Una especie de ave descrita por primera vez en 1957 –pero que no se había visto en 45 años– es aún más misteriosa de lo que se pensaba. Resulta que el ‘saltarín de cabeza dorada’, un pájaro pequeño, de color verde intenso y con una corona amarilla, es en realidad el resultado de un evento de hibridación entre otras dos especies de aves similares.
La hibridación entre vertebrados todavía ocurre, aunque es algo raro en la naturaleza. Ha pasado, por ejemplo, con osos pardos y polares en el Ártico. Pero es más raro cuando estos híbridos se vuelven reproductivamente aislados de cualquiera de sus padres y luego forman su propia población –y eventualmente su propia especie.
Hay un puñado de casos ocurriendo actualmente, como los lobos rojos en el este de Estados Unidos y el delfín Clymene en el Océano Atlántico. Pero el caso del saltarín cabeza dorada es el primero de una especie de ave híbrida que se conoce en la selva amazónica. El descubrimiento se publicó en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
Las pruebas genéticas del Lepidothrix vilasboasi, una especie elusiva y difícil de observar, revelan que es el resultado de un evento de hibridación que ocurrió entre el ‘saltarín cabeza blanca’ y el ‘saltarín cabeza de ópalo’ hace unos 180.000 años. Se piensa que la configuración del paisaje de esta región condujo al aislamiento del híbrido entre ambas aves y eventualmente a su evolución hacia una nueva especie.
Probablemente un resultado de este evento de hibridación es la cabeza dorada distintiva del macho, que diferencia a esta especie de cualquiera de las especies progenitoras. Al observar la estructura queratínica de las plumas de la corona, se encontraron algunas diferencias notables. Ambas especies parentales tienen una estructura distintiva de queratina, que le da a uno una cabeza blanca brillante y al otro unas plumas altamente reflectantes. Esto permite que tanto machos como hembras se encuentren entre sí en medio de la tenue luz del bosque. Sin embargo, la estructura de queratina que se ve en las plumas del saltarín de cabeza dorada muestra una mezcla de ambos padres.
«El saltarín de cabeza dorada terminó con una estructura de queratina intermedia cuya iridiscencia blanca y reflectancia no funcionan tan bien como las de las especies parentales», explica el coautor del estudio, Jason Weir.
Es probable que poco después del evento de hibridación, la especie tuviera una cabeza blanca o gris opaca. Solo más tarde los machos desarrollaron una corona de oro en su cabeza para aumentar su visibilidad en el bosque. Esto dio como resultado los colores únicos que se ven ahora en cada una de las tres especies.
El Ciudadano, vía IFLScience