El debate respecto de la contaminación que afecta a las costas de Chiloé, el cuestionamiento a las prácticas de las industria pesquera y las dudas sobre la gestión de los dirigentes sindicales, provocado por la prohibición de extraer productos del mar en la zona, genera una duda más profunda: ¿podrá sobrevivir la identidad chilota?
Una identidad que algunos, como Héctor Kol han calificado de «romántica» y que ya «no existe» en una zona arrasada por la industria. Ahora se cree que el pescador artesanal ya no pesca para su gente, el mar está envenenado y las dudas son muchas. ¿Tendrán que convivir los ciudadanos con una realidad contaminada? ¿Podrán reformular un sistema productivo históricamente asociado a las directas necesidades de sus pobladores?
Rodolfo Norambuena, periodista de la Universidad de La Frontera y concejal de la comuna de Ancud, conversó con El Ciudadano respecto a la nueva crisis de marea roja y al rol que tienen tanto la población de la zona como la industria pesquera, junto con las propias autoridades, con tal de volver a pensar un modelo económico-productivo que parece dirigido al colapso y amenaza con destruir la herida identidad chilota.
¿Cuales son las medidas que tomará la autoridad comunal en el corto y largo plazo?
A principio de mes solicite que se empezara a trabajar en un plan de contingencia. Esta semana se desarrolló una reunión informativa con distintos dirigentes de sindicatos de pescadores, buzos mariscadores y representantes de Sernapesca y la Seremi de Salud. En estos días vamos a empezar a dar forma a un plan de contingencia entendiendo que el fenómeno de la marea roja llegó para quedarse y las condiciones que se están dando son las propicias para que pudiese seguir expandiéndose. Hoy el Intendente Regional de Los Lagos hizo un anuncio sobre la entrega de un bono inicialmente por tres meses, por un monto e 160 mil pesos para quienes estén directamente afectados por esta situación. Es decir, quienes estén trabajando en los sectores con cierre de extracción por medio de las resoluciones exentas de la Seremi de Salud. Estas son las medidas que asume el gobierno, que son bastante asistencialistas respecto a las problemáticas de fondo.
¿Donde se encuentran las responsabilidades de esta crisis?
Aquí en Chiloé persiste la tesis que la industria salmonera tiene algo que ver con estos fenómenos de marea roja y cómo los procesos de contaminación que tienen relación con el modo de producción de la industria salmonera, están afectando el mar del archipiélago. Esto a propósito de todos los nutrientes que se arrojan al mar mezclados a las fecas de los mismos peces en los centros de cultivo. Me da la impresión que el gobierno descarta esa tesis, pero sí está muy arraigada en los habitantes de Chiloé quienes no explican de otra forma ese nuevo rebrote de la marea roja a esos niveles.
Independientemente al rol del gobierno central, ¿cuál es el rol social y medioambiental que juegan las autoridades locales respecto a esta problemática?
Creo que aquí el rol principal lo tienen los movimientos sociales, las organizaciones sociales, los sindicatos de trabajadores del mar en general, quienes deben y debemos (junto a las autoridades) tomar una decisión bastante crucial: si somos espectadores de las políticas públicas que desarrolla un gobierno con herramientas como los bonos, que vienen a atender las necesidades inmediatas pero no arreglan la situación de fondo y no permiten analizar críticamente el estado medioambiental. La otra opción es ser directamente protagonistas de un nuevo modelo de desarrollo para Chiloé. El análisis que hay que hacer es cuan sustentable es la industria salmonera en el archipiélago. A mi juicio, la verdad y con la evidencia que uno ha podido obtener, la industria salmonera jamás ha sido sustentable para territorios como este. Al contrario, el impacto que ha tenido durante las décadas en que se ha desarrollado ha sido bastante nefasto.
¿Cómo se sostiene el rol de las salmoneras?
