Aunque la oposición internacional es fuerte, la controvertida práctica ballenera de Noruega sigue contra la corriente.
El ministro de Pesca noruego, Per Sandberg, anunció que permitirá que los balleneros maten aún más cetáceos este año, señalando que «la carne de ballena sabe bien y es buena para la salud». La cuota anual de caza de ballenas se incrementa a 1.278 ballenas Minke comunes, en comparación con las 999 de 2017 y las 880 de 2016.
«Noruega tiene una industria ballenera viable… Quiero asegurarme de que la caza de ballenas siga viva», dijo Sandberg en un comunicado.
Las ballenas Minke son relativamente comunes en el Atlántico Norte, especialmente alrededor del archipiélago de Svalbard y en el mar de Barents. Aquí son un objetivo común para los balleneros del Atlántico.
La caza industrial de ballenas comenzó en el siglo XVII y llevó a muchas especies al borde de la extinción. Ante esta sombría realidad, la Comisión Ballenera Internacional adoptó un memorándum internacional para terminar con la caza comercial de ballenas a partir de 1986.
Noruega e Islandia son los únicos países del mundo que ignoran el memorándum internacional y continúan cazando ballenas comercialmente. Japón también sigue cazando ballenas, pero los funcionarios afirman que es en nombre de la «investigación científica». Rusia también ha expresado una objeción a la moratoria.
Aunque el gobierno noruego parece ansioso por revitalizar la industria ballenera, la mayoría de sus ciudadanos no comparte el mismo entusiasmo. AFP informa que el número de barcos balleneros se ha desplomado de 350 en 1950 a solo 11 en 2017.
Los gustos también están cambiando, por lo que la demanda de carne de ballena está disminuyendo, lo que a menudo significa que la carne ni siquiera se come. Un informe publicado en 2016 por la Environmental Investigation Agency en Londres, mostró que 113 toneladas de carne de ballena Minke fueron entregadas a Rogaland Pelsdyrfôrlaget, el mayor fabricante de alimentos para animales de la industria peletera de Noruega, en 2014.
«Esta cruel industria está muriendo a medida que la demanda de productos de ballena se evapora en Noruega», dijo DJ Schubert, biólogo de fauna silvestre del Instituto de Bienestar Animal, en abril de 2017. «Es hora de que Noruega descarte los arpones y termine el sufrimiento innecesario de las ballenas -y sus descendientes aún no nacidos- prohibiendo la caza comercial. Ninguna otra alternativa es aceptable».
El Ciudadano, vía IFLScience