Este martes 24 de neero comienza en La Paz la Feria de Alasita (cómprame). Es la señal de que arranca, en pleno solsticio de verano, la fiesta de Ekeko, el mínimo dios de la abundancia, la fecundidad, la alegría o la fortuna que se sigue en Los Andes. La polémica ronda a la fiesta por la invasión de las miniaturas de otras culturas, por la mercantilización, por la colonialidad de la imagen y por su evidente carácter machista.
Si una mujer quiere conseguir marido compra un Ekeko y lo viste con los atributos del hombre que busca (incluso, hace años, el tamaño del pene era un asunto a negociar). Si un hombre quiere buscar a una esposa, simplemente la elige. El Ekeko ya no es lo que era y sus poderes están en cuestión. Especialmente, porque ahora es más una representación de los desesos de prosperidad económica que otra cosa. Este tiempo de Ekekos es el de las miniaturas. Es más, se podria cambiar el nombre de Fiesta del Ekeko por la Fiesta de las Miniaturas.
Ahora, en las ferias se puede comprar casi todo en miniatura y con ello va la creencia de que aquello que se adquiere se tendrá en abundancia en el nuevo tiempo (carros, comida, títulos universitarios, casas, dinero, electrodomésticos…). Bolivia se hace chiquitita en las dos semanas siguientes al 24 de enero, tanto que hasta los diarios sacan «periodiquitos» en línea con las Alasitas que se abren en todo el país.
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EKEKO INC.
Huáscar I. Vega asegura que, aún hoy y a pesar de la deformación de la fiesta, “todos creen en el Ekeko, van a las Alasitas y compran y se hacen ‘sahumear’ y además pasan por la iglesia más cercana y hacen bendecir sus objetos y el cura de turno bendice sin ningún reparo, hasta muy contento de ver tantos feligreses y tanto contento desbordando por los ojos”.
Pero no todo el mundo está tan contento. En diciembre, los comerciantes de La Paz, donde la feria de Alasitas tiene su raíz, protestaron por el intento de Perú de hacerse con el marchamo de la fiesta y Perú se queja del intento de Bolivia de quedarse con la “patente” de todas las tradiciones andinas. Los Ekekos pierden espacio, como se pudo ver en los puestos de preventa, donde los dragones chinos tenían más éxito que las miniaturas bolivianas. “Ya no están llegando Ekekos, ya no los hacen. Ahora del Perú nos han llegado Dragones porque es su año”, comentaba Julia Mamani, una de las vendedoras. “Lamentablemente, lo que hacen nuestros comerciantes es comprar este tipo de productos, dándoles connotaciones simbólicas que no vienen al caso”, se quejaba Milton Eyzaguirre, del Museo de Etnografía y Folklore.
Según el diario Opinión, este antropólogo cree que imagen del Ekeko está desapareciendo debido a una “visión negativa que tienen los artesanos de éste. Creencias como que no trae buena suerte o que no podrás casarte si lo elaboras”. Explica Eyzaguirre que esta fiesta tiene ahora más presencia de las “illas e ispallas” (en el contexto aymara), que se refiere a las representación de espíritus de las cosas que se quiere o desea. “Por ejemplo, cuando la gente adquiere un fajo de dólares, lo que en realidad se está comprando es el espíritu de éste”. Las illas son la representación fundamentalmente de productos ganaderos y las ispallas de agrícolas.
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EKEKO GORDO Y MACHISTA
El Ekeko, aunque hay diferentes versiones, tendría su origen en el imperio tahuanacota, pero fue transformándose hasta su aspecto actual, que es más criollo que indígena. En su versión original se le relaciona con Tunupa, una deidad de las aguas, y por eso el Ekeko se relaciona con la fertilidad en Bolivia. En Perú tiene más que ver con la fortuna y en Argentina, en la época del corralito, se convirtió en un amuleto para sortear la crisis.
De todas formas, la fiesta anual es una versión criolla, muy impulsada por la Iglesia católica y de claro perfil urbano. De hecho, los Ekekos visten saco al estilo europeo, aunque se haga andino gracias al poncho o a las abarcas.
Aunque las ferias de Alasita y la festividad del Ekeko genera muchas interpretaciones, lo que sí es evidente es que los Ekekos contemporáneos son hombres y cargan plata.
Quizá por eso, las atrevidas feministas de Mujeres Creando gustan de subvertir esta mirada colonial, capitalista y patriarcal. Por eso, la organización acudirá a la Feria de la Alasita de La Paz con su particular Ekeka, diseñada por Danitza Luna, estudiante de Artes. No es la primera vez que se presenta esta Ekeka alterna. Mujeres Creando ya hizo una en 2009 que cargaba al hombre en una bicicleta; en 2012, según Página Siete, “lo deja botado en el suelo durmiendo su borrachera”. Este medio detalla que la pieza muestra a una mujer -la Ekeka- cargando una gran bolsa, mientras atrás se encuentra un hombre gordo, sedado por el alcohol y sentado en el suelo con una botella en la mano. Según Luna es el personaje tradicional de la Alasita. “El Ekeko es un personaje machista y gordo que se muestra como un hombre que lleva abundante alimento a la familia paceña. Esto es falso, porque la que hace esa labor es la mujer. La Ekeka es la que hace el mercado, cocina los alimentos y da de comer a su familia; eso es abundancia”, defiende Luna.
“La Ekeka hacia la libertad”, así se llama la pieza de Luna. En ella se aprecia a una mujer erguida ante una gran bolsa que, según Luna, “no le pesa, la mujer mira al frente y tranquila; le espera un mejor futuro sin el hombre”. Con una nota pegada en el pecho con la inscripción “La Ekeka siempre fui yo”, el Ekeko es abandonado por su mujer.
La figura tiene la mano derecha sobre el pecho, en tanto que la izquierda sostiene una maleta sobre la cual se lee: “sueños, esperanza, rebeldía, alegría”.
La obra, hecha de yeso, presenta varios elementos que sobresalen de la bolsa de la mujer. Entre ellos destacan una casa, una guitarra, una canasta de alimentos, una radio con la inscripción de Radio Deseo (la sintonía de Mujeres Creando) y otros.
Por Equipo Otramérica
Medio amigo de El Ciudadano