Con los puesto de trabajo que genera, que es una suerte de extorsión respecto a las necesidades de la zona, pero hoy día estamos sacrificando nuestro territorio en términos medioambientales, culturales y también económicos, cuando esta industria de una u otra forma empieza a afectar las actividades productivas más tradicionales del archipiélago, que tienen que ver con la pesca artesanal que genera realmente la riqueza. Entonces si esta decisión no se tomó en 2016, por toda la vorágine que se vino encima, yo creo que anticipándose a una nueva crisis, es necesario dar esta discusión con altura de miras, donde son los movimientos sociales, organizaciones y sindicatos, los que deben levantar la voz. Pero por otro lado, nosotros, las autoridades comunales y regionales, debemos fijar nuestras posiciones y establecer de qué lado vamos a estar. En ese sentido me refiero a qué modelo de desarrollo vamos a apoyar para Chiloé.
Respecto a un modelo económico asociado a un estilo de vida que se ha perdido por la influencia de la industria, ¿hay una posibilidad que esa identidad vuelva a «nacer»?
Yo creo en las distintas formas de organizar y pensar la economía que han existido en Chiloé antes de la industria salmonera. Hoy lo que se requiere no es inventar la rueda o la pólvora, sino rescatar esas formas de organización de la economía local para que esta sea en virtud y beneficio de las comunidades, no de, como es en el modelo capitalista y neoliberal, exacerbar la cantidad de ingresos para solo una empresa. Aquí yo creo que hay que indagar y rescatar otras formas de organización que ha tenido la tradición chilota.
¿Cuáles son esos modelos?
Desde modelos asociativos, cooperativismo hasta intercambio. Esto no significa en ningún caso pensar en eliminar el dinero o ese tipo de cosas con las que se tiende a caricaturizar este tipo de discusión, sino más bien cómo en términos territoriales somos capaces de pensar otra economía y el beneficio para la comunidad. No necesariamente estar esperando el milagro de la llegada de las industrias para que contraten gente, sean asalariadas y finalmente todo el trabajo de las chilotas y los chilotes y la riqueza natural de esta tierra vaya a caer en manos de pocos, sino que quede realmente en las comunas y provincias en general. Eso si tiene mucho que ver con lo que hagan los municipios y cómo organizan la matriz productiva y después cómo se organiza una que sea beneficiosa para las comunidades.
Frente a declaraciones como la de Héctor Kol que considera a los pescadores artesanales como «parte del problema» y como como agentes de cambio, ¿cuál es el rol que para ti juegan los pescadores artesanales?
Si es que las políticas públicas centrales e incluso locales son asistencialistas, tapan problemas con bonos o cooptan a las organizaciones, sin duda esas organizaciones pensarán en la individualidad de sus socios y no en la sustentabilidad de los procesos productivos. En ese sentido hay que reconocer que muchos pescadores artesanales han sido parte de el problema tanto por la forma que se ha extraído históricamente, donde incluso recursos se han arrasado y cómo también se maneja el sistema de cuotas. Este es un cambio cultural que hay que desarrollar. Si tenemos gobiernos centrales o locales que estén apuntando a políticas asistencialistas, se nos va a dificultar muchísimo avanzar hacia la concreción de un nuevo modelo de desarrollo y otro tipo de economía beneficiosa para la comunidad.
De cara al futuro y ante una posible solución al problema, ¿podría ser el 2018 un punto de quiebre?
Bueno la verdad es que los monitoreos y la evidencia científica dicen que este es un fenómeno que se instaló y que se va a quedar por un tiempo. En ese sentido evidentemente todas las políticas públicas y el comportamiento con el mar va a tener que cambiar. No quiero jugar de “pitoniso”, pero lo que si podemos tener es una actitud preventiva y estudiar con mayor profundidad cómo prevenir que los impactos negativos en lo económico y social, no generen un caos en la organización de la economía dentro del archipiélago. Entender también cómo se pueden hacer procesos de diversificación laboral, entendiendo que la reconvención es rechazada por los trabajadores del mar, en tanto no quieren desafiliarse de este medio. Pero sí podrían diversificar las actividades productivas que desarrollan. Aquí el elemento económico del turismo puede jugar un gran rol, por eso hay que manejar este tema con mucha responsabilidad. Entonces, este tema, lejos de acabarse, llama a que hagamos reflexiones profundas y acciones preventivas, ya sea si sigue avanzando la marea roja o si se detiene. Reitero que el aspecto preventivo, el activar planes de contingencia, el conocer los datos de las economías locales, es esencial para proyectar cualquier solución ante una debacle económica y social.