El resultado del encuentro celebrado el pasado martes por el llamado Grupo de Vancouver – conformado por las 20 naciones que lucharon en la Guerra de Corea de 1959-1953- ha sido interpretado desde distintos sectores como un intento por frenar el evidente acercamiento que se está produciendo entre las dos Coreas desde que el pasado 9 de enero ambos países mantuvieran una reunión para tratar la participación de Corea del Norte en los Juegos Olímpicos de Invierno tras más de dos años de silencio entre las dos potencias.
Los países implicados debatieron en la instancia la posibilidad de aplicar nuevas sanciones contra Corea del Norte y el secretario de EE.UU, Rix Tillerson, pidió a los grandes ausentes de la cita, China y Rusia -quienes no fueron invitados- la implementación «completa» de las sanciones adoptadas por la ONU contra Pyongyang.
Las reacciones desde Pekín y Moscú -actores clave en las negociaciones con Corea del Sur- no se hicieron esperar.
“Las partes relevantes más importantes en la península coreana no han participado en la reunión, así que no creo que el encuentro sea legítimo ni representativo”, sostuvo Lu Kang, portavoz de la diplomacia china, en tanto que el jefe de la diplomacia rusa, Serguéi Lavrov, criticó a “los estadunidenses y a sus aliados”, afirmando que quieren “imponer sus puntos de vista basándose exclusivamente (…) en el ultimátum” y “sin reconocer la realidad de un mundo multipolar”.
Ambos países adoptaron en julio de 2017 el plan de «doble congelación», que consiste en que Corea del Norte detenga su programa militar a cambio de que EE.UU y Corea del Sur congelen sus ejercicios militares conjuntos.
«Están tensando la cuerda»
En declaraciones al medio RT, el analista de seguridad Charles Shoebridge ha sido enfático al criticar la actitud tomada por el grupo de Vancouver:
«Es particularmente irónico que mientras tiene lugar un deshielo de las tensiones entre el Norte y el Sur, en Vancouver los antiguos aliados de Corea del Sur estén tensando la cuerda, aumentando la retórica [bélica] y elevando la temperatura», ha sostenido el experto ante el debate que tuvo lugar en la ciudad canadiense.
Para Shoebridge la interferencia de EE.UU en las conversaciones entre Seúl y Pionyang es un lastre para que avance el «considerable logro diplomático» que han alcanzado ambas potencias.
«Cuando los intereses, la política exterior y las acciones de Estados Unidos se ponen a un lado, los actores locales son, al menos hasta cierto punto, capaces de comenzar a encontrar soluciones locales y de hacer algún progreso para garantizar sus intereses locales, que generalmente son la paz y la estabilidad», ha señalado el analista.
EE.UU mantiene sus amenazas militares
En tanto, EE.UU ha insistido en que continuará con sus amenazas militares para obligar a Corea del Norte a desarmarse, en medio de declaraciones de Donald Trump asegurando que no creía que del diálogo con Pionyang pueda resultar «algo significativo» y que era «muy posible» que el enfrentamiento con Corea del Norte no tenga una solución pacífica.
De hecho, de acuerdo a los consignado por el Ministerio de Defensa surcoreano este miércoles, Seúl y Washington «reafirmaron su compromiso de seguridad con la defensa de Corea del Sur usando todas las categorías de sus capacidades militares».