“No hay que ser pobre, hijito,
Es peligroso.
No hay que nacer, hijito,
Es peligroso”…*
No hace falta una mirada muy aguda para dar cuenta de la grosera negligencia del Estado Chileno. Esta es una realidad inapelable, aunque se debe reconocer que dicha calidad es dependiente de una mirada, de un punto de vista y de una posición concreta en la realidad. En lo social, esta condición es un hecho de la causa. Claramente los intereses de clase operan como plataformas de afección, acción e interpretación de la realidad. Entonces, sin ir a “categorías conflictivas”, ajusto el juicio y reafirmo: es clara la negligencia del Estado cuando éste afecta y regula los intereses de las mayorías no hegemónicas, en función de los intereses de dichas mayorías.
Expresado esto, queda muy claro –por contrapartida- que es a su vez altamente eficiente. Convengamos que frente a la mirada de quien le hace sentido la negligencia, los pequeños sectores privilegiados pueden sentir su carácter eficaz y eficiente.
Propongo dar legitimidad a esta mirada minoritaria sobre el valor del Estado. No me equivoco en proponer el reconocimiento de la legitimidad de las minorías hegemónicas en el contexto de las reglas establecidas. Mejor así, porque reconocida la legitimidad reclamada, se legitima a su vez la altura moral de la demanda de su contraparte, que por añadidura, representa casi la totalidad social determinada por los hechos y no por subjetividades, ya sean razonables, ridículas o absurdas, como pensar que los ricos, por ricos, nos darán riqueza, sin percibir que sólo generan riqueza para sí mismos y sobre la miseria de los demás que somos (casi todos) nosotros.
Aquí se encierra la clave del drama: estamos de acuerdo entonces: lo tuyo es legítimo, pero déjame decirte que lo mío también lo es. Y lo es porque mi legitimidad surge desde nuestra teórica igualdad de derechos y sin embargo yo, te reconozco siendo tú una mínima expresión de la realidad social. Está claro entonces que nuestro encuentro es necesariamente brutal ¿verdad? Porque tú reclamas una vida que me asfixia, que me anula, me destroza, me condena y condena a mi descendencia. Te legitimo, te entiendo, te respeto, pero el mismo respeto que te tengo, nos enfrenta necesariamente, porque tu ser es mi muerte real o simbólica; mi postergación, mi destrucción. Estamos en los límites de la guerra y la paz.
La danza de los intereses privados en medio de la administración estatal, no es una novedad ni tiene disimulo. Esto implica que claramente este instrumento político, opera orientado hacia una funcionalidad específica de intereses, derivándose -desde esa misma funcionalidad- la negligencia en función de intereses no directamente representados, aun cuando las conciencias distorsionadas, no perciban la subversión de las representaciones políticas habilitables y habilitadas en la oficialidad del sistema.
¿Hacia dónde apunta el terminar con la asignatura de Filosofía en la Enseñanza Media, como parte del currículo mínimo obligatorio en la Educación Pública?
Cuando el río suena, piedras trae y hace ratos que suena este intento. No olvidemos que hace poco más o poco menos de un año ya existió un intento que no tuvo éxito político. Hoy el CNED da explicaciones pero la credibilidad ya está desgatada, sobre todo cuando la evidencia empírica demuestra que nos hemos convertido en un país de rastreros, mentecatos y mendigos. Que sobornadas las conciencias con dos pesos, se abre senda a la comodidad de los malos acuerdos y el consumo y el consuelo en los pobres beneficios del inmediatismo.
Por sobre el patrimonio, la soberanía y la dignidad, nos atrapa la triste fantasía aspiracionista del arribismo y el sueño de instalarte por sobre el lomo de un vecino en la cadena del zapateo.
Chile: tierra de aves de corral en donde la excepción misma se hace vergüenza ajena y vergüenza propia. País de ladinos y chaqueteros, donde la traición, se encarama por sobre el pudor y la inocencia; donde asedia la codicia, el racismo y la carrera por la soledad.
Chile, país del negocio bajo cuerda y la daga bajo el poncho.
Chile…el puro Chile de cielos nunca azules, bañado por el mar de la tranquilidad rota por la vergüenza de ser la tumba de los inocentes.
Chile: el país donde el Ministerio de Educación es un probado operador político que con solapada astucia hoy instituye un CNED para allanar el camino al paso de la – tal vez- más depredadora y miserable clase dominante de América del Sur.
Pero dejémonos de mojigaterías: esta relación contradictoria entre negligencia y eficacia es una condición reconocida en que cabe equilibrar la inoperancia funcional del Estado con la responsabilidad que le corresponde asumir al pueblo que la tolera. El pueblo: ese gran segmento social mayoritario; esos que no somos parte de los enclaves estratégicos del poder político y económico; los que debemos sacudirnos de la dormidera y tomar el toro por las astas, o nos callamos y obedecemos para siempre. Estamos en el límite de la guerra y la paz y la cobardía sólo ve una de las dos opciones de la realidad.
Es peligroso pensar hijito, es peligroso. Es peligroso nacer, hijito, es peligroso. Es peligroso el vecino hijito, es peligroso. Es peligroso pensar hijito, es peligroso… anda a la escuela hijito… anda y aprende el oficio necesario para que mañana tengas un patrón…tienes que servirle al patrón hijito… ojalá que aprendas algo donde no se note que tienes un patrón, hijito…pero lo más importante: ¡es peligroso pensar, hijito!
La filosofía no desaparecerá del currículo de la educación privada… ¡jamás se pensará eso! ¡Eso, ni siquiera entrará en discusión! Más aun, en muchas propuestas curriculares privadas se imparte filosofía desde niveles básicos. La filosofía en la educación privada, enseña y enseñará –como siempre- que sobre el lomo de los demás, el paisaje siempre es más lindo. ¡Claro! Sin duda la filosofía es una poderosa herramienta de clase y cuando la contra-clase se define como antagonismo inconciliable, no debe contar con las armas necesarias para comprender adecuadamente su mundo, porque entenderlo es transformarlo y eso…eso es peligroso, hijito.
Chiloé, febrero de 2018.
* Luis Advis, “Cantata de Santa María de Iquique”.