En esta tercera y última entrega sobre los movimientos insurgentes en América Latina se repasa el destino de aquellos que sucumbieron por divisiones, las derrotas, el desgaste, el desarme o razones más simples y menos dramáticas, dejando una estela cuyos trazos, como sea, forman parte de la historia de este continente removido y agitado.
Del casi medio centenar de guerrillas que existieron en América Latina sobre todo en las décadas de los sesenta y setenta, no todas llegaron a las presidencias o los parlamentos o siguieron actuando en sus territorios –como se vio en dos entregas anteriores aquí en El Ciudadano en las ediciones 114 y 115-, sino que sucumbieron frente a divisiones, derrotas, desgastes, desarmes y otras razones menos dramáticas.
En el continente se desarrollaron a inicios de los sesenta varios movimientos insurgentes, rurales y urbanos, que tuvieron gravitación política en realidades nacionales. Sus orígenes y características fueron disímiles y sus tesis y acciones tan contundentes como polémicas.
En Argentina surgió el Ejército Revolucionario del Pueblo que más tarde adosó la denominación Partido Revolucionario de los Trabajadores (ERP-PRT) y que cumplió un papel preponderante en la lucha contra la dictadura. Golpes represivos, divisiones y desgaste, terminaron desarticulando a este movimiento –liderado por Mario Roberto Santucho-, y algunos de sus integrantes crearon más tarde el Movimiento Todos por la Patria, con Enrique Gorriarán a la cabeza, quien organizó y materializó el ajusticiamiento del dictador nicaragüense Anastasio Somoza.
En Argentina también se desarrolló el grupo Montoneros que provenía de una corriente del peronismo y que terminó desapareciendo en medio de complejos sucesos. Tuvo un poco de existencia el Ejército Guerrillero del Pueblo que dirigió el periodista Jorge Masetti, y que formaba parte del plan subregional de Ernesto Guevara.
Precisamente en ese contexto se fortaleció a fines de los sesenta el Ejército de Liberación Nacional (ELN) en Bolivia, el que encabezó el argentino-cubano Ernesto Guevara, junto a los hermanos Inti y Coco Peredo, constituyendo uno de los casos de derrota política y militar que terminó en su extinción. Más adelante surgió el Movimiento Guerrillero Tupac Katari, de arraigo indígena, que incidió en movimientos sociales y en la realidad política boliviana.
En Perú –se dice que con gran influencia del MIR, chileno- se posicionó en su momento el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA), desarrollándose en zonas indígenas y urbanas; después de la toma de la embajada de Japón y el brutal desalojo, este grupo comenzó un declive y a pesar de que existirían pequeñas células actualmente, se incluiría entre las agrupaciones que ya no estarían actuando en la región.
En Chile la lista de organizaciones armadas más destacadas incluye al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) y Mapu-Lautaro –ML– (hubo otras de menor incidencia). Las dos últimas surgieron en el periodo dictatorial; el FPMR provino del Partido Comunista y el ML del partido Mapu (Movimiento de Acción Popular Unitaria). Los rodriguistas se dividieron, apareciendo el Frente Autónomo y el Movimiento Patriótico Manuel Rodríguez; en la actualidad funciona una estructura del FPMR y varios colectivos rodriguistas. El MIR nació en 1965 desarrollando acciones armadas urbanas e instalándose en ámbitos indígenas-campesinos, universitarios y de trabajadores, para crecer en su base social durante el gobierno de la Unidad Popular y destacando en su accionar antidictatorial, hasta dividirse en varias partes desde finales de los ochenta; hoy existe un grupo integrado por militantes históricos y nuevas generaciones que se mantienen organizados como MIR.
A pesar de que en Colombia siguen activos el ELN -Ejército de Liberación Nacional- y las Farc-EP (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Ejército del Pueblo), durante el Siglo XX operaron en ese territorio el Ejército Popular de Liberación (EPL) y el M-19, agrupaciones que sufrieron desgastes y deserciones y que entraron en procesos de desarme, dejando de existir.
Los años ochenta marcaron en Ecuador la presencia insurgente de Alfaro Vive Carajo, que se desarticuló en los noventa. También es reconocida la presencia del Partido Comunista del Ecuador (Sol Rojo) que mantendría presencia en los últimos años. En Venezuela emergieron y se desarticularon el Partido Comunista de Venezuela y el MIR venezolano, expresiones de una izquierda armada en la década de los sesenta. Honduras conoció la existencia del Movimiento Revolucionario “Francisco Morazán” y el Movimiento Popular de Liberación “Chinchoneros”, ya inexistentes.
En Brasil, la guerrilla tuvo un carácter urbano y operó intensamente en los sesenta contra el régimen autoritario. Destacó el grupo Acción de Liberación Nacional (ALN) cuyo líder, Carlos Marighela escribió el famoso “Mini manual del guerrillero urbano”; también actuó la Vanguardia Popular Revolucionaria. En Paraguay, al actual Ejército del Pueblo Paraguayo, le preceden el Movimiento 14 de Mayo y el Frente Unificado de Liberación Nacional, ya desaparecidos.
México puede ser el país que más movimientos insurgentes haya tenido en su historia contemporánea, surgidos esencialmente de ámbitos indígenas, magisterial y universitario y que tuvieron líderes históricos como Genaro Vásquez y Lucio Cabañas. Básicamente en los setenta actuaron la Liga 23 de Septiembre, Asociación Cívica Nacional Revolucionaria (ACNR), Partido de los Pobres, Unión del Pueblo y Fuerzas de Liberación Nacional (FLN). Estas últimas se constituyeron en fuente de lo que sería más tarde el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Hay noticias de que todavía estarían operando el Ejército Popular Revolucionario, el Ejército Revolucionario del Pueblo Independiente y el Partido Revolucionario Obrero Clandestino.
Por Hugo Guzmán R.
El Ciudadano Nº 117, primera quincena enero 2012