Los 50 días que han transcurridos desde la primera vuelta presidencial, donde la candidata de la Democracia Cristiana y ex presidenta del partido, Carolina Goic, obtuviera un 5,8% de las preferencias, han provocado un fuerte remezón al interior de la falange.
Las críticas en la colectividad misma y a través de los medios, han sido intensas. Recriminaciones de diferentes militantes por la actuación de la DC -tanto en el gobierno de Michelle Bachelet como en el período de campaña electoral- han tenido consecuencias como la renuncia al partido de connotados militantes, entre ellos de Mariana Aylwin, quien ha sido una de las principales voces de la presencia del partido en la Nueva Mayoría.
En este movido escenario es que la DC prepara su Junta Nacional, fijada para los días 27 y 28 de enero, para renovar su directiva e iniciar el proceso de congreso ideológico con miras a un nuevo período político desde la oposición.
Contactado por El Ciudadano, el secretario nacional democratacristiano, Gonzalo Duarte, analiza el actual contexto e intenta poner paños fríos al debate, señalando que la acumulación de discrepancias y los magros resultados electorales en las presidenciales y municipales empujaron al partido a esta crisis.
«Lo que viene es una sociedad mucho más dinámica, mucho más flexible desde el punto de vista de la adhesión política a los distintos partidos, mucho más demandante y exigente respecto a las políticas que se les propongan», sostiene Duarte respecto de los desafíos de la DC. Junto con ello expone que la tarea es «recuperar nuestro bagaje ideológico y programático para impulsar una sociedad comunitaria».
El dirigente sostiene igualmente que se debe realizar una autocrítica dentro de los partidos que participaron de la coalición de gobierno, ya que -según él- «gran parte del tiempo pasábamos discutiendo sobre nuestras diferencias y no promoviendo nuestros acuerdos».
«En el pasado hemos sufridos escisiones bastante más relevantes que la que hemos vivido en estos días (…) tengo mucha esperanza de que la crisis que hemos sufrido se recupere con el retorno del hijo pródigo al hogar«, reflexiona Duarte.
La crisis que vive la DC pareciera ser la salida del embudo, los problemas se venían acumulando. ¿Cuál es su opinión al respecto?
El componente que se arrastra hace tiempo, y no cabe ninguna duda que el más relevante en el corto plazo, es la modificación al sistema electoral, que conmina a todos los partidos a mirarse a sí mismos y enfrentar el desafío que significa pasar de un sistema binominal a un sistema multipartido. La DC asumió este desafío con resultados electorales que no son buenos y ha pagado un alto costo, pero también ha logrado instalar un debate de identidad y de sentido futuro, que le puede proporcionar una oportunidad de proyectarse con mucha fuerza.
Por otra parte, la derrota presidencial obviamente golpea y genera tensiones, conflictos, preocupaciones -muy humanas y legítimas- que también contribuyen a una cierta tensión institucional.
¿Existe una preferencia por lo electoral antes que lo político, considerando el sistema multipartido e identitario que plantea?
Hoy, como la evaluación electoral quedó atrás, lo que emerge es ¿cuál es la identidad?, ¿cuál es el proyecto?, ¿cuál es la propuesta programática que la DC le va a formular al país? El país es el que ha cambiado y lo ha hecho gracias a nuestro trabajo y aporte, por lo que debemos ser capaces de reconocer dichos cambios y dar respuesta con una propuesta a futuro. No se puede hacer política mirando hacia atrás, sino que hacia adelante, y lo que viene es una sociedad mucho más dinámica, mucho más flexible desde el punto de vista de la adhesión política a los distintos partidos, mucho más demandante y exigente respecto a las políticas que se les propongan.
¿Y cuál es la respuesta que se propone?
Como dirección política lo que hemos planteado es que conjuntamente con resolver un problema de conducción, a partir de la renuncia de nuestros máximos dirigentes, tenemos que abordar el desafío programático y el desafío ideológico, lo que significa iniciar el congreso del partido. Por eso hemos dicho: Junta Nacional como un modo de socialización sobre cómo miramos el presente, elección de nuevas autoridades y convocatoria del Congreso para levantar una propuesta de contenidos que satisfaga la necesidad de la nueva sociedad que emerge.
¿Esa «nueva sociedad» está muy alejada de los principios socialcristianos en los que se basa la DC?
