Gilles Jacquier perdió la vida el 11 de enero en Homs, Siria, mientras cubría para el programa de televisión “Envoyé spécial” de France 2, los acontecimientos que se están viviendo en el país de Oriente Medio. Un grupo de periodistas, entre los que se encontraban muchos extranjeros, fue alcanzado por un obús mientras filmaban una manifestación de apoyo a Bachar-Al-Asad.
La ciudad de Homs es uno de los epicentros de las revueltas antigubernamentales, donde se han sucedido ataques de las fuerzas irregulares y también por parte del ejército. Según relata Ian Black, enviado especial del diario londinense The Guardian, los periodistas estaban divididos en dos grupos, el otro grupo del que participaba el periodista inglés estaba “cubriendo una manifestación en solidaridad con el presidente” cuando el vehículo en el que se desplazaban fue “alcanzado por una granada”. Al mismo tiempo, en su cuenta de Twitter, Nic Robertson, que trabaja para la CNN estadounidense también informó que el ataque se produjo “contra una manifestación pro gubernamental”. Rusia Today directamente afirma que la muerte se produjo por el ataque de “una banda terrorista”.
Lejos de aceptar los hechos, en los que murieron 8 personas y resultaron heridas otro tanto, como un ataque de los grupos armados que aterrorizan Siria desde hace 10 meses, la prensa francesa comenzó a urdir un complot del gobierno sirio para “desanimar a los periodistas extranjeros y diabolizar la rebelión”, según Le Monde.
Según los abogados que han puesto una demanda contra el Estado sirio “la escolta que debía proteger a los periodistas extranjeros no repelió el ataque” y también hablan de premeditación por el hecho de que los enviados del gobierno “insistieran para que los periodistas cubrieran la manifestación proAsad”.
El fotógrafo de AFP, Joseph Eid, escoltó el cuerpo de su colega francés desde el hospital de Homs hasta Damasco. Cuando el convoy se puso en marcha un gentío lo acompañó encendiendo velas para homenajear su paso. Su interpretación de esta manifestación de repudio a la violencia se resume así “un montaje del gobierno para limpiar su imagen”.
Resulta muy difícil para los periodistas occidentales salir de sus prejuicios antirégimen y de intentar encontrar una postura más ecuánime. Los periodistas que no fueron víctimas del ataque, se salvaron por negarse a cubrir una manifestación de apoyo al presidente, ya que se contraponía a las líneas editoriales de los medios para los que trabajan.
El gobierno sirio denuncia la intervención y el financiamiento extranjero para promover las revueltas que asolan el país, su postura victimista y de haber resuelto todos los reclamos “legítimos” de los manifestantes con “tolerancia absoluta” es igual de insostenible que los que sólo ven al demonio en cualquier acto del presidente Bachar-Al-Asad.
Los veedores de la Liga Árabe están divididos, algunos pregonan que el gobierno “es represivo y sanguinario” y otros se sienten utilizados por Naciones Unidas para justificar una intervención extranjera. En ese sentido Hillary Clinton acusó de “escalofriante cinismo en su respuesta a las protestas contra su régimen” al presidente sirio, según informaba la BBC.
El gobierno ruso, sin embargo, a través de su Ministro de Relaciones Exteriores Sergei Lavrov, aseguró en una conferencia de prensa televisada que “vetará cualquier resolución de la ONU que permitiera la utilización de la fuerza militar contra Siria” y agregó que “lamentaban no haber vetado la intervención en Libia ya que los bombardeos fueron mucho más allá que la protección de los civiles”, informaba Shaun Walker en el periódico británico The Independent.
Las víctimas de este fuego cruzado informativo siguen siendo los sirios, el pueblo de a pie, que ampliamente sigue defendiendo a su presidente. Su mensaje es inequívoco “basta de violencia”.
Por Mariano Quiroga
De Pressenza (Redacción Paris)
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