Argentina acaba de obtener una importante victoria diplomática al lograr la intervención del secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, como mediador entre Buenos Aires y Gran Bretaña para la disputa sobre la soberanía de las Islas Malvinas. ¿Qué significa la entrada de la ONU en el conflicto?
Esa controversia estaba concentrada hasta ahora en declaraciones y pronunciamientos de los gobiernos de los dos países, en especial del suramericano ante cada acción de Londres en torno al archipiélago que ocupa por la fuerza desde 1833.
En el contexto de la organización mundial, la postura argentina también está respaldada desde la década de 1960 por una sucesión de resoluciones del Consejo de Seguridad, la Asamblea General y el Comité de Descolonización de la ONU.
Y en el plano internacional por declaraciones de agrupaciones regionales como el Mercado Común del Sur, la Unión de Naciones Suramericanas, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños y las Cumbres Iberoamericanas.
Sin embargo, faltaba un fuerte impulso a la larga batalla de los argentinos para poder ejercer su soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y los espacios marítimos circundantes.
El detonante para la nueva y exitosa campaña diplomática realizada en la sede de la ONU por el canciller de Argentina, Héctor Timerman, fue la creciente militarización del Atlántico Sur emprendida por el Reino Unido.
La denuncia del reforzamiento bélico de Londres en esa región, sin descartar la introducción de armas nucleares, ocupó el centro de las reuniones que el ministro sostuvo en la sede de la ONU en Nueva York con los presidentes del Consejo de Seguridad y de la Asamblea General y el propio Ban Ki-moon.
También con el titular del Comité de Descolonización, Pedro Núñez Mosquera (Cuba), y los embajadores de Colombia y Guatemala, los países latinoamericanos que este año ocupan un asiento en el Consejo de Seguridad.
Con pruebas documentales, Timerman mostró a sus interlocutores y al cuerpo de corresponsales en la ONU detalles de la militarización de la región, como la llegada a las Malvinas del submarino nuclear Vanguard, el destructor HMS Dauntless y aviones Typhoon con misiles Taurus, todos de última generación.
Dijo que las bases militares británicas en las islas Ascensión, Santa Helena, Tristán de Cunha, Malvinas y Georgias y Sándwich del Sur y el territorio antártico dominan el Atlántico Sur y el tráfico marítimo y aéreo entre Suramérica y África y el acceso al Pacífico y el Índico.
Se trata de un control ejercido por una potencia militar que se encuentra a 14 mil kilómetros de Las Malvinas, subrayó.
Reveló que el gobierno argentino todavía espera una respuesta de Londres sobre si introdujo o no armas nucleares en la región, como le han preguntado varios países preocupados por esa posibilidad.
Ya en 2003 se produjo un accidente en Las Malvinas durante el traslado de material nuclear entre dos barcos ingleses, lo cual pudo derivar en una propagación de radiactividad.
Como otra prueba de la escalada militarista británica en la región austral, Timerman indicó que el actual presupuesto de Defensa del Reino Unido fue recortado en todos sus acápites, menos en lo relacionado con Las Malvinas.
Los argumentos argentinos no pudieron ser desmentidos con categoría por el embajador británico en la ONU, Mark Lyall Grant, quien trató de enfrentar la ofensiva de Timerman con una conferencia de prensa en la cual se limitó a señalar que “nada ha cambiado en relación a nuestro puesto de defensa en las islas” Malvinas.
No obstante, admitió que hay submarinos nucleares de bandera británica “por todo el mundo” y que Londres aumentó su poderío militar en ese archipiélago desde 1982, cuando Argentina y su país fueron a una guerra que costó la vida a 649 argentinos y a 255 ingleses.
El enviado de Buenos Aires también llamó la atención sobre la vigencia del Tratado de Tlatelolco, suscrito por todos los países de América Latina y que convirtió a la región en una zona libre de armas nucleares.
Timerman criticó la reiterada negativa del Reino Unido a reanudar las negociaciones dispuestas por la ONU y las ilegales medidas unilaterales dictadas por Londres para la exploración y explotación de recursos naturales renovables y no renovables del área de la controversia.
Una actuación que cobra mayores dimensiones dada la condición de Gran Bretaña como uno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, órgano encargado de velar por la paz y seguridad internacionales.
Ahora solo queda esperar por los pasos que debe dar la dirigencia de la ONU tras su compromiso de trabajar para que la antigua potencia colonial acceda a negociar con Argentina el añejo problema de Las Malvinas.
Por Víctor M. Carriba / Prensa Latina
Publicado por Otramérica
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