueblos originarios del Hemisferio Sur manifestamos de manera firme y contundente que esta no es una costumbre reciente, pues esta práctica se ha realizado siempre en nuestras comunidades y es en este tiempo que se vuelven a visibilizar las costumbres ancestrales de nuestros abuelos y abuelas. La Madre Tierra está sintiendo los efectos negativos de la inconciencia de algunos países que han roto el equilibrio y que hasta ahora no han comprendido que el ser humano no es dueño de la Madre Tierra sino somos parte de ella.
El solsticio de invierno, fecha en que el Padre Sol comienza un nuevo recorrido es una fecha para la profunda reflexión, para un renacer; así como el Padre Sol vuelve a comenzar un ciclo, nosotros como seres también iniciamos una nueva etapa, y al acompañar el ciclo tenemos la fuerza de la vida, para proyectar y trascender en un verdadero renacer como hijos e hijas de la Madre Tierra y el Padre Cosmos, y devolvernos la posibilidad de junto con el Sol amanecer desde lo profundo de nuestro corazón. Esta ceremonia sagrada de los pueblos ancestrales, está orientada a reconstituir la armonía y el equilibrio.
Como amanecieron nuestros abuelos y abuelas después de la noche oscura de reflexión y preparación, nuestros abuelos levantaban las manos para esperar el renacer del padre sol. Ellos expresaban en el momento exacto que se reflejaban los primeros rayos en el horizonte: “Qhantataita Willka Tata”, que significa: “Padre Sol, así como tú amaneces en el horizonte de la vida, hazme amanecer en mi corazón”.
Hermanos y hermanas somos parte de un tiempo muy importante, porque estamos en el amanecer de la historia, por lo tanto el 21 de junio debemos renovar nuestro compromiso con la vida, no solo ser observadores de la historia, sino haciendo historia, reconstituyendo nuestra identidad en el horizonte del Vivir Bien.
Que así sea y así es
Jallalla!!!!
17 de junio de 2011
Por Comunidad Sariri
Publicado en caminantesdelosandes.blogspot.com
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