Yo creo que no. Creo que las bases doctrinarias e ideológicas de la Democracia Cristiana van adquiriendo cada vez mayor fuerza frente a un individualismo creciente y una incapacidad de satisfacer las expectativas, por lo que creo que es el comunitarismo la respuesta del futuro. Lo que tenemos que ser capaces los democratacristianos es de recuperar nuestro bagaje ideológico y programático para impulsar una sociedad comunitaria.
¿Se puede hablar de un proceso de renovación democratacristiana a partir de este proceso que plantea?
Sin ninguna duda, la DC tiene que abrirse a una renovación de fondo, de planteamientos, de propuestas y también de liderazgos, y eso es una de las lecciones que hemos sacado producto de las últimas elecciones. No cabe duda de que esa demanda de renovación le afectó con mucha fuerza.
Los hijos pródigos
¿El debate interno se perdió para hacerlo a través de los medios?
Pasa que actualmente con los medios de comunicación y las redes sociales es inevitable que un debate que en el pasado se hacía puertas adentro, hoy se haga de cara a la ciudadanía. Lo que sí tenemos que recuperar es un modo de comunicar, que se funde en lo que era clásico y tradicional del cristianismo: la fraternidad. El Evangelio dice «mira cómo se quieren, mira cómo se aman», por lo tanto, volvamos a aquello que se ha perdido producto de la velocidad, la espontaneidad y la poca diplomacia para decir las cosas.
¿Ese proceso de renovación se puede hacer en paralelo a la reconexión con los sectores de centroizquierda de la Nueva Mayoría?
Eso es un debate que se está abriendo y que se tendrá que trabajar. Lo primero es saber qué quiere representar cada cual. En el sistema multipartidista inevitablemente cada partido va a perfilar su identidad, porque definitivamente la gente va a optar por perfiles claro, cosa que no pasaba en el sistema binominal -que obligaba a unirse- por lo que la unidad obligaba a esconder las diferencias y a promover las coincidencias. El sistema proporcial es donde enfrentas al ciudadano desde tu identidad, por lo que el desafío nuestro es construir la unidad en la diversidad y permitiendo que ésta se exprese. Eso significa fortalecer el pluralismo, la comprensión del acuerdo y la discrepancia.
¿Esa es la lección de los últimos cuatro años?
Claro, si hay una autocrítica que debemos hacernos como coalición es que gran parte del tiempo pasábamos discutiendo sobre nuestras diferencias y no promoviendo nuestros acuerdos, lo que es parte de la derrota que hemos sufrido.
La historia de la DC tiene varios momentos de crisis o quiebres. ¿Cómo se proyecta la salida cuando hay gente que lo ve en negro todo?
Creo que hay que recuperar la esperanza y tener fe. En el pasado hemos sufridos escisiones bastante más relevantes que la que hemos vivido en estos días, desde el punto de vista numérico e ideológico, por lo que tengo mucha esperanza de que la crisis que hemos sufrido en estos días se recupere con el retorno del hijo pródigo al hogar. Estoy convencido que una vez que se despejen un poco las pasiones, que se calmen los espíritus y se haga claridad sobre lo que queremos ser, nos volveremos a encontrar en el espíritu unitario democratacristiano.
Antes mencionaba el comunitarismo. ¿Se perdió eso en la DC?
Se escondió para promover una identidad difusa, que es una consecuencia del binominal, y debemos ser capaces de recuperarlo. Al mismo tiempo, debemos modernizarlo y difundirlo con mucha fuerza. Esta es una tarea que apasiona, que entusiasma y que motiva.
¿Existe el temor que sectores de la derecha terminen copando el centro?
Los actores políticos intentarán copar todos los electorados y el centro es una ubicación espacial difusa, poco clara. Pero en lo que debemos ser resueltos es definir qué es lo que queremos proponerle a Chile y estamos en ese proceso. Si usted me pregunta cuál es mi convicción, es: la DC tiene una enorme vigencia en el país, es necesaria para profundizar la democracia y los cambios para mayor justicia social y solidaridad. Constituye un elemento válido hoy, que se debe perfeccionar, que le va a prestar grandes servicios al país en el futuro.
¿Para usted esta crisis es más política, ideológica o electoral?
Diría que esta es una crisis de esperanza o desesperanza, no diría que sea una crisis colectiva siquiera. Tengo la impresión que lo que hay es un golpe fuerte, producto de una derrota política que se ha encontrado con una falta capacidad para procesar las diferencias y de construir afectos frente a la desesperanza de cambiar y evolucionar. ¿Es posible construir una Democracia Cristiana que supere este momento?, sin ninguna duda.