Juan Latorre, senador electo de RD: «Tenemos que articularnos con quienes estén avanzando»

Poder popular, voto obligatorio, límite a la reelección parlamentaria y criminalización de las comunidades mapuche, fueron algunos de los temas que El Ciudadano conversó con el único representante del Frente Amplio en la Cámara Alta. Por Absalón Opazo, desde Valparaíso

Juan Latorre, senador electo de RD: «Tenemos que articularnos con quienes estén avanzando»

Autor: Daniel Labbé Yáñez

“Es un hito político que el Frente Amplio entre al Senado”, dice Juan Latorre, el único representante que tendrá la coalición en la Cámara Alta a partir de marzo de 2018. Un logro no menor: con cerca de 30 mil votos -un 4,6% del total de los sufragios-, este psicólogo, militante de Revolución Democrática, fue elegido en una región -la de Valparaíso- donde quedaron fuera nombres que se daban como “seguros”, como los DC Ignacio Walker y Aldo Cornejo, y la UDI Andrea Molina.

“Era una pelea muy difícil”, reconoce Latorre, “porque disputábamos con actores súper relevantes, conocidos, con mucha plata, con mucha maquinaria. Pero, ¿sabes qué?: Teníamos ciertos antecedentes que nos mantenían con la esperanza desde un principio, una esperanza práctica”, dice Latorre, refiriéndose a los datos duros que dejó la primaria entre Sánchez y Mayol en la zona, donde hubo cerca de 50 mil votos.

“Eso ya era un piso que te permitía proyectar”, explica. Además, agrega que “teníamos la proyección de Beatriz Sánchez en la región, con el fenómeno de Jorge Sharp el año pasado. Nosotros creíamos que ella podía tener una muy buena votación también, y de hecho la obtuvo: sacó 25 puntos, superó a Guillier, y la esperanza nuestra era justamente que un porcentaje de esa votación se trasladara a la lista parlamentaria”, cuestión que finalmente, sucedió.

– Algunos medios te definieron como “el senador impensado”. Por lo que nos cuentas, no fue tan así

Nosotros decíamos que con el 15% disputábamos el quinto cupo. Eso yo lo planteé varias veces al inicio de la campaña, en todos los foros y radios donde fui. Y varios nos decían, ‘oye, pero ustedes son desconocidos’, y sí, éramos desconocidos, tal como Jorge Sharp era desconocido el año pasado y las encuestas no lo daban por ganador. O sea, estaba ese antecedente también. La gente acá en Valparaíso ya se decidió a votar distinto, ya demostró que sí se podía. Así que lo tomo con mucha responsabilidad. Encuentro que es un hito político que el Frente Amplio entre al Senado, y en ese sentido, podía ser cualquiera de nosotros. Éramos cuatro candidaturas en la lista, las cuatro bastante parejas en términos de desconocimiento público, y me tocó ser a mí el elegido, así que el logro lo pongo a disposición de este proyecto colectivo. Yo lo he dicho muchas veces: el Frente Amplio llegó para quedarse, tiene una bancada de 20 diputados, un senador, varios Cores, una candidata presidencial que sacó 20 puntos; o sea, tenemos una fuerza política que va a proyectarse al futuro y que quiere gobernar Chile, así que esta es una responsabilidad colectiva muy importante.

– También te han llamado “el senador solitario”, por ser el único de tu sector en la Cámara Alta. ¿Cómo será la articulación de este “solitario”?

Yo creo que los 20 diputados de nuestra bancada van a ir al Congreso a hacer política, a incidir, a poner indicaciones a los proyectos de ley, y de alguna manera yo en el Senado tengo que ser el correlato de esa defensa que hagamos como Frente Amplio de determinados proyectos de ley. Aunque me toque estar solo, pero ojo, que también depende, porque en un proyecto de ley uno puede articularse con distintos actores. Por ejemplo, en una de las banderas que hemos levantado nosotros, de bajar la dieta parlamentaria a la mitad, hay sectores transversales que están de acuerdo, y sectores transversales que están en contra. En la campaña nos tocó debatir con gente de Amplitud que estaba a favor; Felipe Kast, en un foro en CNN, dijo que estaba de acuerdo; Quintana del PPD también dijo aprobar la idea, entonces, si es así, ¡firmémoslo!

Yo no entro acá así como que voy a estar solo y voy a disparar contra todo el mundo. Acá vamos a hacer política, y eso va a depender de cada proyecto de ley. Tenemos que articularnos con quienes estén avanzando y rechazar con quienes estén dispuestos a rechazar. Eso implica hacer política. El Parlamento es diálogo, pero lo importante es que sea un diálogo transparente, de cara a la ciudadanía, no a puertas cerradas, no beneficiando los intereses del lobby y del 1% más rico, sino que los intereses del bien común.

