Un hombre de 53 años que se presentó en urgencias de un hospital se quejó de un dolor severo en el abdomen bajo y admitió que se había insertado un juguete sexual en su recto.
Inicialmente, el examen solo reveló que tenía una frecuencia cardíaca elevada pero más exploraciones revelaron que su intestino había colapsado por completo y que se estaba llenando de sangre.
Los médicos se preocuparon cuando una radiografía reveló una «sombra suave» en el lado derecho del abdomen del hombre.
Los doctores de la Fundación Northern Lincolnshire y Goole NHS quitaron quirúrgicamente el juguete sexual inusualmente grande, además de ocho pulgadas de su intestino grueso para quitarle la parte dañada.
Le dieron un tratamiento con antibióticos para prevenir la infección y lo mantuvieron en el hospital durante 11 días hasta que su intestino comenzó a funcionar normalmente de nuevo.
Nueve de esos días se usaron para alimentar mediante tubos y una bolsa el estómago del paciente, ya que su intestino no podía funcionar correctamente.
Se le permitió regresar a su hogar el undécimo día después de que se le pudo quitar la bolsa del estómago.
El paciente también fue advertido sobre los peligros de insertar cosas en su trasero. Sin embargo los doctores notaron que el juguete sexual había sido insertado en el recto cuando el hombre estaba «bajo una fuerte influencia del alcohol» lo que llevó a una «pérdida de control».
El juguete había desaparecido por completo en el recto del hombre cuando llegó al hospital. Los médicos se mostraron sorprendidos por los 76 cm y confesaron que este caso es uno de los primeros de su tipo con los juguetes de «tamaño enorme», pero no es la primera vez que alguien ingresa al hospital con un objeto extraño en el trasero.
«Los involucrados son más comúnmente hombres con edades entre 16 y 90 años pero la mayoría de los casos han sido vistos en pacientes de entre 20 y 40 años», se escribió en el informe.
Se ha informado sobre una gran variedad de objetos en casos de estudio, por ejemplo, botellas de vidrio, latas, aerosoles, velas, bombillas, artículos deportivos, varillas de madera, alimentos, extensiones de aspiradoras, palos de escoba y juguetes sexuales, incluidos vibradores y consoladores.
De acuerdo al médico que atendió este caso: «El problema más significativo encontrado en general es la demora en la presentación debido a la vergüenza y el hecho de que generalmente estos pacientes primero tratan de recuperar el objeto ellos mismos, lo que a menudo causa la migración de estos objetos más profundamente lo que puede inducir daño a la pared intestinal».