Este lunes comenzaron los alegatos orales por la demanda boliviana ante la Corte Internacional de Justicia en La Haya (Países Bajos). La nación vecina busca que los 15 jueces resuelvan obligar a Chile a sentarse a negociar de buena fe un acuerdo que, según las aspiraciones de los demandantes, otorgue a Bolivia un acceso pleno y soberano al océano Pacífico, cualidad que perdió luego de la Guerra del Pacífico (1879–1883).
El Ciudadano conversó con el historiador y politólogo Máximo Quitral, autor del libro “Los desafíos de una agenda bilateral, Chile y Bolivia: Entre las diferencias políticas y los acercamientos económicos 1970-1990″. El director del Instituto de Política Latinoamericana (IPOLAT) es crítico de la política reactiva de Chile respecto a la demanda boliviana y partidario de generar “espacios de acuerdo” con el país altiplánico.
– El fallo de la Corte Internacional resolverá si Chile debe sentarse o no a negociar de buena fe con Bolivia. Si el tribunal falla a favor de Bolivia, ¿qué aspectos de la diplomacia chilena quedan desnudos? ¿Significa un fracaso de la política chilena de apego estricto a los tratados internacionales?
Si La Haya acogiera el planteamiento de Bolivia, yo creo que dejaría al descubierto que la política o el discurso estructural negacionista de Chile ha sido una construcción comunicacional que no responde a la realidad histórica de ambos países. Por tanto, ahí está este discurso que se ha mantenido a lo largo del tiempo, como es la teoría negacionista, que debería ser replanteada y, a partir de eso, la política exterior de Chile con respecto a Bolivia debería transitar hacia la construcción de espacios de acuerdo y evitar mantener la posición de que no hay temas pendientes con Bolivia. En el fondo, se ratificaría que sí ha existido históricamente un tema pendiente entre ambos estados.
¿Cómo crees que debiese formularse una salida definitiva a la disputa con Bolivia? ¿Qué papel juega Perú en este tema?
Una alternativa es construir una política de Estado con Bolivia. Ahí hay un tema que resolver por parte de nuestro país, que no se ha adaptado a los nuevos tiempos, no ha tenido una política activa, sino más bien reactiva, y que desconoce también que forma parte de un escenario latinoamericano que es sumamente importante que vaya reconociendo esa propia identidad.
Chile va a tener que entrar en una dinámica de adecuación e incorporación de nuevas percepciones y de nuevas investigaciones que permitan construir una política de acercamiento no solo hacia Bolivia, sino que con el resto de los pueblos latinoamericanos.
Con respecto al tema de Perú, es relevante en este ejercicio bilateral, porque yo parto de la base que la solución con Bolivia no es necesariamente bilateral, sino que es una cuestión trilateral. Es decir que Perú, más allá del silencio que ha mantenido durante todo este tiempo, es una voz autorizada y bastante relevante para el devenir histórico de las tres naciones, entonces, más allá de plantear un cuestión bilateral, el rol de Perú hace que este ejercicio analítico, se transforme en una relación trilateral.
El agente de Bolivia, Eduardo Rodríguez Veltzé, dijo que en el equipo boliviano confiaban en que la disputa con Chile se pueda resolver con una «victoria común para ambas partes». ¿Crees que la Corte pueda emitir un fallo con esas características? ¿Qué condiciones debería tener una resolución de esa naturaleza?
Al corto plazo, es un poco complejo, entendiéndose que Chile no ha tenido una importancia superlativa en la política internacional hacia los pueblos latinoamericanos. Chile ha construido una política exterior de espalda a los pueblos latinoamericanos y, por tanto, tiene que volver a reinsertarse y generar confianzas que le permita hacer de las desavenencias, oportunidades políticas para construir agenda de futuro.
Entonces, ese es un tema que no ha sido zanjado y como hay un discurso estructural que parte de la base que no hay nada que resolver con Bolivia, si esto llegase a pasar, toda la política que se ha ido construyendo tendría que comenzar a proyectarse en razón de la integración y de la agenda de cooperación y las propuestas de futuro que permitan encontrase a ambos pueblos.
Las autoridades políticas de Chile insisten en que la política exterior es una política de Estado, argumento que le ha cerrado la puerta al disenso con respecto a la política negacionista que mencionabas. ¿Qué consecuencias se derivan de este planteamiento?
Yo discrepo. Me parece que no ha existido política de Estado con Bolivia. Lo que ha existido han sido posiciones de gobierno, pero no una política de Estado y me parece que ese es el gran reproche que uno le puede hacer a la política exterior de Chile.
Cuando hablamos de política de Estado, hay una correlación directa con respecto a ciertos planteamientos que te permitan tener una orientación fija sobre lo que tú quieres hacer en política internacional, y eso ha estado ausente en Chile.
Que en el último año, la preocupación de Chile haya sido darle sentido de Estado a su política, es otra cosa. Pero a lo largo del tiempo, sinceramente, creo que no ha existido una política de Estado con respecto a Bolivia. Eso es lo que tiene que resolver el país de cara a los alegatos que se están desarrollando en la Corte Internacional de Justicia. Eso implica tener un conocimiento más acabado de Bolivia, no solo tener manejo en derecho internacional, también hay que tener un manejo en la realidad boliviana y en la historia diplomática de ambos países.
¿Crees que un fallo favorable para Bolivia pueda servir como precedente para otras reclamaciones ante la Corte Internacional en materia limítrofe?
Lo veo poco probable. La política del siglo XXI está evitando judicializar la política internacional. El gran error de nuestro país ha sido someterse a la judicialización permanente y hacer de la diplomacia un elemento irrelevante para la construcción de su política internacional. Entonces, de ahí a pensar que porque Chile y Bolivia están en un tribunal internacional puedan alterar la diplomacia, me parece que es un poco apresurado y no es comprender en qué realidad política transitan hoy los estados.
En Chile se suelen defender los resultados de la Guerra del Pacífico, que fue una guerra empujada por la oligarquía con intereses en la explotación salitrera. ¿Cómo se ha desplazado la idea sobre este conflicto desde un círculo de élite al sentido común de la mayoría de los chilenos/as?
Las élites chilenas le han dado un sentido de patriotismo a la discusión con Bolivia, apelando a las emociones, a los soldados que en la defensa del territorio entregaron su vida para defender la soberanía… Por lo tanto, ahí hay una concepción nacionalista que está un poco mal estructurada y que evita ponerse a discutir, analizar o construir agendas con el otro.
Ese discurso le ha servido a las élites y dificulta que el ciudadano medio pueda entender que, probablemente, avanzar a espacios de comunión con Bolivia puede generar mayores beneficios para la sociedad civil y que éstos no solo se concentren en los grupos económicos.