– Tú hablaste en una entrevista anterior sobre el Congreso, como un espacio muy conservador, donde se movían los dinosaurios de la política. Te quería preguntar qué pasa con el poder popular, que es como la contraparte histórica del Parlamento. El poder de decisión de las comunidades organizadas. ¿Cómo te planteas ese concepto hoy?

Yo soy un convencido de que la democracia representativa está en crisis, no sólo en Chile sino que en distintas partes del mundo. Es uno de los debates importantes en política en el siglo 21, la crisis de la democracia representativa, en el sentido de que ha sido capturada por los intereses económicos, de un porcentaje minoritario de la población. Nosotros decimos del 1% más rico, que capturan a los representantes que deberían ser representantes populares, que velan por el bien común, pero que finalmente terminan velando por los intereses particulares de unos pocos muy poderosos. Entonces, ahí hay una crisis, hay una contradicción de la democracia. Por lo tanto, no basta con la democracia representativa. Nosotros creemos que es un piso, una base, pero tenemos que avanzar hacia formas de democracia participativa, deliberativa, incluso directa, con plebiscitos vinculantes, donde la ciudadanía tome decisiones sobre lo que les afecta. Y en ese sentido hay muchos mecanismos, muchas experiencias comparadas a nivel internacional, de democracias, yo diría, de mejor calidad que la chilena, donde, por ejemplo, hay algo que se llama la iniciativa popular de ley, donde los movimientos sociales, la comunidad organizada, levantan temas y proyectos, y el Parlamento está obligado a legislar aquello que surge del movimiento social. Eso en Chile no existe, y no existe justamente porque la elite se ha encargado de que no exista.

El Congreso, y particularmente el Senado, son espacios muy conservadores, muy distantes de la ciudadanía. Es el concepto de la casta política, que lo instaló muy fuertemente Podemos en España frente al escenario del bipartidismo. Un escenario donde dos grandes coaliciones terminan pactando entre ellos, con una casta que vive subiéndose los sueldos, llenos de privilegios, llenos de barreras frente a las grandes mayorías.

-De ahí también la propuesta de ustedes de rebajar la dieta parlamentaria a la mitad

Claro. El sentido político que tiene eso es ‘acerquemos la vida de estos representantes populares a la de las grandes mayorías’. Hoy día ganan 40 veces más que el salario mínimo. Eso es un insulto a la gente en un escenario de desigualdad como el de Chile, con muy bajos salarios. Tiene mucho que ver con esa reflexión. Creo que hay que darle una vuelta, de cara al siglo 21, a lo que significa el poder popular, a la incidencia real de los movimientos y organizaciones sociales y populares en aquellas cosas que les afectan. Los empresarios se articulan e inciden, tienen lobbistas, centros de estudios, eligen parlamentarios, financian campañas. Los movimientos sociales y populares tienen que buscar sus maneras también de articular, y acá van a encontrar un senador, un interlocutor, un aliado, que los va a escuchar con mucha atención y con mucha preferencia. Yo no voy a jugar un rol neutro.

– Otra idea que tú has planteado es poner límites a la reelección de los parlamentarios

Sí, es una idea del Frente Amplio que tiene el compromiso de todos nosotros. Se trata de limitar a un segundo período como máximo la reelección, y eso es para superar a los apernados. Tenemos gente que lleva 24, 25 años, que ya va por su cuarto, quinto período, o van tres períodos por un lado y después se cambian y van por otro, o sea, es gente que se acostumbró a hacer carrera en el Parlamento y a instalarse ahí. Nosotros creemos en la renovación política y que la democracia fluya, que haya nuevos liderazgos. Darle tiraje a la chimenea, con líderes jóvenes, mujeres, y eso implica dar espacios, ceder poder. No apernarse, en el fondo.

– También eres partidario de volver al voto obligatorio

Sobre eso hay varias cosas. Cuando hay voto voluntario, y eso está estudiado, en general votan los más ricos, y las clases medias y altas, económicamente hablando. Gente que cuenta con mayor nivel educacional, que está más formada, y que normalmente suele tener un voto conservador, por lo tanto ahí hay un tema de cómo le damos espacio a la democracia y sobre todo a los sectores más populares. Luego, están los jóvenes. Se van restando los jóvenes, y así empieza a haber una democracia con un padrón electoral muy envejecido. Ahí también hay un desafío. A mí me gustó mucho cómo lo plantea el Frente Amplio uruguayo. Allá, los estudiantes de la educación pública gratuita, de la Universidad de la República, están obligados a votar, y si no votan, no pueden elegir ramos. Entonces, en vez de la multa en plata, yo sería partidario de distintos tipos de sanciones, pero que tengan que ver con un sentido comunitario. Habrá que analizar cómo se concreta eso, pero el objetivo es dar señales sobre el deber cívico y la corresponsabilidad con el bien común, con la sociedad, con el país al que perteneces; un sentido de responsabilidad con lo colectivo, en el fondo. Con eso tiene que ver el voto obligatorio.

