Es una visión escalofriante del futuro. Los astrónomos han descubierto una gigante roja, una estrella moribunda, similar en masa a la nuestra.
Ubicada a 530 años luz de la Tierra en la constelación de Grus (La Grulla), la notable imagen muestra el destino de nuestro propio Sol en alrededor de cinco mil millones de años. Es la primera vez que los astrónomos, que utilizaron el Very Large Telescope de ESO, observaron directamente los patrones de granulación en la superficie de una estrella fuera del Sistema Solar.
El gigante rojo envejecido conocido como pi1 Gruis está cubierto de células convectivas que forman la superficie de esta enorme estrella, que tiene 350 veces el diámetro del sol.
Cada celda cubre más de un cuarto del diámetro de la estrella y mide alrededor de 120 millones de kilómetros de diámetro. Solo uno de estos gránulos se extendería desde el Sol hasta más allá de Venus.
En comparación, la fotosfera de nuestro sol contiene alrededor de dos millones de células convectivas, con diámetros típicos de solo 1500 kilómetros.
Estos nuevos resultados se publicarán esta semana en la revista Nature. Ubicada a 530 años luz de la Tierra en la constelación de Grus (La Grulla), pi1 Gruis es un gigante rojo y fresco. Tiene aproximadamente la misma masa que nuestro Sol, pero es 350 veces más grande y varios miles de veces más brillante.
Nuestro Sol se hinchará para convertirse en una estrella gigante roja similar en unos cinco mil millones de años. Un equipo internacional de astrónomos dirigido por Claudia Paladini (ESO) usó el instrumento PIONIER en el Very Large Telescope de ESO para observar pi1 Gruis con mayor detalle que nunca.
Las superficies, conocidas como fotosferas, de muchas estrellas gigantes están oscurecidas por el polvo, lo que dificulta las observaciones.
Cuando pi1 Gruis se quedó sin hidrógeno para quemarse hace mucho tiempo, esta antigua estrella cesó la primera etapa de su programa de fusión nuclear.
Se redujo cuando se quedó sin energía, causando que se calentara hasta más de 100 millones de grados.
Estas temperaturas extremas alimentaron la siguiente fase de la estrella, ya que comenzó a fusionar el helio en átomos más pesados, como el carbono y el oxígeno.
Este núcleo intensamente caliente luego expulsó las capas externas de la estrella, haciendo que se hinchara a cientos de veces más grande que su tamaño original. La estrella que vemos hoy es un gigante rojo variable.
Hasta ahora, la superficie de una de estas estrellas nunca antes había sido fotografiada en detalle.
Mientras estrellas más grandes que ocho masas solares terminan sus vidas en dramáticas explosiones de supernovas, estrellas menos masivas como esta gradualmente expulsan sus capas externas, resultando en hermosas nebulosas planetarias.