Un estudio afirma que la ansiedad puede ser un indicador prematuro de la enfermedad de Alzheimer, lo que ayudaría a identificar a los adultos mayores que pueden ser más susceptibles a desarrollarla.
Investigaciones anteriores han analizado el vínculo entre la ansiedad y el Alzheimer, junto con otros cuadros como depresión y estrés, pero los resultados no habían sido concluyentes hasta el momento.
En este último estudio, publicado en The American Journal of Psychiatry, los investigadores del Brigham and Women’s Hospital en Boston, EEUU, evaluaron a 270 personas mayores que se definieron como «cognitivamente normales». Tenían entre 62 y 90 años y no tenían trastornos psiquiátricos activos.
Estudiaron los niveles de beta-amiloide, una proteína involucrada en la enfermedad de Alzheimer, y descubrieron que los niveles más altos coincidían con un aumento de los niveles de ansiedad. Esto sugiere que los síntomas neuropsiquiátricos, como los de la ansiedad, pueden ser indicadores del Alzheimer antes de que se haya desarrollado.
«En comparación con los síntomas de la depresión, como la tristeza o la pérdida de interés, los síntomas de ansiedad aumentaron con el tiempo en las personas con niveles más altos de beta-amiloide en el cerebro», dijo la doctora Nancy Donovan, autora principal. Esto sugiere que los síntomas de ansiedad podrían ser una manifestación de la enfermedad de Alzheimer antes del inicio del deterioro cognitivo», agregó.
Encontrar un indicador temprano de la enfermedad de Alzheimer no solo puede ayudar a los médicos a tratar la enfermedad, sino también a reducirla o prevenirla. La ansiedad es bastante común en las personas mayores, por lo que es posible que los niveles crecientes sean útiles para identificar el Alzheimer. Como es de esperar, se necesita investigación adicional, pero hasta ahora los signos indican que esta podría ser una vía interesante para explorar.
Cerca de 50 millones de personas en todo el mundo viven con enfermedad de Alzheimer o alguna demencia relacionada. El cuadro incluye pérdida de memoria y dificultades para pensar, entre otras cosas. Por eso, al no haber un tratamiento efectivo disponible, es crucial detectarlo temprano para mitigar sus efectos.
El Ciudadano, vía IFLScience