MEDIOS, ENCUESTAS Y CONFLICTO MAPUCHE

– Los medios de comunicación también juegan un rol preponderante en la profundización -o no- de la democracia. En ese sentido, una de las principales críticas de Beatriz Sánchez después de la primera vuelta fue hacia las encuestas y su amplificación a través de los grandes medios. ¿Hace falta una ley que regule y democratice la propiedad de esos medios?

Los medios de comunicación, y creo que también es parte de la crisis de la democracia, son un poder con mucha influencia en la sociedad porque construyen realidades. Condicionan a la ciudadanía en la manera de pensar. A nosotros nos pasaba concretamente, en la calle, en la feria, conversando con la gente, que nos decían ‘me gusta la Beatriz Sánchez, votaría por ella, pero las encuestas dicen que va a salir tercera y lejos de Guillier’. Ahí uno se pregunta, ¿cuánta gente votó por Guillier no por convicción, sino porque creía que era él quien pasaba a segunda vuelta, porque estaba en segundo lugar y Beatriz estaba lejos? Eso fue lo que instalaron los medios.

La encuesta es un insumo, pero quien le da relevancia son los medios, y así instalaste una realidad en la que Piñera ganaba en primera vuelta, o que iba a estar sobre los 40 puntos, disparado. Instalaste la realidad de que Beatriz Sánchez se desinfló, que era tercera y que iba a sacar no más de 10 puntos. Instalaste la realidad de que el Frente Amplio iba a sacar 7 u 8 parlamentarios como máximo. Eso no es neutro, hay un interés político ahí, porque detrás de los medios hay grupos económicos con visiones de la sociedad, con opinión política. Entonces, claro, debería haber más pluralismo de medios, y de encuestas también. Se le da mucha relevancia a la Cadem, que metodológicamente es muy poco rigurosa, y la tenías todas las semanas con titulares en los medios instalando estas realidades. Es muy difícil luchar contra eso, pero a pesar de todo, estuvimos a punto de pasar a segunda vuelta.

– Otro tema que tú has tocado en algunas entrevistas es la situación de las comunidades mapuche en el sur, donde manifestaste tu cercanía con la propuesta del politólogo mapuche José Mariman, de crear la Región Autónoma de La Araucanía. ¿Crees que va por ahí la solución?

No creo que sea la única solución. Es más complejo. A mí me parece, primero, que las forestales deben ir retirándose del territorio mapuche e ir entregando tierras, y eso tendrá que ser en un pacto entre el Estado, las comunidades y las empresas; o sea, tendrá que haber ahí un proceso de devolución de tierras y de frenar el avance de la industria forestal, de volver a generar bosque nativo y recuperar la biodiversidad que se ha perdido. Son muchos los desafíos que hay en el territorio mapuche. Lo de la región autónoma es una propuesta dentro de otras, que puede ayudar a canalizar el conflicto, al igual que los escaños parlamentarios, de los cuales yo estoy a favor. Son vías políticas para ayudar a ir solucionando el conflicto, que es político, histórico y territorial.

– ¿Y qué se hace con la represión hacia las comunidades? Da la impresión de que en Santiago no se dimensionan los efectos que esa violencia tiene, por ejemplo, en la infancia mapuche

Creo que la responsabilidad política de Aleuy, el subsecretario del Interior, es brutal. Él ordena a la policía, él ordena a los intendentes y a los gobernadores. Y creo que la militarización también ha sido brutal, al igual que el aumento del gasto policial en la zona, justamente para custodiar la industria forestal. Y ese aumento implica, claro, amedrentamientos a comunidades, provocación, vulneración de derechos. Hay muchas causas del INDH y de otras organizaciones que se están denunciando hace tiempo: violación de los derechos de los niños, violencia policial, arrestos irregulares, todo el tema con la ley antiterrorista. Así no se resuelve el problema, así se aumenta el problema, y pareciera ser que hay un interés más bien de que el conflicto escale, porque la militarización en vez de ir en retirada va en aumento. Ahí hay una opción política, y es una opción política que viene desde el ministerio del interior, derechamente.

*Entrevista publicada en la edición nº 219 de la revista El Ciudadano.


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