Este miércoles la tensión política brasileña se concentrará en la ciudad de Porto Alegre, donde el Tribunal de Apelaciones llevará a cabo el juicio contra el ex presidente Luiz Inazio Lula da Silva, el que fuera condenado por el juez de primera instancia del caso Lava Jato, Sergio Moro, a 9 años y medio.
El juicio de Lula es calificado por parte de sectores vinculados al Partido de los Trabajadores (PT) y organizaciones sociales como una operación política, tal como sucedió con la destitución de la ex presidenta Dilma Rousseff a través del impeachment. El objetivo sería sacarlo de la carrera electoral con miras a las presidenciales de octubre de este año, donde aparece liderando las preferencias en diferentes encuestas.
En conversación con El Ciudadano desde Sao Paulo, el dirigente del PT y ex canciller durante la administración de Lula, Celso Amorin, sostiene que el líder brasileño está sufriendo la segunda fase del golpe blanco impulsado desde el Parlamento contra Rousseff. Al mismo tiempo, sostiene que «no hay claridad del acto del que se le acusa a Lula, la acusación habla de actos indeterminados. Hay una sentencia judicial que se basa en una suposición de un hecho».
Junto con lo anterior, Amorim, quien impulsa el manifiesto «Elección sin Lula es fraude», sostiene que lo que se está dando en Brasil tiene relación con que la élite está respondiendo al proceso de reformas impulsado por el ex presidente, quien estrechó las brechas socioeconómicas, y lo relaciona con las interferencias del Banco Mundial en las elecciones presidenciales chilenas: «Si bien no es un golpe, si es una forma de influenciar en la política de una manera negativa y contra las tesis progresistas».
Por último, el ex canciller explica que «no existe plan b» en caso que se ratifique la sentencia contra Lula pues «significa admitir de antemano que se va a perder la batalla».
Este proceso de judicial que enfrenta Lula, ¿se puede entender como una continuación del golpe blanco que se le dio a Dilma Rousseff el año pasado?
Sin duda alguna, todo este proceso es parte de un mismo esfuerzo para atacar el proyecto progresista que ambos encarnan. Sobre todo en el caso de Lula, porque por los años de gran transformación de Brasil. No tengo ninguna duda de que este proceso judicial es una continuación del golpe parlamentario contra Dilma, ahora es un golpe judicial-policial que busca sacarlo de las elecciones de este año, ese es el propósito.
Lula tiene la mayor adhesión en las encuestas pero la sentencia del juicio puede dejarlo fuera de las elecciones, ¿existe plan B?
No hay plan B, no se puede pensar en eso, porque sería admitir que se va a perder la batalla. El día 24 es muy importante, tengo la esperanza aún de que pueda haber una visión de sabiduría que permita la absolución del presidente Lula. Yo no soy jurista, pero todas las manifestaciones de los juristas importantes en Brasil y en el exterior apuntan a la extrema fragilidad de la decisión del juez de primera instancia. Se habla de actos «indeterminados». Se basa en la suposición de un hecho.
¿Esa suposición es parte del complejo escenario que vive la oposición a Temer?
No hay que culpar de todo a Temer, que es una figura menor en todo este proceso. Se estaba desarrollando una reforma social en Brasil, que es un país muy desigual en lo social, lo racial, con las mujeres. Las poblaciones pobres han tenido una mejora en sus condiciones de vida con el presidente Lula y continuó con la presidenta Dilma. La élite brasileña no quiere eso, no quiere compartir los aeropuertos, transportes, no quieren convivir con los pobres. Junto con eso, está la inserción de Brasil en el mundo, su independencia, que los resultados económicos se aprovechen en materia de educación y salud de los brasileños. Esto ahora está cambiando en favor de los intereses extranjeros. Chile esto lo sabe muy bien con lo que sucedió con el Banco Mundial, que si bien no es un golpe si es una forma de influenciar la política de una manera negativa y contra las tesis progresistas.
¿Temer termina siendo un instrumento de los grupos económicos trasnacionales?
Sí, creo que Temer y su partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) hoy, desgraciadamente -porque ellos lucharon contra la dictadura-, es una casa de negocio que no tiene ninguna ideología en particular, pero que sí defiende los intereses del gran capital internacional, a través de un discurso ultraneoliberal.
¿Qué consecuencia puede tener una posible ratificación de la sentencia a Lula, tomando en cuenta la movilización social que hoy se produce en Brasil?
Y no pasa sólo en Brasil, se da en toda Latinoamérica. Porque está la conciencia que lo que pasa en nuestro país se puede dar en el resto de los países, si es que ya no se dio. La democracia ya no es importante para el gran capital internacional, lo que quiere es gente que hagan lo que piden. Hace 50 años Chile lo sufrió bajo el pretexto de la Guerra Fría, del comunismo. Ahora no hay pretexto, ahora es la dominación del capital simplemente, sin justificación.
Con estas acciones, por lo tanto, se viene a intentar frenar cualquier intento progresista en Brasil.
Eso es quizás uno de los juicios más importantes en la historia de los últimos años. Lula ha sido calificado como el mejor presidente que tuvo Brasil, lo que prueba que el pueblo no cree en las acusaciones. Lula redujo la brecha entre el pueblo pobre de Brasil y la élite, lo que creo tendrá consecuencias por décadas en el país y en el resto del continente. Pase lo que pase este miércoles, van a continuar los recursos y acciones judiciales, vamos a tener que contar con todos los amigos progresistas.
¿Qué viene después de el 24 de enero?
Cada cosa a su momento. Estamos concentrados en las manifestaciones de apoyo, esperando una mirada distinta de los juristas que revisarán la sentencia del juez Moro. Yo no conozco un jurista famoso, que no esté en la maquinaria judicial, que haya hablado bien de la decisión del juez Moro. Esto no tiene que ver con el derecho de Lula, esto tiene que ver con la esencia de la democracia, que es la soberanía popular, cosa que es vista incluso por medios internacionales como el New York Times, que sacó un articulo titulado «La democracia brasileña al borde del precipicio». Vamos a esperar que pasa, pero hay que dejar claro que no hay ni va a haber un «plan B» porque el pueblo brasileño está con Lula, porque como hemos dicho en nuestro manifiesto, «elecciones sin Lula es fraude».